Capitulo XII

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El frío aire de la mañana me hizo despertar justo antes de que el sol se asomara por la ventana. Abrí los ojos de golpe y al instante me topé con una ancha y marcada espalda que estaba frente a mí, intenté tocarla, deslizar mis dedos de arriba abajo pero en cuanto recordé donde me hallaba y quien era el que estaba frente a mí  me detuve y me quedé en el intento. Miré mis manos por un instante y después la coloqué sobre el colchón. Hice memoria y recordé los últimos detalles de la noche pasada y lo que acudió a mi memoria no fue nada grato, golpeé mi frente; a mi lado Emiliano se movió sorprendido por el golpe pero al instante volvió a quedarse dormido. Miré como se acomoda sobre la cama y tiraba de la sábana blanca para cubrir su cuerpo. Cuando al fin volvió a caer en su sueño me levanté cuidadosamente tomé mis cosas y me dirigí al baño. Dentro me recargué sobre el lavamanos. El reflejo que me devolvió el espejo me causó repugnancia y rápidamente me aparte de él.

Sin esperar un segundo más me coloqué bajo la regadera y abrí la llave del agua fría, deseoso que me hiciera reaccionar. Temblé por unos momentos pero poco a poco mi cuerpo cedió a la temperatura de aquel líquido. Tomé porción de jabón y restregué mi cuerpo con fuerza, con coraje y rabia, deseoso de que olor que mi cuerpo despedía desaparecía,  ese aroma que traía impregnado me causaba unas nauseas horribles que a duras penas podía controlar y cuando al fin, a mi parecer, todo rastro de aquel efluvio desapareció tomé una toalla y seque,  sin el más mínimo cuidado mi cuerpo, me puse la ropa rápidamente y salí al otro lado de la habitación donde ya se oían sonidos.

Caminé unos cuantos pasos hasta que llegue de nueva cuenta al cuarto. Emiliano, ya estaba despierto y miraba la tele. Me detuve por un rato en el marco de la puerta hasta que se percató de mi presencia. Cuando así lo hizo se sentó y sonrió, triunfante de lo que en la noche anterior había pasado.

-¿Listo Nene, para una larga mañana?- dijo echando las manos hacía atrás y dejándose caer sobre la almohadas.

Compuse una mueca de fastidio que no me preocupé en disimular un instante siquiera, antes sus insulsas palabras.

-Me tengo que ir, Emiliano, no llegué a dormir a casa y me supongo que Karen ha de estar preocupada, no le avisé donde iba a pasar la noche y me sorprende que no me haya   marcado ya.

-Tan  temprano, pero si apenas van a ser la ochos de la mañana… quédate un rato más- dijo sufridamente, como si realmente le doliera mi partida.

Sin darle la mayor importancia le di la espalda y  encaminé mis pasos a la salida.

- ¿Liam, nos vamos a ver hoy por la noche?- inquirió a sabiendas de que la batalla por quedarme un rato más ya estaba perdida.

Me detuve para sopesar la propuesta.

-No lo sé, no tengo la menor idea- dicho esto salí del la habitación mientras en el rostro de Emiliano se dibujaba una sonrisa de suficiencia al saber que de ahora en adelante ya no podía negarme, ya había caído de nuevamente en sus redes de donde me iba a ser imposible salir…

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Mi relación con Zayn se había ido a la borda hecho que traté de afrontar con la mayor fortaleza pero había ocasiones que el dolor que sentía era tan gran e inmenso que me derrotaba pese a  todas mis fuerza que ponía en no dejarme vencer, pero ya era algo inevitable…

La relación   con Emiliano no era ni la mitad de lo que un día fue la de con Zayn. La diferencia que había entre ambos era abismal, era totalmente polos opuestos. Desde el principio me percaté de ello y conforme transcurrieron los día, cada vez esa afirmación se iba haciendo más patente, lo que me hacía añorar enormemente a Zayn; en nada se comparaban y dude que algún día Emiliano llegase a superarlo ya que era imposible de hacer, de eso no había duda. Zayn era el mejor de los hombres, era único e incomparable, todo un caballero que siempre buscaba mi bienestar antes que  el de  él  mismo, atento, cariñoso y un excelente amante que sin lugar a dudas jamás iba a encontrar en ningún lugar; mientras que Emiliano, como bien se lo dije una vez era el mayor de los imbéciles sin remedio.

El Otro Rostro de la Vida (Ziam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora