La sorpresa me dejó aturdido de un certero golpe. Mi corazón se disparó a mil, intenté dar unos cuantos pasos pero mis piernas no respondieron a seña alguna de mi cerebro. Así que me quedé ahí, como un imbécil, con la mirada desorbitada posaba sobre la figura de quien yacía sentado en el mullido sillón de la sala…
Sin esperar un instante mi visitante se levantó del asiento, sin darme un minuto para reaccionar, apuró sus pasos hasta que se arrojó a mí, con los brazos abiertos, estrechándome fuertemente contra su cuerpo. A sus espaldas dejaba el rastro de un suave perfume que me hacía evocar aquel pasado que hace mucho había decidido olvidar.
-Me alegra volver a verte- me murmuró al oído, sutilmente, con la deliberada intención de que su cálido aliento me estremeciera- No sabes cuánta falta me has hecho en este largo tiempo… No te imaginas cuanto te he extrañado… Liam.
Intenté responder aquél abrazo pero no pude moverme un centímetro si quiera, mientras mamá arqueaba las cejas un tanto sorprendida, por mi sutil reacción.
Ante mi frío recibimiento, se apartó de mí para mirarme detalladamente. Y yo así lo hice también, pero a diferencia de la suya, mi mirada estaba cargada de algo que no podía explicar a cabalidad y por más que lo intenté no pude hacerlo, como me hubiese gustado. Algo que ya no era como antes lo había sentido pero que aún ahí estaba presente…
Y después de un largo rato al fin exclamé sin más:
-¡Emiliano!... ¿tú?... ¿aquí?...- ante aquél joven que me miraba sumamente alegre con una altanera sonrisa en su agraciado rostro y un brillo especial en sus ojos felinos.
-Me da mucho gusto volver a verte, Liam, cuánto tiempo sin saber de ti.- dijo quitado de la pena, evadiendo mi pregunta y en un intento de que Karen no se percatara de mi brusca reacción, como él ya bien lo había hecho. Pero ya era demasiado tarde, mamá me mirada desconcertada mientras servía una taza de chocolate caliente fingiendo no haber oído absolutamente nada.
-El gusto es nuestro, Cariño. Quien lo diría, después de una larga estancia al fin estas de vuelta con nosotros; eso realmente me alegra, por Liam claro, eran tan buenos amigos- comentó mamá mientras le acercaba a Emiliano la taza que acababa de servir, con una pulcra servilleta blanca, bajo el plato.-
-Gracias…- murmuró, dirigiéndome una mirada, tratando de sopesar cuánto duraría mí aplomo, que parecía que no lo iba a hacer por mucho tiempo.- A mí también me alegra volver a verlos… señora. En cuanto volví a Wolverhampton lo primero que hice es venir, sólo que ya van dos ocasiones en la que he venido pero no he encontrado a nadie hasta llegue a pensar que ya no vivían, en la ciudad.
-Que va cariño yo de aquí ni muerta me muevo, lo que pasa es que desde hace algún tiempo estuve de viaje y bueno Liam al parecer ha aprovechado mi ausencia, para no estar en casa, ¿no es así, mi alma?...- inquirió mamá tratando de romper la tensión, del momento. Al ver su intento fallar se limitó a sentarse sobre el sillón a su espalda, sin despegar los labios.
No respondí y seguí con la mirada sobre Emiliano, que parecía no inmutarse un ápice siquiera. Karen pasó por alto mi descortés actitud y sirvió dos tazas más de chocolate, que dejó sobre la mesa del centro.
-Nos puedes dejar solos, mamá-pedí a Karen, que sin más explicación se levantó de su asiento.
-¡Claro! Sé que tienen mucho de que platicar….- dijo sobriamente, tratando de alejar cuantos mal pensamientos acudían a su cabeza, de todo lo que podía pasar en cuanto ella se fuera- Emiliano, en verdad fue un gusto volver a verte, me daría mucha alegría si un día de estos aceptas una invitación a comer, tu regreso amerita una pequeña celebración- ofreció Karen, por cortesía y es que algo le indicó que no había sido buena idea.
