Capitulo XVI

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Caminé mientras Karen murmuraba quién sabe cuántas cosas a mis espaldas, tratando de hacerme entrar en razón, pero lo que no sabía era que la batalla ya estaba perdida, como lo estuvo desde el primer instante en que todo este lío comenzó. En esos momentos ya no deseaba escuchar nada y a nadie, no estaba para eso; lo único que añora y quería con ansias profundas era desaparecerme de la faz de la tierra; imploraba estar muerto y no saber nada de este mísero mundo, no sentir nada, ni siquiera aún este maldito dolor que era tan grande e inmenso que por momento sentía que me robada la respiración para poder subsistir dentro de mí como un mal parasito... deseaba tantas cosas que pasaran justo en estos momentos, pero nada de lo que pedía paso, nada, absolutamente nada, porque la vida no está para a cumplir tontos e irrisorios caprichos, no estaba para satisfacer estúpidos deseos.... No a mí, no mi vida, no la mía.

Como pude llegué a mi habitación. Cerré a mi puerta de un golpe sordo que rompió por unos instantes el silencio que reinaba dentro, después todo volvía a ser calma y tranquilidad, como realmente deseaba que fuera mi vida de ahora en adelante y ahí al cobijo de las oscuras sombras de mi habitación me solté a llorar como jamás en mi vida lo había hecho... sintiendo como en cada lágrima que derramaba una parte de ese dolor se esfuma, pero no como yo deseaba, porque muy en el fondo de mi corazón aún había rescoldos, restos de esa sensación de ese vacío, de abandono que indudablemente iba a ser muy pero muy difícil de sacar... pero por lo menos una parte se iba, por lo menos en unos cuantos días llegaría el momento donde todo habría acabado, donde todo ya no sería como lo era en estos momento...

De algo estaba seguro la vida seguiría pese a todo, de eso no cabía la menor duda... de eso era a lo que me aferraba para sobrevivir, para no dejar vencerme... en esta vida en donde ya nada me quedaba...

No supe cuanto tiempo había transcurrido, ni de qué manera lo había hecho no me percaté de eso, no le había dado su importancia debida, pero después de una larga noche en vela al fin los primeros rayos del sol de aquel día comenzaron a inundar mi habitación de hito en hito, hasta que por fin el astro rey se coloco en lo alto del cielo azul que se miraba aquella mañana, que no iba a ser mejor que las otras pasadas...

Como bien pude me dirigí al baño de mi habitación. Dentro me coloqué bajo la regadera, sin esperar más abrí la llave del agua fría y deje que desentumiera mi cuerpo. El contacto del frío liquido con mi cuerpo me hizo estremecerme hasta los huesos, mis poros gritaron, pero después mi cuerpo se adaptó sin poner pero alguno. Tomé jabón y aseé mi cuerpo con detenimiento, tratando que todo quedara impecable. Listo salí de mi habitación, me dirigí a mi closet del interior tomé la mejor ropa que tenía y me vestí en un santiamén. Me acerqué a la luna que estaba al otro lado de cuarto. Mi rostro no era el que esperaba, los estragos de lo vivido en los últimos días estaban cobrando su factura al doble del precio, pero mi imagen no era tan desalentadora, así que resignado continué con lo mío. Tomé una porción de fijador, lo apliqué sobre mis rizos, dejé que solos se amoldaran y sin más salí a enfrentar lo que la vida me tuviera deparado... De ahora en adelante nada me detendría...

Bajé al comedor, donde Karen ya estaba a la cabeza de la mesa, con el rostro de pesadumbre, pero al instante que me miró aseado y con ropa limpia en él se dibujo una sonrisa de alegría y felicidad que no pudo y ni quiso disimular...

-Buen día Karen- saludé a mamá con tono despreocupado y con un beso en la mejilla- Me da gusto que ya hayas descansado un poco...

Y sin darle tiempo de preguntar las más mínima cosa me apuré a sentarme tomé entre mis manos la servilleta, la desdoble y la coloque sobre mis piernas. Para después dirigirle una armoniosa sonrisa.

-Sabes que no me gusta que trabajes tanto... ya te lo había dicho ¿no es así?-

-Si así parece cariño... pero no deberías preocuparte es parte de la vida de uno... algún día te tocara vivirlo y bueno te darás cuentas de cuan llevadera es la situación- respondió Karen sin más, como si nada hubiese pasado.

El Otro Rostro de la Vida (Ziam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora