Capítulo XI

126 9 13
                                    

Ante las altaneras palabras de Emiliano, nos quedamos petrificados, mudos de la sorpresa cuando entró sorpresivamente al interior de los baños. 

De alguna manera disimulada le hice señas a Zayn para que no ejecutara movimiento alguno y es que cualquiera que diéramos por mínimo que llegara  a ser, podía ser en falso y delatarnos al momento; así que se quedó quieto como piedra, sin mostrar amago alguno de que iba a ejecutar algún movimiento y sin el menor aviso solté un fuerte golpe contra su marcado abdomen; al momento  su cuerpo se curvó y su boca imploró un poco de aíre y sin decir más me alejé, para detenerme a unos cuantos pasos de él.

-Ja, gané…- dije sonriendo mientras miraba que me había pasado de la cuenta,  con mi fuerza.

-Por ahora Liam…-dijo entrecortadamente, con el rostro sonrojado a causa de la falta de aíre, pero como pudo siguió el juego, magistralmente, con la única esperanza de que no fuéramos descubiertos por Emiliano que miraba absorto la escena que se desarrollaba frente a él.

Sin más le di la espalda, con el tormento de verlo ahí encorvado a causa del golpe, para luego colocarme a unos cuantos pasos de Emiliano, que no me quitaba la vista de encima.

Sostuvimos la mirada por unos cuantos minutos, tratando que flaqueara la suya, para que sumisa cayera rendida ante la mía,  pero después de una larga batalla acepté que no iba ser tarea fácil, así que antes de que fuera la mía la que perdiera, hablé:

-Y tú, Emiliano si no te llaman… no te metas en lo que no te incumbe. ¿Te queda claro?-dije maleducadamente. Al tiempo que sus ojos despedían una ira contenida, que ya no podía soportar, de ninguna manera pero como pudo lo hizo.   

A mis espaldas pese al dolor y a la falta de aire Zayn soltó una carcajada que no se molestó  en disimular y que me contagió al instante, para luego arrancarme unas cuantas efímeras risas que no fueron del agrado de Emiliano, quien apretó los puños tratando de no explotar como bien sabía que lo podía hacer. 

Con la esperanza de que Emiliano se hubiese tragado nuestra actuación, me despedí sin siquiera intentar borrar la sonrisa burlona que traía en la cara.

-Chicos, fue un placer estar con ustedes, pero el deber me llama- dicho esto salí de aquel lugar, sin antes dirigirle un mirada disimulada a Zayn que ya se recuperaba del golpe dado y que respondió con una de esa bellas sonrisas que tanto amaba de él.    

* * * * * * * * * * * * * *

La antipatía que se suscito entre Emiliano y Zayn, no sorprendió a nadie mucho menos a mí, ya que era algo  que me esperaba de ante mano. Y es que tal situación no era para menos, por su lado Zayn era un sencillo y humilde joven, amoroso, entregado al amor y a la vida, que pese a poseer una acaudala fortuna su soberbia y egoísmo no se habían disparado por las nubes, caso  totalmente contrario a lo que  operaba en Emiliano, que era un prepotente y altanero joven, creído que merecía todo cuanto desea.  Situación agravada más aun cuando Zayn sabía de primera mano que era una persona quien me había causado un enorme daño en el pasado y a quien estaba dispuesto a olvidar de cualquier forma que me fuese posible.

El incidente de los baños no pasó a mayores o al menos eso quisimos creer, pero si nos dejó una enorme lección para más adelante, cuando decidiéramos llevar a cabo ese tipo de jueguitos en algún lugar público o donde pudiésemos ser descubiertos por algún conocido que nos ubicara perfectamente.   

Dicho incidente no provoco más que un leve susto en Zayn y yo, el que decidimos dejar atrás, con una salida nocturna, aquella misma noche. Así que en cuanto salí del gimnasio, me fui directamente a mi hogar, para preparar mi salida o alguna excusa que me ayudara escapar de casa. Por suerte Karen no estaba así que me subí rápidamente a mi habitación a cambiarme de ropa y a guardar mi pequeña mochila que traía en hombros.     

El Otro Rostro de la Vida (Ziam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora