Capítulo VII

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Capítulo VII

 El contacto de su piel con la mía fue la mejor sensación que hasta el momento había tenido; su cálido aliento golpeó mi rostro y al momento abrió sus parpados y los oscuros que eran sus ojos cafés destellaron en la penumbra, escasamente iluminados por los tenues rayos de la luna que entraban por el alto ventanal, eran  provocativos, insinuantes, tentadores…

Nos miramos fijamente, sin siquiera pestañear: él dudoso, pensativo y yo mucho más aun que sorprendido, más que desconcertado, estaba aturdido…, por su sola presencia, por el siempre momento, lo demás, lo demás era cosa aparte, que no importaba de ninguna manera que lo viera.

Y como en incontables ocasiones, yo, aun  siendo un joven ingenuo, tenía motivos de sobra para creer que este  momento que tanto deseaba y por el cual había implorado, no era del todo verdad, que sólo era una cruel ilusión, un maravilloso sueño del cual pronto despertaría para enfrentarme a la cruda realidad y nada más.

 

Es un sueño, es un sueño… pronto terminará… Me repetía hasta el cansancio. Tratando de no albergar vanas y ridículas ilusiones, como ya lo venía haciendo desde tiempo atrás.

Pero ya no, las cosas ya no eran así; y es que hubo algo, completamente inexplicable para mí, he inclusive, estoy seguro que hasta para el propio Zayn, en aquel momento, en la magia que lo rodeaba, algo que me alentó a que lo creyera ciegamente y que lo viviera tan intensamente como pudiera, sin reparo,  sin remordimiento, ni culpa alguna, sin nada;  algo que me incitó a que hiciera a un lado mis absurdos remordimientos, mis miedos infundados  y todo aquello que me  hacía dudar de mí mismo, y es que con esto es más que claro que el amor no conoce fronteras ni las conocerías jamás. Sí tenía que vivirlo, tan febrilmente, tan apasionadamente para así darle paso  a ese atormentador sentimiento; para que así las cosas fluyeran sin obstrucción  alguna, en busca de su cauce  que se había perdido hace mucho, demasiado tiempo, desde aquella tarde que lo conocí y me quedé embotado ante su bella mirada; de que olvidara las culpas y miedos  estúpidos, infundados en sentimientos que solo yo sabía de su existencia.

En mis incesantes cavilaciones miré el rostro de ángel de Zayn, con una mirada en la que llevaba, en ella, promesas implícitas, sueños que en un pasado se habían relegado, reprimido de todas las formas humanas posibles y, sin olvidar, todo, absolutamente todo, el amor que guardaba por él en mí loco corazón… en ella le entregué mi alma completamente, mi ser entero: todo lo que era, sin lugar a dudas. Me quedé con las manos vacías, sin nada…

Traté de hablar pero algo que no he llegado a comprender que me hizo callar: ¿él?, ¿yo?, ¿o el simple  miedo a que todo acabara? ¡No lo sé! y es que ya no importaba al final de cuentas. ¡No importaba!

Él sonrió como un niño,  mientras mi rostro se acercaba al suyo lenta e inexorablemente.

En mi pecho, sentí el latido enfebrecido de mi corazón y de alguna otra forma fuera de mi entendimiento,  pude comprender que existía una minúscula posibilidad de que mi amor fuera correspondido; ya no importaba de qué forma, ni cuánto tiempo, hoy, mañana, uno, dos, tres, mil años ¡ya no importaba! No quise mirar el lejano futuro que, por ahora, parecía sumamente incierto, impredecible como siempre lo había sido. Sólo me limité en dejarme llevar, sin control alguno, por aquél bello momento que  jamás creí ver del todo realizado.

Y antes de que ambos nos pudiéramos percatar de lo que pasaba, sus suaves labios se rozaron con los míos en un tierno beso, en una dulce caricia que sentí hasta el alma, que tocó las fibras más sensibles de mi ser estremeciéndome incontrolablemente; en un beso donde tanto  el uno, como el otro, nos entregábamos en cuerpo y alma, en el que nos rendíamos ante un  amor prohibido… un amor nacido de la nada absoluta y  a su vez cumplíamos ese deseo guardado en lo más profundo de nuestros ingenuos corazones…

El Otro Rostro de la Vida (Ziam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora