Capitulo 9: Gilderoy Lockhart

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Las clases de la profesora McGonagall eran siempre muy duras, pero aquel primer día resultó especialmente difícil. Tenía que convertir un escarabajo en un botón, no voy a mentir la teoría era muy aburrida pero la practica era mas divertida ya que me salía bien, A Ron aún le iba peor había recompuesto su varita con un poco de celo que le habían dado, pero parecía que la reparación no había sido suficiente. Crujía y echaba chispas en los momentos más raros, y cada vez que Ron intentaba transformar su escarabajo, quedaba envuelto en un espeso humo gris que olía a huevos podridos.

Al final de la clase Hermione y yo pudimos hacer mas botones

—¡Chisme inútil, que no sirves para nada!.-Se quejo Ron de su varita.

—Pídeles otra a tus padres —sugirió Harry cuando la varita produjo una descarga de disparos, como si fuera una traca.

—Ya, y recibiré como respuesta otro howler —dijo Ron, metiendo en la bolsa la varita, que en aquel momento estaba silbando— que diga: «Es culpa tuya que se te haya partido la varita.»

Bajaron a comer, pero el humor de Ron no mejoró cuando Hermione le enseñó el puñado de botones que había conseguido en la clase de Transformaciones, mione no estas ayudando.

—¿Qué hay esta tarde? —dijo Harry, cambiando de tema rápidamente.

—Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo Hermione en el acto.

—¿Por qué —preguntó Ron, cogiéndole el horario— has rodeado todas las clases de Lockhart con corazoncitos?

Hermione le quitó el horario. Se había puesto roja y mas cuando Lyra se empezó a reír por la cara de su amiga.

Terminaron de comer y salieron al patio. Estaba nublado. Hermione se sentó en un peldaño de piedra y volvió a hundir las narices en Viajes con los vampiros. Harry, Ron y Lyra se pusieron a hablar de quidditch, y pasaron varios minutos antes de que se diera cuenta de que alguien lo vigilaba estrechamente. Al levantar la vista, vio al muchacho pequeño de pelo castaño que la noche anterior se había puesto el sombrero seleccionador. Miraba a Harry como paralizado. Tenía en las manos lo que parecía una cámara de fotos muggle normal y corriente, y cuando Harry miró hacia él, se ruborizó en extremo.

—¿Me dejas, Harry? Soy... soy Colin Creevey —dijo entrecortadamente, dando un indeciso paso hacia delante—. Estoy en Gryffindor también. ¿Podría..., me dejas... que te haga una foto? —dijo, levantando la cámara esperanzado.

—¿Una foto? —repitió Harry sin comprender.

—Con ella podré demostrar que te he visto —dijo Colin Creevey con impaciencia, acercándose un poco más, como si no se atreviera—. Lo sé todo sobre ti. Todos me lo han contado: cómo sobreviviste cuando Quien-tú-sabes intentó matarte y cómo desapareció él, y toda esa historia, y que conservas en la frente la cicatriz en forma de rayo (con los ojos recorrió la línea del pelo de Harry). Y me ha dicho un compañero del dormitorio que si revelo el negativo en la poción adecuada, la foto saldrá con movimiento. —Colin exhaló un soplido de emoción y continuó—: Esto es estupendo, ¿verdad? Yo no tenía ni idea de que las cosas raras que hacía eran magia, hasta que recibí la carta de Hogwarts. Mi padre es lechero y tampoco podía creérselo. Así que me dedico a tomar montones de fotos para enviárselas a casa. Y sería estupendo hacerte una. —Miró a Harry casi rogándole—. Tal vez tu amigo querría sacárnosla para que pudiera salir yo a tu lado. ¿Y me la podrías firmar luego?

—¿Firmar fotos? ¿Te dedicas a firmar fotos, Potter?

En todo el patio resonó la voz de Draco Malfoy. Se había puesto detrás de Colin, flanqueado, como siempre en Hogwarts, por Crabbe y Goyle, sus amigotes.

Lyra Grindelwald y el Heredero de Slytherin [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora