Capitulo 13: Voz misteriosa

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Lyra y Ron estaban en la mesa de Slytherin y Hufflepuff agarrando postres, resulta que los postres mas ricos son de esas mesas, eso es favoritismo pero con tal de atragantarnos con postres todo esta bien.

—Conque estas aquí, Potter, ¿Dónde están Weasley y Grindelwald? —Pregunto la profesora McGonagall hacia Harry con gesto severo, después a lo lejos vio a Lyra y Ron con las manos llenos de comida, los miró y prefirió no decir nada ante esta situación—. Cumplirán su castigo esta noche, señorita Grindelwald si no se siente apta para cumplir su castigo, lo puede cumplir después.

—Nose preocupe profesora McGonagall, estoy bien.-La profesora se refería por lo de la poción pero estoy bien.

—¿Qué vamos a hacer, profesora? —preguntó Ron, asustado, reprimiendo un eructo.

—Tú limpiarás la plata de la sala de trofeos con el señor Filch —. Y nada de magia, Weasley... ¡frotando!- Ron tragó saliva, definitivamente no quisiera ser Ron ahora.

.—Y ustedes, Potter, Grindelwald, ayudarán al profesor Lockhart a responder las cartas de sus admiradoras.

—Oh, no... ¿no puedo ayudar con la plata? —preguntó Harry desesperado al igual que Lyra solo que ella se quedo pensando en perder la poca cordura que le quedaba si es que ella se quedaba en una habitación con Lockhart y Harry.

—Desde luego que no —dijo la profesora McGonagall, arqueando las cejas—. El profesor Lockhart ha solicitado que sean precisamente ustedes. A las ocho en punto, los tres.

Pasaron al Gran Comedor completamente abatidos, y Hermione entró detrás de ellos, con su expresión de «no-haber-infringido-las-normas-del-colegio».

—Filch me tendrá allí toda la noche —dijo Ron apesadumbrado—. ¡Sin magia! Debe de haber más de cien trofeos en esa sala. Y la limpieza muggle no se me da bien.

—Te lo cambiaría de buena gana —dijo Harry con voz apagada—. He hecho muchas prácticas con los Dursley. Pero responder a las admiradoras de Lockhart... será una pesadilla.

—Si intento golpear a Lockhart, detenme o no como quieras.—le dijo Lyra hacia Harry.

La tarde del sábado pasó en un santiamén, y antes de que se dieran cuenta, eran las ocho menos cinco. Harry y Lyra se dirigieron al despacho de Lockhart por el pasillo del segundo piso, arrastrando los pies. Harry llamó a la puerta a regañadientes.

La puerta se abrió de inmediato. Lockhart le recibió con una sonrisa.

—¡Aquí están los pillos! —dijo—. Vamos, Harry, entra.

—Claro yo también voy a entrar, no tiene que mirarme como si fuera la suela de su zapato.-pensó Lyra.

Era una exageración cuantas fotos de el mismo podia tener.

—¡Tú puedes poner las direcciones en los sobres! —dijo Lockhart a Harry—.¡Y tu puedes sellarlas!.-esta vez se lo dijo a Lyra para luego volver a prestar su atención en Harry.—El primero es para la adorable Gladys Gudgeon, gran admiradora mía.

Los minutos pasaron tan despacio como si fueran horas. No le hacia caso a cualquier cosa que decía, solo pensaba en que falte poco para que termine esta tortura, definitivamente preferiría estar encerrada en el sótano que estar oyendo de "sus grandes hazañas".

Y en aquel momento oyó algo, era una voz, se le heló la sangre, una voz ponzoñosa que dejaba sin aliento, fría como el hielo.

Ven..., ven a mí... Deja que te desgarre... Deja que te despedace... Déjame matarte...

Lyra y Harry se miraron para asegurarse si no era parte de su mente.

—¿Qué? —gritaron.

—Pues eso —dijo Lockhart—: ¡seis meses enteros encabezando la lista de los más vendidos! ¡Batí todos los récords!

Lyra Grindelwald y el Heredero de Slytherin [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora