Capitulo 24: Aragog

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Arañas. Pero no arañas diminutas como aquellas a las que habían seguido por el camino, sino arañas del tamaño de caballos, con ocho ojos y ocho patas negras, peludas y gigantescas. Nos llevaban hacia una telaraña nebulosa en forma de cúpula que había en el centro de la hondonada, mientras sus compañeras se acercaban por todas partes chasqueando sus pinzas, emocionadas a la vista de su presa.

La araña me soltó, y caí dando un quejido y golpeándome las costillas, a un lado cayeron Harry, Ron y Fang, ya no aullaba; se quedó encogido y en silencio en el mismo punto en que había caído, le rasqué las orejas para que se relajara un poco. Ron parecía encontrarse tan mal como había supuesto. Su boca se había alargado en una especie de grito mudo y los ojos se le salían de las órbitas.

—¡Aragog! -llamaba la raña que había transportado a Harry—, ¡Aragog!

Y del medio de la gran tela de araña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estaba manchado de gris, y los ocho ojos que tenía en su cabeza horrenda y llena de pinzas eran de un blanco lechoso. Era ciega.

—¿Qué hay? -dijo, chascando muy deprisa sus pinzas.

—Hombres y una loca—dijo la araña, hubiera querido responderle pero sabía que no era un buen momento.

—¿Es Hagrid? -Aragog se acercó, moviendo vagamente sus múltiples ojos.

—Desconocidos -respondió la araña que había llevado a Ron.

—Mátenlos -ordenó Aragog con fastidio, abrí mis ojo asustada—. Estaba durmiendo...

—Somos amigos de Hagrid -gritó Harry.

—Clic, clic, clic -hicieron las pinzas de todas las arañas. Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondonada -dijo despacio.

—Hagrid está metido en un grave problema -dijo Harry, respirando muy deprisa—. Por eso hemos venido nosotros.

—¿En un grave problema? -dijo la vieja araña, en un tono que a Harry se le antojó de preocupación—. Pero ¿por qué los ha enviado?

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en... en... algo con los estudiantes.Se lo han llevado a Azkaban.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas de la hondonada hizo lo mismo: era como si aplaudiesen.

—Pero aquello fue hace años -dijo Aragog con fastidio—. Hace un montón de años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los Secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado.

—Y tú... ¿tú no saliste de la Cámara de los Secretos? -dijo Harry

—¡Yo! -dijo Aragog, chascando de enfado haciendo que me estremeciera—. Yo no nací en el castillo. Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya ven cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid

—Si, así es Hagrid-Murmure un poco nostálgica.

—¿Así que tú nunca... nunca atacaste a nadie? -dijo mi amigo.

—Nunca -dijo con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie le gusta la oscuridad y el silencio.

Lyra Grindelwald y el Heredero de Slytherin [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora