Capitulo 23: El bosque prohibido

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La sala común de Gryffindor estaba siempre abarrotada, porque no tenían otro lugar adonde ir. También tenían mucho de que hablar, así que la sala no se vaciaba hasta pasada la medianoche.

Los cuatro esperaron a oír cerrarse las puertas de los dormitorios antes de coger la capa, echársela encima y salir por el agujero del retrato.

El recorrido por el castillo también fue difícil, por que tenían que ir esquivando a los profesores. Cuando al fin llegaron al vestíbulo, descorrieron el pasador de la puerta principal y se colaron por ella, intentando evitar que hiciera ruido, y salieron a los campos iluminados por la luz de la luna.

—Naturalmente -dijo Ron de pronto, mientras cruzaban el césped—, cuando lleguemos al bosque podría ser que no tuviéramos nada que seguir. A lo mejor las arañas no iban en aquella dirección. Parecía que sí, pero... -Su voz se fue apagando, pero conservaba esperanza.

Llegaron a la cabaña de Hagrid, que ahora parecía triste con sus ventanas tapadas, cuando Harry abrió la puerta, Fang enloqueció de alegría al verlos. Le dieron de comer caramelos de café con leche que había en una lata, Harry dejó la capa sobre la mesa de Hagrid pues no la necesitarían en el bosque completamente oscuro.

—Venga, Fang, vamos a dar una vuelta —le dijo Harry, dándole unas palmaditas en la pata, y Fang salió de la cabaña detrás de ellos, muy contento, fue corriendo hasta el bosque y levantó la pata al pie de un gran árbol. Lyra sacó la varita, murmuró: «¡Lumos!», y en su extremo apareció una lucecita diminuta, junto con Harry, suficiente para permitirles buscar el camino de las arañas.

—Bien pensado -dijo Ron—. Yo haría lo mismo con la mía, pero ya saben..., seguramente estallaría o algo parecido...

—Esta bien, Ron- le dijo Lyra dándole una sonrisa reconfortante, dos arañas huían de la luz de la varita para protegerse en la sombra de los árboles.

—Vale -suspiró Ron, resignándose a lo peor—. Estoy dispuesto. Vamos.

Entraron en el bosque, con Fang correteando a mi lado, olfateando las hojas y las raíces de los árboles. A la luz de las varitas, siguieron a las arañas que circulaban por el camino. Caminaron como unos veinte minutos, sin hablar, atentos a otros ruidos que no fueran los de ramas al romperse o el susurro de las hojas. Más adelante, cuando el bosque se volvió tan espeso que ya no se veían las estrellas del cielo y la única luz provenía de las varitas, vieron que las arañas se salían del camino.

Hagrid, una vez nos advirtió que no se saliera del camino pero ahora él se hallaba a kilómetros de distancia, probablemente en una celda en Azkaban, y les había indicado que siguieran a las arañas.

Harry dio un salto hacia atrás y pisó a Ron en el pie, Lyra dio un salto hacia atrás para que no la pisaran.

—¿Que pasa? -Dijo Lyra alarmada con la varita en alto.

—¿Qué les parece? -preguntó Harry haciendo caso omiso a Lyra.

—Ya que hemos llegado hasta aquí... —dijo Ron.

De forma que siguieron a las arañas que se internaban en la espesura, no podían avanzar muy rápido, por que había tocones y raíces de árboles en su ruta, apenas visibles en la oscuridad. Si no fuera por la oscuridad también soy muy torpe, tuve que agarrar el brazo de Ron para no caerme, y varias veces tuvimos que pararnos para poder conseguir de nuevo el rastro de las arañas.

Caminamos durante una media hora por lo menos, las túnicas se enganchaban en las ramas, en un rato notaron que el terreno descendía aunque el bosque seguía igual de espeso.

De repente, Fang dejó escapar un ladrido, dándonos un susto.

—¿Qué pasa? -preguntó Ron en voz alta, Lyra y Ron estaban agarrándose con fuerza al hombro de Harry.

—Algo se mueve por ahí -musitó Harry—. Escuchen... Parece de gran tamaño.

A cierta distancia, a la derecha, aquella cosa de gran tamaño se abría camino entre los árboles quebrando las ramas a su paso.

—¡Ah no! -exclamó Ron—, ¡ah no, no, no...!

—Silencio -dijo Harry, desesperado—. Te oirá.

—¿Oírme? -dijo Ron en un tono elevado y poco natural—. Yo sí lo he oído. ¡Fang!

—Ron, ya cálmate -susurre

La oscuridad parecía presionarles los ojos mientras aguardaban aterrorizados.

Oyeron un extraño ruido sordo, y luego, silencio.

—¿Qué crees que está haciendo? -preguntó Harry

—Seguramente, se está preparando para saltar -contestó Ron.

Aguardamos, temblando, sin atrevernos a movernos.

—¿Crees que se ha ido? -susurró Harry.

—No sé...

Entonces vi a la derecha un resplandor que brilló tanto en la oscuridad que tuvimos que protegernos los ojos. Fang soltó un aullido y echó a correr, pero se enredó en unos espinos y volvió a aullar aún más fuerte.

—¡Harry! -gritó Ron, tan aliviado que la voz apenas le salía—. ¡Harry, es nuestro coche!

—¿Qué? -pregunté sin entender a lo que se refería.

—¡Vamos!

Seguimos a Ron en dirección a la luz, dando traspiés, y en un instante salieron a un claro. El coche del padre de Ron estaba abandonado en medio de un círculo de árboles y un tejido de ramas, con los faros encendidos. Ron caminó hacia él, boquiabierto, y el coche se le acercó despacio, como si fuera un perro que saludase a su dueño. Un perro de color turquesa.

—¡Ha estado aquí todo el tiempo! -dijo Ron emocionado, contemplando el coche—. Míralo: el bosque lo ha vuelto salvaje...

Los guardabarros del coche estaban arañados y embadurnados de barro, daba la impresión de que el coche había conseguido llegar hasta allí él solo. A Fang no parecía gustarle, y se mantenía pegado a mí, temblando. Mientras su respiración se acompasaba, guardó la varita bajo la túnica.

—¡Y creíamos que era un monstruo que nos iba a atacar! -dijo Ron, inclinándose sobre el coche y dándole unas palmadas—. ¡Me preguntaba adónde habría ido!

—Ron, es un coche no una mascota -dije riéndome de él.

—Lo mismo te voy a decir cuando estés con Asriel -abrí la boca de indignación fingida.

Harry aguzó la vista en busca de arañas en el suelo iluminado, pero todas habían huido de la luz de los faros.

—Hemos perdido el rastro -dijo—. Tendremos que buscarlo de nuevo. - Ron no habló ni se movió, tenía los ojos clavados en un punto que se hallaba a unos tres metros del suelo, justo detrás de nosotros. Estaba pálido de terror.

—Ron ¿estas... -no termine mi pregunta, oí un chasquido y de repente sentí un brazo largo y peludo me agarraba por la cintura y me levantaba en el aire, jadee de miedo, intente forcejear pero parecía que en cada intento de soltarme no le hacía nada, miré a los chicos que también estaban siendo arrastrados.

Cuando mire hacia arriba, la bestia que me sujetaba caminaba en seis patas inmensamente largas y peludas, y que encima de las dos delanteras que lo aferraban, tenía unas pinzas también negras. Nos dirigíamos al corazón del bosque. Fang que forcejeaba intentando liberarse de un tercer monstruo, aullando con fuerza, quería ayudarlo pero no podía ya que el agarre a mi cintura era mas ajustado.

Cuando hubo ka suficiente luz como para poder ver el suelo, antes estaba cubierto de hojas ahora estaba infestado de arañas. Estaban en el borde de una vasta hondonada en la que los árboles habían sido talados y las estrellas brillaban iluminando el paisaje.

Lyra Grindelwald y el Heredero de Slytherin [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora