IV

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ネクタイ
{{ ᴄᴏʀʙᴀᴛᴀ }}

— ¡Señor Kento! —___________ subió la voz, encontrándose al rubio en los pasillos del cuarto piso. Aceleró sus pasos, y sus tacos resonaban por el lugar. El masculino se dio media vuelta al escuchar su voz, levemente sorprendido por su presencia. Paró de caminar, esperando que se acercara lo suficiente— Gracias por prestarme su saco ayer. Lo lavé, por cierto. Aquí tiene. —le brindó una cálida sonrisa, y le entregó el saco que se encontraba dentro de una bolsa color negro.

— Ah, no hay de qué. No tenías por qué lavarlo. —dijo, suavemente, y tomó la bolsa entre sus manos, rozandolas con las de la femenina.

— Temía que lo hubiera ensuciado o algo. —se explicó, a lo que el mayor negó.

— Cambiando de tema, hoy estás bastante formal. —la observó de pies a cabeza; llevaba unos tacones negros modernos con punta fina, unos pantalones de traje del mismo color y una camisa blanca abotonada acompañada con una corbata oscura. Llevaba un saco de invierno largo que le llegaba hasta abajo de las rodillas, pues esa mañana estaba bastante fresco.

— Ah, sí... Hoy tengo una reunión importante. —admitió. El día de hoy iba a llegar un importante inversionista desde Francia, y _________ era la única que tenía un buen nivel de francés, por lo que se le asignó ser intérprete de su jefe.

— Entonces, mucha suerte. —se habían quedado sin tema de conversación, y el silencio se había apoderado de su charla. La castaña seguía teniendo impregnado en su cabeza el recuerdo de su olor masculino, de sus labios, y de su cuerpo pegado al suyo, pero no podía hacer más que insultarse mentalmente para dejar de pensar en ello.

— Bueno, creo que... —observó su reloj, para llevarse una gran sorpresa; la reunión era a las 10.45, y ya eran las 10.41— ¡Adiós! —pasó por su lado velozmente dirigiéndose a la sala de reuniones.

Nanami no pudo evitar voltear para verla caminar apresuradamente hacia su reunión. Le pareció adorable, y entre sus labios se escapó una pequeña sonrisa.

La reunión había culminado para la suerte de ________, quien en un momento se había hartado de traducir para un lado y para el otro, pero terminó disfrutandola. Fue un intercambio cultural interesante, y pudo practicar su francés.

Estaban saliendo del lugar, unos charlando con otros, y algunos suspirando porque aquellas dos largas horas al fin se habían terminado, cuando el empresario extranjero, Gabriel Dubois, paró la caminata de la empleada y su jefe.

— Espero que podamos seguir negociando pronto, fue un gusto venir hasta aquí. —espetó el francés, en su idioma, y miró con una amigable sonrisa a la femenina— Gracias especialmente a usted, señorita. Su francés es impecable. Quedé impresionado ante el inteligente personal que tienen en esta empresa. —aquellas palabras la habían tomado por desprevenida, pero no dudó en sonreír ampliamente ante el halago.

Overtime work. - K. Nanami Donde viven las historias. Descúbrelo ahora