VII

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予定× ᴄɪᴛᴀ ×

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Hoy era el día en que ___________ y Nanami finalmente tendrían su primera cita; así lo consideraba ella y, como buena persona ansiosa que era, comenzó a prepararse horas antes de la hora en que habían concordado encontrarse.

Era un viernes a la tarde, y Kento le había aclarado por llamada que a eso de las ocho de la noche la pasaría a buscar en su coche para llevarla a un restaurante. La castaña se atrevió a preguntar dónde irían, pero de respuesta obtuvo que era "una sorpresa".

La duda la carcomía, más sin embargo decidió que era mejor centrarse en elegir qué perfume ponerse, luego de haberse bañado, peinado, maquillado y vestido.

Termino decidiéndose por un perfume suave; puso apenas una pizca detrás de sus orejas, frotando el restante en sus muñecas, y luego se miró al espejo.

Estaba orgullosa de cómo quedó, y nada en esta noche le haría cambiar de opinión al respecto. Se vestía para verse bien consigo misma, y, por qué no, para sorprenderlo a su compañero de trabajo.

Una bocina en frente de su departamento la hizo reaccionar luego de que estuviera escuchando música en su móvil para quemar el tiempo, y, para no hacerlo esperar, bajó rápidamente por el ascensor, y luego por las pequeñas escaleras de la entrada, procurando no tropezarse con sus botas, más allá de que no tenían taco, sino un poco de plataforma.

La noche estaba preciosa, y, a pesar de que ya haya comenzado el invierno, debía admitir que no hacía el frío que se esperaba usualmente. Con una leve sonrisa se encaminó hacia el auto del mayor y, como siempre, el mismo salió para abrirle la puerta del copiloto.

_________ no pudo evitar sorprenderse ante como estaba Nanami vestido. Era verdad que siempre solía verlo en traje, pero hoy estaba vestido de una forma diferente. Seguía siendo formal, pero lo suficientemente moderno y sexy, para ella. Aquellos pantalones de gabardina beige levemente pegados a sus muslos lo hacían ver incluso más apetecible, pero la femenina se dio un golpe mental al darse cuenta donde estaba fijando su atención.

Subió su mirada y allí estaba, abriendo la puerta, esperando que se subiera.

— Déjame decirte, ___________, que te ves muy hermosa. —al notar que la castaña no respondía, pues el calor había subido a sus mejillas, pensó por un momento que no le había gustado el piropo, e intentó salvarlo— Perdona el atrevimiento, desde ya. Pero, es verdad.

— Gracias, señor Ken... Nanami. —sacudió su cabeza. Todavía seguía teniendo incrustado en su cabeza el uso de honoríficos, y el rubio pareció lanzar una esbozada risa ante eso.

— Si te sientes más cómoda diciéndome señor Kento, entonces llámame así. No tengo problema, mientras tú te sientas cómoda. —agregó, y cuando la contraria le regaló una sonrisa en respuesta, ambos se adentraron en el coche.

Overtime work. - K. Nanami Donde viven las historias. Descúbrelo ahora