capítulo dos.

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Su cerebro quiso recobrar la sensatez olvidada entre las brasas de la lujuria, pero cuando intentó alejar al hombre sintió esa fría arma tocarle el mentón en una clara amenaza. Inmediatamente detuvo sus movimientos y jadeó aterrorizado.

¿Así moriría, follado en la mitad de su sala por un atractivo delincuente?

Sin mencionar que Hyunjin estaba del otro lado de la línea.

El rostro del desconocido se escondió contra el cuello de Felix, gruñendo excitado por la lujuriosa situación aún manteniendo el arma contra el jovencito. Los dedos gruesos del hombre se insertaban muy adentro de ese estrecho canal, expandiendo sus paredes con las ansias de sentirlo listo para recibir algo más grande.

- Mmgh..., para, por favor -suplicó Felix en tono bajo, tanto que apenas Bang Chan lo escuchó.

- ¿Eso quieres, gatito? -inquirió ronco-. Lo siento, pero yo necesito probar tu culo antes.

El hombre se irguió y dejó el arma a un costado, retiró sus dedos del agujero de Felix decidido a tomar el pequeño cuerpo frente a él. Bajó su cremallera y sacó su miembro, tan erguido y ansioso como el mismo Bang Chan.

- N-no...

El delincuente esbozó una sonrisa socarrona, tan cínica que causó escalofríos en el cuerpo de Felix. Abrió con rudeza las piernas y dejó en medio su miembro, rozándose con la dulce intimidad del joven, acariciándose contra el pene ajeno.

- No hagas esto -jadeó quedito.

Felix estaba, por decirlo menos, en la encrucijada más grande de su vida, siendo que su mente se debatía contra la calentura lasciva de su cuerpo. Quería que ese hombre lo follara, pero bien sabía que no era correcto, era demasiado peligroso.

Con la mano temblorosa logró alcanzar un condón escondido en un pequeño cajón de la mesa ratona, entonces se lo extendió al hombre que planeaba tomarlo sobre el sofá. Bang Chan se mordió el labio inferior y aceptó el preservativo.

- ¿No te gustaría ponérmelo tú? -preguntó burlón, así desgarró el empaque y se calzó el condón-. ¿Listo?

Felix torció el gesto ante la burlesca voz del hombre, mas su cuerpo reaccionó con voz propia y empujó sus caderas contra la ingle del delincuente a quien su acción causó gracia.

El jovencito era, en palabras del temible delincuente, un terrón de azúcar con un relleno caliente. Tan inocente a la vista, pero tan sucio y necesitado. Y su cuerpo estaba fascinado de haberse encontrado con esa joya al entrar en esa casa. Sabía que se llamaba Felix, según escuchó que así lo llamaba el novio de su víctima del otro lado del teléfono.

¿Acaso no le daba cargo de conciencia permitir ser tomado cuando su novio podía escucharlos?

Ese joven debía ser más descarado de lo que aparentaba.

Por supuesto, se podía alegar que estaba bajo amenaza y un arma asustaría a cualquiera, aunque la que tenía él no estaba ni siquiera cargada.

- ¡Ah! -chilló Felix cuando ese miembro ajeno comenzó a abrirse camino en su cavidad.

Tan grueso y largo que el joven pensó lo dañaría, pero no era así. A pesar de la insana necesidad del hombre por tomar el delgado cuerpo a su merced, aún era cuidadoso, ingresando su miembro con lentitud en medio de suaves empujes.

Felix cerró los ojos, preso del ardor que invadía a su cuerpo. Era ese mismo calor que lo empujó a abrir las piernas ante ese desconocido, ahora ese fuego lo lastimaba, pero sabía que después de la primera chispa, desearía ser quemado.

- Para ser un chico tan lascivo estás muy apretado -comentó el mayor al sentir que su grueso miembro era asfixiado por las cálidas paredes del joven.

fight for love › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora