capítulo diecinueve.

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Cinco años más tarde...

Bajó del avión en medio de la misma zozobra que lo abrazó el día que se fue. El escenario no cambió mucho en los años que estuvo fuera, aunque sí se sentía diferente, tal vez porque él mismo cambió en ese tiempo. Ahora aquellos rastros de alegría y júbilo de su juventud estaban ocultos tras la sombría madurez que tendía a mostrarles a todos. Años de soledad y abandono le provocaron eso. Sus padres lo visitaron en ocasiones que podía contar con los dedos de la mano derecha; su madre quizás batió el récord de siete visitas durante cinco años. Su padre, por el contrario, cuando lo visitaba tendía a verlo fuera de la propiedad Lee no queriendo encontrarse con Jiho o Hana. Un infantil, así lo creía Felix, y un insensato por haber rehuido a la verdad por tantos años.

Sungjae y Nayeon estaban ya esperándolo fuera de la sala de arribo. Ambos ansiosos de ver a su hijo luego de tanto. Lo vieron llegar junto a sus abuelos y la sorpresa no fue del gusto de Sungjae.

Hana lucía muy nerviosa y casi temerosa de ver a su hijo. Al acercarse, el ceño fruncido de Sungjae se hizo más evidente y Hana tembló por ello. Jiho la tomó de la mano y murmuró palabras para tranquilizarlo.

- ¡Felix! -celebró Nayeon al lanzarse a los brazos de su hijo.

- Hola, mamá. Hola papá.

- Hola, cariño -respondió Sungjae, manteniendo sus escrutadores ojos sobre su padre y su pareja.

Los saludos casi murieron ahí, aunque Jiho y Hana hayan saludado a la otra pareja, de no ser por el golpe que le propició Nayeon a su marido.

Fueron a la mansión Lee luego de ello, en medio de un sórdido silencio que no sorprendió mucho a Felix. No podría ser de otra forma cuando sus padres y sus abuelos eran los bandos opuestos en la batalla.

Al llegar a la casa, Felix notó que hasta ese lugar hubo cambiado. Su madre sembró enredaderas en la reja de entrada cuyos pintorescos brotes le dieron un aura de tranquilidad. Y a su mente llegó la memoria de una noche agitada en brazos de un extraño.

"Aquí inició todo..., y aquí se terminó".

Volvió a instalarse en la recámara de donde su padre lo sacó, no podía culparlo pues el hombre le hizo un favor, aunque haya sido doloroso. Él le hizo ver que para Bang Chan, Felix no significaba sino el objeto más prescindible del universo que ante la vaga exigencia del joven por recibir un amor recíproco, se vio lanzado fuera de la vida de quien creía era su amante. Quizás lo era, pero la palabra estaba terriblemente mal usada hoy en día.

El recuerdo de Bang Chan le provocó nostalgia y aún le causó un dolor en el pecho que bajó hasta la boca de su estómago. Durante esos años se mantuvo solo, mayormente, hasta que conoció la persona con quien salía y planeaba casarse; sin embargo, para su desgracia, eso no significaba que haya olvidado el boxeador. Era más sencillo arrancar de su piel una bala a arrancarse del corazón al hombre.

- Deberían fingir al menos un poco que les alegró la llegada de mis abuelos -mencionó Felix, acomodando la ropa de su maleta en las perchas del guardarropa.

- No esperábamos verlos -alegó Sungjae.

- De eso se tratan las sorpresas. Sin embargo, no llego a entender tu repudio hacia ellos. ¿Qué te hicieron, mamá?

- No los repudio, ¡por Dios, Felix! Es sólo..., que a tu padre no le es fácil verlos aquí.

- Sí, ya me he enterado de eso, pero él está siendo muy terco, quizás si hablaran todo se solucionara.

- No es tan sencillo -replicó Sungjae, entrando en la recámara-. Pero no quiero hablar de ello. -Como siempre-. Mañana por la noche celebraremos tu regreso con una fiesta en el hotel Regis, hemos invitado a tus amigos.

fight for love › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora