capítulo veinticuatro.

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Sin saberlo, sus ojos sentimentales lloraron un mar entero al leer la carta, sus labios crepitaban al intentar balbucear palabras que sonaron a incoherencias, y su corazón celebró un éxito todavía desconocido. Bang Chan, que lo miraba a tres metros de distancia, estaba casi demasiado asustado al verlo llorar como para acercarse, quizás porque creía que, de tocarlo, lo volvería a lastimar. La experiencia de la primera vez lo dañó también a él y no ansiaba una segunda probada de ese trago.

- Eres un estúpido -farfulló Felix, dejando el paquete de cartas sobre la cama. Continuó-: Nunca ibas a enviarme estas cartas... En primer lugar, no tenías mi dirección, y en segunda, idiota, los emails sirven más que el correo postal.

-... Pensé en entregártelas yo mismo, creí que sería buena idea regresar a Suiza una última vez e intentar..., creí que aún podía tenerte.

- ¿Por qué no lo hiciste?

- Antes de comprar el boleto, hace medio año que es cuando te escribí la última carta, Hyunjin me advirtió que tú ya me habías olvidado y que tenías a alguien más. Me sentí un tonto por amarte y esperar que tú lo hicieras también cuando yo te lastimé tanto. Así que decidí solo dejarte ir.

- Y ahora..., ¿por qué ahora, cuando regresé, quisiste...?

- Porque verte otra vez me hizo desearte como un loco, entonces te vi a lado de ese hombre y no pude evitar sentir celos. Yo te lastimé y causé tu distanciamiento, ¡dios!, incluso admito que merezco tu odio, pero no puedo evitar amarte.

Con sus toscos dedos, cuyas yemas callosas fueron forjadas tras los guantes de boxeo y cintas de precaución, acarició las suaves mejillas de ese muchacho que lloroso lo miraba; limpió las gotas saladas y le brindó su calor. Cuanto ansiaba besarlo, hacerlo como nunca antes en su tórrida relación pasó. Quería acariciar esos labios con el fuego de su cariño, que sus lenguas calientes compartieran más que un simple roce, y quería que ese beso los llevase a muchos más.

- ¿Por qué no podías am-marme antes?, ¿Qué te impedía corresponderme? -quiso saber, aunque su voz quebrada le avergonzó.

- Porque nunca creí que yo podría amar a alguien. Viví mi vida como más me plació y no me importó nada más. Era todo... Yo no soy un buen hombre, lo sabes, y cuando me lo confesaste esa noche me sentí acorralado y asustado. ¿Qué podía darte yo? Y ni siquiera me veía a mí mismo en una relación. Soy un bastardo por haberte lastimado, lo reconozco, y lamento eso.

-... ¿Cuándo te diste cuenta que me amabas?

- Cuando ya no te tuve a mi lado -contestó, franco-. No era el hecho de no tenerte en mi cama, era la soledad que me causó tu partida.

"¿Y ahora qué hago, Bang Chan? Pasé mucho tiempo soñando con escuchar esas palabras salidas de tu boca, pero ahora que ha sucedido, me encuentro asustado y no sé reaccionar", pensó Felix, afligido.

Nervioso, Felix se vio en una encrucijada como hace muchos años. Debía tomar una decisión en ese momento y quizás ya lo hizo, o al menos su empedernido corazón lo hizo. Aunque su corazón estaba agrietado por los temores que le causó Bang Chan, sabía que sólo ese hombre lo ayudaría a sanar; sólo él sanaría esas heridas.

Sus pies se elevaron sobre sus puntas, así sus labios lograron alcanzar los dulces belfos de Bang Chan. Sus manos apresaron los hombros del boxeador en medio de ese conocido temblor que sacudió su cuerpo. Casi fue demasiado torpe, pero simplemente se debía al nerviosismo de ambos.

- Te amo -dijo Bang Chan.

- También te amo, Chan.

- ¿Es correcto que te bese?

- Sólo hazlo, no lo pienses.

Lo besó de nuevo. Bang Chan empujó el cuerpo de Felix sobre la cama y se subió sobre él. Con sus manos retiró la ropa de Bang Chan, no le importaba otra cosa sino sentirlo. Y él mismo se vio preso de las exigencias del boxeador. Sus cuerpos desnudos se restregaron en un frenesí lleno de obsceno deseo. Sus miembros se tocaron y saltaron.

- Mmgh...

La mano zurda de Bang Chan apresó el miembro de Felix, un fuerte abrazo que le provocó sollozos, luego lo masturbó lento. Felix arqueó la espalda y empujó su cadera contra la mano del hombre, desesperado por caricias que apagasen el fuego que quemaba su vientre.

- Shhh..., te haré sentir bien.

La voz deliciosamente ronca del motociclista fue un detonante para la lujuria de Felix. Su lado desinhibido saldría a la luz y se dejaría llevar por su amante.

El pene mojado del bailarín estaba cerca del orgasmo, pero Bang Chan quería verlo deshacerse cuando su polla surcara el agujero húmedo del chico.

- Tus dedos -suplicó Felix, contoneando sus caderas hacia Bang Chan-, por favor.

- A tus órdenes.

Dos de sus dedos mojados por el presemen de Felix entraron en el culo del muchacho, pujando por el espacio necesario para existir. Cuando sus nudillos chocaron contra los pliegues y Felix parecía acostumbrado, Bang Chan los movió lento, abriendo y cerrando sus dedos, incluso llegando más adentro, demasiado cerca de ese lugar que llevaría a Felix a llorar de placer.

Ingresó un tercer dígito, pero lejos de causarle malestar a Felix, este lo incitó diciendo:

- Duele. -Aunque parecía una queja, su tono lascivo era demasiado incitante como para no seguir.

Bang Chan retiró sus dedos pronto, dejando en soledad ese obsceno agujero. Con sus manos elevó las delgadas piernas de Felix y las calzó sobre sus hombros; tomó su polla y la acarició mientras sus ojos se deleitaban con la sensual imagen de Felix jugando con sus pezones. Los dedos del chico pellizcaban esos botones rosados y los estiraban como Bang Chan mismo ansiaba hacer. Su glande acarició la entrada y pujó duro contra ella para entrar de un solo golpe. Felix chilló complacido y una sonrisa morbosa surcó sus labios.

- ¡Ah, a-así! -gritó, olvidando que en la casa estaba también un niño durmiendo.

Bang Chan, para callarlo, llevó sus dedos a la boca de Felix y le hizo chuparlos. La polla del hombre tembló y creció aún más dentro de su amante al verlo lamiendo con avidez sus dígitos. La tortura más deliciosa era ver el placer de tu amante sobre tus propias sábanas.

Su polla golpeaba vigorosa las mejillas sonrosadas de Felix, sometiendo su cuerpo a la voluntad del verdugo. Felix llevó su mano a su miembro, acariciándolo al mismo ritmo frenético que los empujes de su amante. Los sonidos mojados los enloquecían, nublando su juicio en una bruma de rojo oscuro.

- Más adentro...

Retirando sus dedos de la húmeda boca de Felix, Bang Chan se encorvó para probar el sabor de los labios de su amante, sin dejar de empujar sus caderas contra el orificio. Sus bocas chocaron bruscamente y abiertas se permitieron jugar con sus lenguas entre hilos de saliva que bajaban por la barbilla de Felix.

- Voy a impregnarte -gruñó, advirtiendo su orgasmo que rozaba el de Felix.

Bajo duros empujes, Felix se corrió sacudiendo su miembro bajo su tacto y largas tiras de semen ensuciaron el pecho y la mandíbula de Bang Chan. Entonces, el boxeador golpeó con furia el punto dulce de su amante y dejó su glande ahí al sentir los espasmos internos que recorrían a Felix; como sus calientes paredes se contraían y su punto dulce se sacudía en pleno éxtasis, así llegó al orgasmo él también.

Sin retirar su polla, Bang Chan dejó su cabeza descansar contra el cuello mojado de Felix, calmando su respiración y su alocado corazón.

"Tocar el paraíso con las manos..., es tenerte entre mis brazos, Felix".

- ¿Eres mío? -le preguntó, aún escondido contra el cuello del muchacho.

- Supongo que siempre lo he sido.

-... También soy tuyo.

FIN.

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¡gracias por leer!

fight for love › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora