capítulo deciseis.

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Felix despertó con un punzante dolor en la cabeza. Al abrir los ojos se halló en la blanca habitación de un hospital, divisó a sus padres sentados en un sofá en el rincón y a Jeongin parado a su lado. Estaba mareado y con los músculos agarrotados, casi ni los podía mover. Recordó fugazmente el atentado y se sintió tembloroso de nuevo, con miedo de ser víctima de algo semejante otra vez. Tomando una respiración, vio a Jeongin y le habló:

― J-Jeongin ―llamó con la voz rasposa, seca por la falta de líquido en su garganta.

― ¡Felix! ―chilló el joven, alertando a los padres de Felix que se acercaron apresurados.

― Cariño, ¿cómo te encuentras?, ¿te duele algo? ―preguntó su madre, Nayeon, que lucía tan acongojada, con la piel pálida y los ojos ensombrecidos.

Felix asintió levemente y murmuró palabras incoherentes. Entonces Nayeon mandó a llamar al médico con Jeongin. Sungjae miraba al chico con preocupación oculta tras unos chispeantes ojos disgustados. Felix tembló anticipadamente.

― Estábamos tan asustados cuando Jeongin nos llamó diciendo que te habían asaltado.

― No debiste estar fuera de casa a esa hora, mucho menos cerca de un bar ―masculló su padre.

― Sungjae, ahora no ―regañó su esposa.

Entró el médico y una enfermera justo detrás de Jeongin. El médico tomó una pequeña linterna con la que apuntó a los ojos del chico y la movió de un lado a otro probando la reacción del muchacho. Revisó la herida y le hizo varias preguntas para descartar una contusión más severa que pudiese derivar en la falta de recuerdos. Felix pensó que era un gran drama por una cortada tan insignificante.

― Está bien por ahora ―fue su veredicto―, pero recomendaría hacerle un chequeo en unos días para descartar cualquier anomalía. El alta se lo darán mañana en la mañana.

El hombre se marchó.

― Jeongin, ¿él está aquí? ―preguntó en tono bajo, intentando que sus padres no lo escucharan, pero falló enormemente.

― No, Felix, ese muchacho no está aquí ―le respondió su madre.

― ¿Qué hacía un hombre como ese contigo? ―rugió Sungjae.

― Es un amigo.

― Él tiene más cara del delincuente que te atacó que de un amigo tuyo.

― Señor Lee, fue Bang Chan quien trajo a Felix aquí al hospital ―intervino Jeongin, buscando acompasar el ambiente tan tenso.

― ¡Puedo apostar que si te atacaron fue por culpa de ese bastardo!

― No es así, papá, ellos querían mi auto.

― No me importa, Felix. Tienes terminantemente prohibido acercarte a esa gente.

― Sungjae, cálmate ―pidió Nayeon, poniendo su mano derecha sobre el hombro de su esposo.

El hombre mayor recibió un mensaje en ese momento, enrabiado como estaba decidió que tomarse un tiempo para respirar sería lo propio. Revisó el correo que le envió su asistente y el contenido lo enervó mucho más. Un paquete de fotografías donde Felix era el protagonista de vergonzosas acciones. Torció el gesto y le tendió el teléfono a Nayeon. Su esposa jadeó al ver la primera desvergonzada fotografía donde Felix estaba bailando sobre el escenario del club y aún peor fue ver las demás fotografías donde su hijo intimaba sin pudor ni conciencia en cualquier lugar con aquel hombre de mala familia.

― ¿Es esto lo que haces en las noches? ―bramó―. No crie a mi hijo para que se convirtiera en un ramero de burdel.

― Papá... ―sollozó Felix, angustiado al verse descubierto de la forma más humillante―. Yo..., lo lamento.

fight for love › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora