capítulo quince.

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Salieron del local cerca de las dos de la mañana, charlando entre gorgoteos risueños y el calor de la bebida, aunque no podían llamarse ebrios, sí estaban embarcados en un alegre barco. Fuera del club, por la puerta de atrás, se hallaron con la densa oscuridad, a pesar de que las luces de Seúl eran un faro brillante que alumbraba todo. El auto de Felix se encontraba en el parqueadero a tan solo unos pocos metros, mientras que la motocicleta de Bang Chan estaba ilegalmente estacionada junto a los lujosos autos de los ejecutivos del club. Para lo que le importaba.

Trastabillando sobre el pavimento, Felix logró llegar a su coche y se apegó contra este, sintiendo lo débiles que estaban sus piernas luego de haber bailado esa noche y haber estado bebiendo con Bang Chan. Como si no fuera suficiente la presencia de Bang para alterarlo, ahora el alcohol también causaba estragos en su lento sistema.

- Un Porsche 911 rojo -silbó Bang Chan con sorpresa-. ¿Te lo regalaron mamá y papá por tu cumpleaños?

Felix soltó una fuerte carcajada que retumbó en su pecho. Entonces, con altanería le contestó:

- No, este me lo compré yo. El auto que me regalaron mis padres era un Rolls-Royce Wraight y fue cuando me gradué de la secundaria, aunque el auto nunca lo sentí como mío.

- Y te compraste uno que encajara contigo -se mofó Bang Chan.

- ¿Te gusta? -preguntó y siguió-: No creí que fueses un hombre de autos cuando amas esa motocicleta tanto como a tu vida.

- Soy una sorpresa sobre ruedas. Además, yo creí que tu auto predilecto sería uno color rosa brillante, con brillantina en los asientos.

- De hecho, mi tío me regaló uno así cunado era niño, aunque era más bien la homologación de un Hummer en versión más pequeña.

- Eres insoportable -masculló el boxeador con una sonrisa ladina en los labios.

Y entre risas fueron inconscientes de la presencia de otros que con mala intención se les acercaron. Seis hombres malencarados y con ropa andrajosa los rodearon, todos ellos con expresiones lúgubres, terroríficas.

- Hemos encontrado una mina de oro -ladró uno de ellos.

Bang Chan frunció los labios y apretó los puños.

- Largo.

- Aquí el que debería irse eres tú -atacó-. La princesa del dinero no necesita tu protección.

El boxeador gruñó bajo, disgustado por los maleantes tanto como el aroma a licor que salía de sus bocas. Se le antojó tenderlos en el suelo de un par de golpes, pero podía asegurar que esos hombres estaban armados, y él no tenía nada más que sus puños. Una pelea desigual que no presagiaba nada bueno.

- ¿Qué quieren? -se atrevió a preguntar Felix, dejando su miedo de lado.

- A ti.

La respuesta le regresó el temor al muchacho, que tembloroso tomó a Bang Chan del brazo como buscando ayuda.

Tres de ellos sacaron navajas afiladas y con ellas amedrentaron a Bang Chan para que se apartara del joven. A tirones lo lograron y cuatro hombres rodearon a Bang Chan como una burda muralla, mientras el resto de ellos iba a por Felix. El pobre muchacho temblaba de miedo y sus ojos lagrimeaban sin poder detener el llanto.

- ¿Ese bonito auto es tuyo? -ronroneó uno de ellos apresando el cuerpo de Felix entre sus brazos.

- S-sí.

- Quiero las llaves y tu billetera -demandó.

Felix sacó de su bolsillo trasero de su jean las llaves del auto y de la bolsa donde cargaba su ropa para cambiarse luego del espectáculo, tomó su billetera y se las entregó.

fight for love › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora