Nunca era buena idea iniciar la semana enojado, pero Minhyun no lo podía evitar. Al menos no esa vez. Sus padres lo habían anotado como voluntario para ayudar a limpiar las clases de los chicos del kínder. Sus días en el internado eran bastante aburridos ya. Lo único que lo hacía feliz era el club de canto, y los momentos que pasaba con sus amigos. Ahora tendría que decirle adiós a un par de sus horas libres, y dedicarlas a rejuntar juguetes, y limpiar regueros de jugo de manzana. No era lo que él deseaba, pero sus padres creían que era una buena manera de ayudarlo a entrar en contacto con los niños. Minhyun soñaba con ser profesor de preescolar, sin embargo, para un adolescente de 16 años, nunca es divertido despegarse de sus ratos libres. Era su primer día, y le sorprendió ver aquella aula que lo recibió en su primer día de clases, exactamente igual a la primera vez que la vio. La misma alfombra circular, decorada con mil colores, solo que ahora, estaba increíblemente percudida. Había algo nuevo, una casa de plástico enorme, llena de pequeños juguetes. Desde muñecas hermosas, hasta animales de plástico como leones y dinosaurios. Vio un pequeño muñeco que le llamó la atención. Un niño con la mano derecha mordida, y con los pies ya despintados. Minhyun lo tomó para analizarlo más de cerca
—Su nombre es Mike— Escuchó que alguien decía a sus espaldas, pero no volteó.
—Lo sé— Respondió, justo acababa de reconocerlo— Antes era de alguien que conozco— Sonrió de lado— Le gusta el helado de limón, y la ralladura de coco. Viene de una playa lejana, pero tiene una herida en su mano porque...
—Lo mordió una tortuga— La voz terminó la frase de Minhyun, quien giró sobre sus pies para toparse con la cara melancólica de Aron— ¿Lo recuerdas aún?— Aron traía una caja en sus manos, no era necesario mirarla muy de cerca para saber que eran juguetes, de ella sobresalían unos autitos de juguete y una raqueta de tenis de plástico. Minhyun asintió. Su cara estaba completamente roja, y no sabía por qué se encontraba tan aterrado. El simple hecho de tener a su antiguo amigo cerca, lo hacía temblar de los nervios, pero lo peor de todo, eran las enormes ganas que tenía de abrazarlo. Hacía mucho tiempo que no lo veía, al menos no tan de cerca, al menos no a solas. Aron seguía siendo más bajo que él por unos cuantos centímetros, pero a pesar de eso, lo intimidaba como nadie.
—Me dijeron que le diera la caja al nuevo ayudante ¿Ese eres tú? — Sí, claro que ese era él, pero no pudo pronunciar ni una sola palabra para aclarárselo— Supongo que sí— Dijo el mayor rascándose la nuca— Estoy donando todos mis juguetes, tengo dos cajas más que traer esta semana— ¿Aron había donado a Mike? Tiempo atrás, parecía que jamás sería capaz de hacerlo. Mike era un juguete diminuto comparado a su tan preciado Optimus, que aún conservaba en un estante, dentro de la habitación que compartía con Jonghyun. Para Aron, ese muñeco parecía tener el mismo significado que Optimus Prime para Minhyun. Claro que ya habían crecido, y tal vez él era la única persona que aún no se había deshecho de su juguete favorito de cuando era niño. Nunca lo haría, ese robot era su pañuelo de lágrimas, aunque siempre parecía provocarlas, en realidad. Minhyun extendió sus manos hacia la caja, y Aron se la entregó sin pensarlo demasiado. Luego se alejó de él, caminando en dirección a la salida.
—Fue bueno verte—dijo el más bajo— Siempre lo es— dice bajito, y sale rápidamente de la clase, cerrando la puerta antes. Minhyun cae con la caja en sus manos, y aunque todos los juguetes se esparcen por el suelo, no le importa nada, y se hace bolita en la alfombra con los ojos llorosos, y unas enormes ganas de gritar. ¿Por qué verlo le hacía tanto daño?
(...)
Aron llegó a su habitación con un sentimiento extraño en su pecho. Minghao estaba recostado en su cama, Jun estaba dormido en su regazo, mientras el menor leía un libro. Cuando Aron cierra la puerta, este lo voltea a ver. Jamás llegaba tan temprano. Normalmente se pasaba las tardes en la cafetería o el arcade con Vernon, así que era raro verlo llegar a esa hora, y aún más, con esa cara estresada que ponía solo antes de un examen.
—¿Estás bien?— Pregunta preocupado el único de los chinos que se encontraba despierto— Parece que has visto un fantasma— Continúa su amigo. Bueno, no fue exactamente un fantasma, pero sí una persona que lo hacía sentirse tan raro como si enserio hubiera visto uno. Había visto a Minhyun antes en los pasillos del internado, en la cafetería, en la biblioteca, o incluso lo había escuchado cantar en eventos, pero nunca tan de cerca. Era la primera vez desde que dejaron de hablar, en la que cruzaron palabra, o al menos él, porque el que había sido antes su mejor amigo, no había dicho ni una sola, desde que se percató que a quien le hablaba era él. Su piel seguía tan pálida como siempre, cada día lo veía más alto, y debía admitir, que tenía una belleza etérea. Nunca había visto a nadie así de perfecto. Su amigo había intentado salvar su amistad varias veces. Incluso cuando Aron ya no se pasaba los recreos con él, Dongho, Mingi, Jonghyun, Woozi, y Seungcheol, su amigo no desistía de intentar charlar con él. Sacaba conversaciones de donde ya no las había. O quizá sí las había, pero él nunca se esforzó por continuarlas. En aquel tiempo, no pudo notar lo idiota que fue, pero años después, la ausencia de aquel chico que fue todo su mundo en algún momento, comenzaba a romperlo poco a poco.
—Sí, no pasa nada— Aron se deja caer sobre su cama, y el sonido de los resortes logra despertar a Jun. Este se sienta, y se recuesta en el brazo de Minghao, quien le da un beso en la frente, para luego volverse a su amigo estadounidense.
—¿Cómo te fue con los juguetes, Ron?— Pregunta el recién levantado— ¿Te faltan muchas cajas?
—Creo que me faltan más de las que pensaba.
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Bond || MinRon (Nu'est)
FanfictionDicen que hay lazos que son irrompibles, que hay lazos que duran para toda la vida, que resisten tormentas y sequías, que a pesar de los problemas, siempre permanecen fuertes. Dicen que hay lazos únicos, pero ¿cómo saber si tienes uno de esos? Aron...