Vera está perdiendo la cabeza.

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-Naomi...- 

Vera se levantó y tiró su escritorio de una patada, luego sacó una pistola y disparó a las estanterías que había por todo el despacho. Cuando las balas se terminaron comenzó a destruir todo lo que encontraba a golpes, hasta que el lugar no fue más que un montón de astillas y pedazos rotos.

Estaba jadeando por el cansancio cuando la puerta se abrió y entraron Daniel, Dylan y Arnold asustados por el escándalo que su jefa había armado al destruir todo.

- Lady Vera.- Arnold pateó una botella rota. -¿Se encuentra bien?-

Vera estaba roja por la ira. 

- Abran la celda de las chicas... Tengo hambre.-

La mujer salió con paso apresurado de la habitación sin importarle si ellos la seguían o no, caminaba tan rápido que Arnold tardó unos minutos en llegar a su lado.

-¿Está segura? ¿De verdad quiere...?-

-Abre ya.- Vera se detuvo frente a la celda de las chicas, Arnold no se movió. -Que abras.-

-No.- Vera se giró hasta quedar frente a frente del hombre de vivo cabello naranja.

-¿Crees que ahora puedes desafiarme?-

Arnold se puso frente a la celda y abrió los brazos como si eso protegiera a las chicas de Vera.

-Idiota...- Murmuró entre dientes Vera antes de dejar inconsciente a Arnold con un golpe. Luego de mala gana abrió la celda y entró.

Todas estaban apretujadas en un rincón a causa del miedo. Después de lo que había pasado durante la sesión de drogas ninguna quería arriesgarse a enfurecer a Vera, de hecho Penny aún seguía con fuertes alucinaciones por culpa de las sustancias que su "ama" le había inyectado.

Vera las observó a todas con detenimiento, escogiendo cual sería su entrada, su platillo principal y su postre. Amaba a sus chicas, las amaba así como hacía mucho había amado a su hija y al igual que a ella no tenía ninguna molestia en sacrificarlas.

Las jóvenes tenían una expresión de cordero degollado, las más grandes intentaban consolar en silencio a las menores, Penny estaba acurrucada al lado de Rosa con los ojos perdidos... Todas ellas esperaban, esperaban con ansias a que Vera se fuera sin hacerles nada, cosa que no sucedería.

-Tengo hambre...- Repitió la mujer y un brillo bailó en sus ojos. Las chicas se estremecieron al escuchar eso, sabían a qué se refería y eso no hizo más que aumentar su miedo.

La mujer que acababa de entrar las estudiaba mientras en su interior su hambre por energía continuaba creciendo y todo, ¿por qué? O más bien, ¿por quién?

-Naomi...- 

Vera escupió el nombre de su hija como si fuera ceniza ardiente que le quemaba la boca, caminó hasta acercarse a Ivory y sin decir nada abrió la boca para arrancarle hasta el último pedazo de energía que tuviera.

Todas gritaron y se apartaron asustadas, todas menos Ali, quién se interpuso cortando la conexión de Vera con Ivory y uniéndola a ella.

Al final el cuerpo que quedó sin vida fue el de una joven con ojos naranjas y un cabello dorado... Era el cuerpo de Ali.

Vera lanzó el cadáver a un rincón, como si no fuera más que una muñeca rota y prosiguió a acercarse a otra de sus chicas con más sed de energía que nunca. Su siguiente víctima fue Perla, una joven de 17 años con la tez pálida, los ojos transparentes y el cabello lacio color plata. La chica se intentó liberar del agarre de Vera cuando esta la tomó y la elevó pero fue en vano, Vera no la soltó por más que Perla pataleó arañó y gritó pidiendo ayuda que nunca vendría.

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