-Sí, ellas son la mejor unidad de élite de la compañía.-
La extraña asintió levemente, miró su reloj y luego a Dahana.
-Ya deberían estar aquí.-
-Disculpe el retraso, quizá no tarden demasiado.- El tono de Dahana era de disculpa, le había dicho a Tania que deberían llegar temprano y ya iban más de diez minutos retrasadas. -Idiota...- Masculló la chica para sí.
La mujer rubia a su lado se mantenía inmóvil, iba vestida de traje, su cabello estaba recogido en una impecable coleta, llevaba además unos lentes redondos con armazón de oro sobre la nariz y sus manos estaban finamente enguantadas en seda.
El silencio estre ambas comenzó a volverse cada vez más incómodo y Dahana casi sintió alivio al ver aparecer el auto donde se suponía debían de venir Tania y su grupo.
Cuando el automóvil de un color rojo brillante se detuvo frente a las dos mujeres Dahana preparó su mirada asesina especialmente para Nevor, pero lo que pasó a continuación la dejó totalmente en blanco.
El chofer salió del auto y abrió la puerta trasera, Dahana esperaba ver la cara de indiferencia de su compañera pero en vez de eso vio a cuatro chicas salir rodando y caer en el suelo, casi sin inmutarse por la presencia de las dos presentes que aguardaban su llegada.
-¡Es mía!- Romina jaloneó el brazo izquierdo de Minerva.
-¡Claro que no! ¡Ella es mía!- Tania jaló el brazo derecho de la albina.
-¡HEY! ¡PAREN!- Suplicó Minerva, quién comenzaba a perder la poca paciencia que tenía.
-¡Ella es mía!- Nilsu se abrazó aún más a la cintura de la otra menor haciendo que esta hiciera una mueca de irritación.
La mujer rubia observó a Dahana en busca de una explicación pero solo se topó con el pálido rostro de la joven, la cual quería morirse de vergüenza.
-Ya, ya, ya.- Henna y Ruby salieron del auto y fue la primera quién le habló al resto. -Chicas cálmense, tenemos público.-
-¡¿Eh?!- Las cuatro alzaron la vista para toparse con el rostro sin expresión de Dahana y el rostro de enojo de la rubia.
-Vaya, vaya...- Unos tacones resonaron en el vacío estacionamiento a la par que una figura femenina se acercaba a la escena. -Eso, debo admitirlo, fue una gran entrada.-
Dahana por fin pareció salir de su trance y con bastante curiosidad le preguntó a la recién llegada:
-¿Usted es...?-
La rubia de traje se adelantó a responder.
-Ella es la señorita Dakota Sterye, jefa de la compañía URTAX y la persona que las contrató.-
-Aguarde...- Dahana estaba confundida. -¿Acaso usted no era Dakota?-
La rubia rio por lo bajo.
-No, yo soy su secretaria. Señorita Dakore a sus órdenes.-
Dakota sonrió, era una joven de 20 años, albina, con el cabello y ojos blancos cual nieve en invierno, era alta, más gracias a las botas con tacón que llevaba, vestía de forma casual, como cualquier persona común y corriente. A Dahana le tomó unos segundos asimilar todo.
-Así que tú eres Dakota...- Tania soltó a Minerva y se levantó, le tendió la mano a la chica y ella se la estrechó.
-Tania Nevor, ¿cierto?-
-La misma.-
Dakota sonrió más.
-He oído bastante sobre ti.-
-¿Ah sí?- Tania soltó la mano de la segunda albina y ayudó a su equipo a ponerse de pie. -Ellas son...-
-Las conozco.- Interrumpió amablemente Dakota. -Henna, Romina, Ruby, Nilsu y....-
-Minerva.- La pequeña se sacudió la ropa.
-Un gusto.-
Minerva sonrió y luego volvió a su expresión seria.
-Me alegra de que por fin estén aquí.- Exclamó Dakota y luego se quedó callada, se acercó a Tania y le pasó una mano por el cabello sobresaltando a la chica. Dahana apretó los puños al ver la escena pero se relajó un poco cuando se percató que Dakota lo había hecho para quitarle a Tania una basura que estaba atorada en su melena. -Tenías una basura...- Dakota le mostró la pelusa a Tania.
Al instante la chica se sacudió la cabeza y se sorprendió al sentir la mano de Dahana en su brazo.
-Bueno señorita Dakota...- Empezó Dahana.
-Solo Dakota por favor, odio los formalismos.-
-Bueno, Dakota... ¿Podríamos hablar sobre el asunto de la misión en un lugar más privado?-
Dakota asintió.
-Por favor síganme, les daré todos los detalles en mi oficina... Además Iktan debe de estar esperando a que lleguemos.-
-¿Iktan?- Cuestionó Dahana y al instante Dakota se ruborizó.
-Es mi pareja...-
-Ah...-
-Sí, ahora vamos.-
Comenzó a andar con las chicas pisándole los talones, sin embargo Tania las dejó adelantarse unos pasos, cuando Minerva vio que hacía puso los ojos en blanco y se tapó los oídos.
-No quiero escuchar cosas cursis... Con permiso.- Dijo antes de acelerar el paso para darles más privacidad a las dos chicas.
Tania sonrió al verla irse y luego centró su atención en Dahana quién aún se aferraba posesivamente a su brazo.
-Celosa...- Dahana alzó la mirada y bufó.
-Déjame, ¿si?-
Tania se soltó de su agarre y le pasó un brazo por los hombros atrayéndola más cerca, las mejillas de Dahana se colorearon de rojo.
-¿Qué pensaste?-
Dahana comenzó a hacer uno de sus habituales pucheros y se pegó al torso de Tania escondiendo la cara debajo de su brazo.
-Pensé que si volvía a acariciarte así la iba a volver omelette de Dakota con chocolate.-
Tania rio y luego besó la cabeza de su compañera.
-Eso es cruel... Cocinar a un cliente, que mala.-
Dahana se encogió de hombros.
-Nadie toca a mi idiota.-
Tania suspiró y siguió andando con su pequeña celosa aferrada a su cuerpo, cuando llegaron a la oficina de Dakota un joven castaño estaba intentando alcanzar un libro de un estante bastante alto, el pobre se calló al ver a Dakota acercársele, la joven corrió a ayudarlo y una vez de pie les regaló a todas una cálida sonrisa.
-Hola, soy Iktan Filandy Esmirne...-
Tania abrió los ojos como platos al ubicarlo y sin soltar a su pareja se acercó al chico.
-¿Iktan? ¿Little?-
Él parpadeó velozmente al reconocerla y le revolvió el cabello en un gesto fraternal.
-Hola, un gusto verte de nuevo hermana.-
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Nevor
RandomEn un mundo casi igual al nuestro la delincuencia está por doquier, los cárteles dominan los nueve continentes y se deleitan con el poder y el caos que generan. Melien es una isla, cede de la delincuencia en el mundo y madre de los dotados, personas...