La nueva Élite.

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La oscuridad de la noche inundaba toda la ciudad, abajo algunos autos pasaban en las solitarias calles, era ya tarde y el tráfico casi no existía en las avenidas. La luna iluminaba el cielo, sus rayos de luz plateada cortaban la oscuridad y brindaban algo de iluminación a los barrios más decadentes de la capital de Melien.

En la azotea de uno de los tantos hoteles de Melien seis chicas estaban paradas, esperando...

Las dos de la orilla eran Ruby y Henna, a su lado estaban Romina y Nilsu, en el centro Tania tenía la mirada perdida y a un lado de ella la albina se  vendaba las manos aunque no había rastro de herida en ellas.

Todas guardaban silencio, observaban la ciudad desde lo alto y de vez en cuando se apartaban de la cara los mechones de cabello que el viento les revolvía. En eso el timbre del celular de Tania sonó y esta no tardó en responder.

-¿Si?-

"-¿Dónde se encuentra mi nueva élite?-" La voz de Dahana era puro orgullo y alegría lo cual logró sacarle a Nev una brillante sonrisa.

-Estamos en posición.-

"-Bien, el helicóptero llegará en cinco minutos.-"

Todas miraron confundidas a Tania, Minerva solo alzó una ceja y luego negó con la cabeza. 

-¿No era un avión?- Preguntó Tania.

"-¿Hay alguna diferencia? Ambos vuelan, ¿no?-" Respondió Dahana con aire inocente.

Tania suspiró.

-Okey, aquí esperamos.-

"-Las veré cuando lleguen.-"

-Sí.-

La llamada se cortó y Minerva le lanzó una mirada socarrona aNevor.

-¿Qué?- Cuestionó esta.

Minerva se metió las manos ya vendadas en los bolsillos.

-Nada...-

Tania observó con curiosidad a la menor que, a pesar de verse como una niña tenía una mirada sínica que arruinaba todo su encanto. La albina descubrió que Nev la estudiaba con curiosidad e hizo una mueca.

-¿Qué?-

La joven de colitas le acarició el corto cabello blanco a la pequeña.

-Nada...-

Minerva abrió la boca para protestar pero el ruido de la hélice  del helicóptero ahogó su voz.

-¡Es hora!- Exclamó Romina a gritos para que todas lograran oírla.

Tania asintió, desapareció el bate que sostenía en la mano izquierda y sonrió.

-Es hora...-

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