Había transcurrido una semana, aquella misma se había vuelto un enorme infierno para Jeongyeon. Sus trabajos finales se acumulaban cada vez más y mas. Sumado a eso estaba el horrible hábito que había adquirido su esposo de llegar a altas horas de la noche, borracho, a despertar e insultar a la jóven.
— Jimin, por favor, son las 3:30 de la mañana, ¿puedes calmarte e ir a dormir?
— ¡Eres la razón de todo esto! ¡Lo sabes! ¡Es tu culpa!— Gritaba el rubio mientras trataba de tomar el inexistente alcohol de su botella. — ¡Ah! Maldición.
— Lo bebiste todo, Jimin, ya no hay más. Vé a la cocina, te haré un café.
— No quiero tu mugroso café, ¡No quiero nada de tí! ¡¿Es que no lo puedes entender?! ¡Me repugnas! ¡Eres lo peor que me ha pasado!
— ¿Sabes qué? A la miérda. Todo este maldito tiempo he estado haciendo lo posible para hacer de nuestra convivencia lo más tolerable posible, pero no puedo contigo. ¿Crees que esto es fácil para mí? Es horrible, porque tú eres horrible, porque te comportas como un puto mocoso malcriado. Puedes hacer lo que quieras, si quieres gritar a cuatro vientos que tu vida es horrible, pobre de tí, hazlo, no me importa, puedes morirte maldito inútil. — Dicho aquello se dirigió a su cuarto, dando un portazo final.
Sería mentira si dijera que se sintió culpable por haber soltado todas esas cosas. Lo cierto era que aquello había sido lo más liberador que había hecho desde que se casó con él. De igual manera, un sentimiento de impotencia la consumía poco a poco, porque de ser un matrimonio convencional, ella ya estaría decidida a divorciarse, pero no era así, no podía hacerlo.
Con la poca energía que le quedaba luego de tanto estrés, se dirigió a su cama para recostarse y no levantarse más hasta el día siguiente, cuando debería entregar el trabajo final de confección.
Por su parte, el rubio quedó estático en su lugar, tratando de procesar todas aquellas palabras que habían salido de la boca de su esposa. "Maldita imbécil" susurró para sí mismo, sin embargo aquello no lo hacía sentir mejor. Tenía demasiado en su interior.
Quizás la ira y el alcohol no eran una buena combinación en ese momento, ya que decidido a tomar venganza, con la poca estabilidad que tenía, se dirigió al pequeño estudio de Jeongyeon.
Allí, reposando en un maniquí, se encontraba el trabajo de su esposa, aquel que le había llevado toda esa semana, mas noches en vela. Era un precioso vestido que, si algo malo le ocurría, ya no podría entregar, y, en su defecto, graduarse.
Jimin nisiquiera lo pensó dos veces, tomó las tijeras de la mesa y comenzó a cortar aquel perfecto trabajo. De esa bella pieza ya no quedaba nada más que tela cortajeada.
Sin sentir un minimo de culpa, apagó las luces del cuarto y subió las escaleras para poder dirigirse a su habitación y descansar.
-------------------
Muchas cosas en estos meses ¿No? El especial de Shanghai, la 4ta temporada de MLB y ¡KURA KURA! que lindo todo jajaja.