Luego de la boda seguiría la luna de miel, sin embargo, aquello era algo a lo que ambos se habían negado rotundamente, y fue lo único que pudo dejar pasar el señor Park. Él sabía que no podía obligarlos a amarse a la primera, sin embargo, haría todo lo posible para alejar a Jimin de Hyesun, por ahora era lo único que le importaba.
Luego de unos días, ambos tuvieron que salír de casa de sus padres para poder mudarse juntos a una enorme y lujosa mansión que había preparado detalladamente el padre de él.
Aquel proceso fue demasiado difícil para ellos, Jimin no quería convivir con Jeongyeon, Jeongyeon no quería alejarse de sus padres. Los Yoo eran una familia muy unida, puesto que, cuando el momento de la mudanza había llegado, no se hicieron esperar las lágrimas. Ellos seguirían en la misma ciudad, incluso cerca, pero no dejaba de significar una despedida.
En el momento en el que ella bajó del vehículo que la había recogido para llevarla a la mansión, pudo divisar a Jimin parado, junto a su padre, en frente de la enorme puerta de madera.
— ¡Bienvenida, querida! — Saludó animadamente el mayor mientras se acercaba a la jóven.
— Buenos días, señor Park. Buenos días, Jimin. — habló amablemente tratando de ocultar la enorme angustia que traía consigo.
— Buenos días. Bien, por favor entren. — Invitó mientras los dirigía a ambos al interior del lugar. — Déjenme presentarles a Bokhee — Dijo mientras una pequeña señora, ya mayor, se acercaba hacia donde se encontraban los tres. — Ella será su mucama y cocinera, estará aquí para ayudarlos en lo que necesiten. Yo debo irme ahora, nos veremos más tarde. — Dijo para luego despedirse mientras la mujer abría la puerta.
— Espera, papá ¿te vas tan pronto? — Finalmente soltó Jimin.
— Si, ya lo hablamos, tengo trabajo. — Posteriormente salió del lugar dejando a su hijo con la palabra en la boca.
A Jeongyeon se le hacía demasiado cruel la forma que tenía el señor Park de hablar con su hijo. Ella estaba segura de que, en su hogar, su familia seguía llorando por su partida, pero parecía que a aquel hombre poco le importaba despedirse de su hijo, es más, parecía que aquello era lo que quería.
— ¿Estás bien? — Soltó Jeongyeon en un tono bajo mientras se acercaba a su esposo.
— Estoy bien. — Respondió este de una manera seca mientras veía a otra dirección, cualquiera menos a su rostro.
— ¿Necesita algo, señor Park? — Habló Bokhee rompiendo la tensión.
Aquellas palabras impactaron en Jimin, "Señor Park" no estaba preparado para todo lo que estaba pasando a su alrededor, no estaba preparado para estar casado, para separarse de sus padres, para tomar responsabilidades, ¿cuando fue que ocurrió todo aquello?
— Estoy bien. No debe llamarme "Señor Park", solo digame "Jimin". — Respondió mientras levantaba la cabeza. — Si me disculpan, iré a descansar. — Soltó finalmente para luego dirigirse hacia las escaleras que conducían a la habitación.
— Dime, Bokhee...— Inició Jeongyeon. — ¿Hay alguna habitación que no sea la matrimonial en donde pueda descansar?
— Está la habitación de huespedes, señora Jeongyeon, pero ¿no irá con su marido? — Cuestionó confundida aquella señora.
— No lo haré.
Luego de aquello, Bokhee guió a Jeongyeon hacia la habitación de huéspedes, era más pequeña y fría que la matrimonial, sin embargo era lo que la jóven necesitaba, en esos momentos lo que menos quería era fastidiar a Park.
En aquel instante ambos muchachos recargaron sus cabezas sobre sus respectivas almohadas, ambos mirando un punto específico en el techo, mientras sus mentes viajaban al rededor de todo lo que les esperaba de ahora en adelante. Las lágrimas surgieron derepente, estaban frustrados, estaban deshechos, estaban casados.