El sonido de los fragmentos de lo que antes fue una taza de café pudo oírse resonar en la mansión. Jeongyeon estaba parada frente a aquél vestido, o más bien, lo que quedaba de él. Estaba estática, no reaccionó sino hasta segundos después. Ella quería llorar, quería gritar, era su trabajo, su esfuerzo, y se le había sido arrebatado por completo.
— Señora Jeongyeon, ¿se encuentra usted bien? — Bokhee se acercó asustada debido al estruendo.
— Bokhee, ¿Ya preparaste el desayuno de Jimin? — Fue lo primero que soltó.
— Claro que sí señora, ahora mismo estaba por llevárselo.
— No te preocupes por eso, dámelo, yo lo haré.
— ¿Está segura?
— Claro que sí.
Jeongyeon tomó con cuidado la bandeja de comida que había preparado Bokhee y subió las escaleras, encaminandose al cuarto de su esposo. Una vez dentro, dejó la charola con los alimentos encima de la mesita de luz, para únicamente tomar la jarra de café caliente, y con toda la ira que había acumulado en su interior los últimos días, la lanzó sobre Jimin.
— ¡¿Qué demonios te pasa?! — El rubio se levantó de golpe.
— ¡¿Fuíste tú, verdad?!
— ¡¿De qué hablas?!
— ¡Tú cortase mi vestido! ¡Tú lo hiciste, idiota!
— Sí, yo lo hice. — Respondió con una sonrisa de lado. — Estaba mal hecho, deberías agradecerme. Te hice un favor.
— Esto no es un chiste. Ese era mi trabajo final, si no lo entrego hoy ya no me podré graduar. ¡Tú viste cuánto me esforcé! ¡¿Por qué lo hiciste?! — Hasta ese punto ella jamás había dejado que él la viera llorar, no quería darle el gusto, pero ya no lo soportaba más. — Yo sé que me odias, no te culpo por eso, créeme que yo te odio más, pero no tenías que hacerme algo así.
— ¿Si no me soportas entonces por qué no le pides a tu padre que deshaga esta mierda?
— ¿Crées que es culpa de mi padre? Fue tu padre quien quiso esto, porque quería alejarte de tu novia, porque no sabes comportarte como un adulto. ¿Crées que disfruto estar en medio de tu mierda? Si dependiera de mí, nisiquiera estaría aquí, me desagradas tanto, pero no puedo hacerlo. Si deshago todo, tu padre romperá la alianza, y quizás nos deje en la calle. ¡Yo no tengo la maldita culpa de todo esto! — Apenas podía entenderse lo que quería decir, su respiración era débil, sus sollozos le oprimían el pecho, se sentía atrapada.
— Señora Jeongyeon, cálmese, por favor, venga conmigo. — Bokhee entró al cuarto para llevarse a la jóven, no se oía bién.
Por primera vez, Jimin había comprendido todo. Él entendió lo mucho que la había cagado, pues conocía a su padre, y sabía a la perfección que cada una de las cosas que esperaba su esposa, si en algún momento decidía terminar con aquella farsa, eran más que probables. Comprendió que ella no era más que una víctima en todo esto, tanto o más que él.
Ella no fue a clases ese día, debería aceptar que su trabajo había sido en vano y reprobar el último año. Se sentía humillada, se sentía destrozada, al borde del pánico. Quería correr, pero no había un lugar al cual huír.
— ¿Se encuentra bien, señora? — Bokhee la ayudó a recostarse en su cama nuevamente.
— Estoy bien, Bokhee, muchas gracias. — Respondió en un hilo de voz, pues tanto gritar la había dejado afónica.
— Con permiso. — La mujer salió de la recámara de la jóven.
— ¿Cómo se encuentra ella? — Tímidamente, Jimin se acercó.
— Sólo necesita descansar.
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Él estuvo en un debate mental toda la mañana sobre si acercarse o no a disculparse. Finalmente, a las siete de la noche, cuando vió que la jóven no bajó a comer, decidió llevarle la cena y hablar con ella.
Dió dos pequeños toques en su puerta con algo de nerviosismo, esperando una respuesta. Ella abrió lentamente.
— Te traje la cena. — Trató de sonreír. — No te la tiraré encima, lo juro.
— No tengo hambre. — Soltó con dificultad.
— ¿Puedo hablar contigo? — Ella lo dudó un segundo, pero finalmente se apartó de la puerta, dejando el paso libre. — Quiero disculparme contigo, no sólo por el vestido, sino por todo, fui un completo idiota, debí ser más empático contigo en lugar de fastidiarte tanto.
— Sí, debiste.
— Ocurre que, me siento tan atrapado, esta situación fue mucho para mí, yo quería estar con Hyesun, pero ella ya no quiere verme.
— Lo lamento.
— Pero eso no me da el derecho de hacer lo que hice. Lo lamento, Jeongyeon, si hay algo que pueda hacer...
— Sólo tratemos de sobrellevar esta situación lo mejor que podamos.
— Está bien.
— Ahora vete, debo descansar.
Aquella noche fue el primer acercamiento de ambos, quizás como amigos, o tal vez sólo compañeros, por un tiempo.
