Felicidades, están comprometidos.

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   Transcurrió algun tiempo antes de que ambos señores le dieran la noticia a sus hijos del dichoso compromiso. Para ese entonces los jóvenes habían tenido el suficiente tiempo para conocerse, o al menos un poco.

   A Jeongyeon comenzaba a agradarle aquel rubio, sin embargo para él, ella era simplemente una más a la que debería ponerle buena cara para evitar los reproches de su padre.

   Pero las cosas tarde o temprano tendrían que pasar, así fue aquel domingo. Jimin creía extraño que su padre organizara tantas veces cenas con la misma familia, puesto que aquel hombre no era alguien muy sociable, sin embargo aquella noche pintaba ser solo una más. Jamás se hubiese imaginado que tal noticia se haría presente.

   Para Jeongyeon también fue una sorpresa, si bien Jimin era un amigo a sus ojos, estaba muy lejos de ser un interés romántico para ella, de ninguna manera, tenía cosas mucho más importantes en las que estar centrada.

   De esa forma las palabras del señor Park cayeron como un balde de agua fría para ambos. La mesa quedó en silencio, no voló una sola mosca, los jóvenes quedaron boquiabiertos tratando de procesar lo que acababan de oir, el resto solamente los miraba expectantes a su siguiente movimiento.

— ¿Qué dices? — Jimin estaba perplejo.

— Lo que oyes, es un excelente trato que hicimos hace un tiempo con Yoo Changjoon.

— Yo no me casaré con ella.

— Jimin, compórtate.

— No, la he tolerado todo este tiempo para que me dejaras en paz, pero esto es suficiente, no me casaré con ella y no me interesa lo que hagas. — Dicho aquello empujó con fuerza la silla en la que estaba sentado y se retiró de la sala, poco le importaba lo que pensara aquella molesta familia, o lo que su padre pudiera decir después, las cosas eran lo suficientemente malas ya.

— Me disculpo por el comportamiento tan inapropiado de mi hijo. — Aquel hombre continuó la charla sobre el compromiso únicamente con Jeongyeon y su familia, su hijo no era tan importante, luego solucionaría aquel tema con él.

   Por su parte, la jóven estaba anonadada, poco entendía de lo que hablaba aquel señor, ¿cómo era posible que de un momento al otro esté comprometida?, ni en sus sueños más locos hubiese imaginado estar ante aquella situación, nunca había tenido nisiquiera un novio, no estaba lista, sin embargo estaba pasando. La cena terminó antes de lo debido, ambas familias se despidieron y volvieron a lo suyo.

   Al llegar a su casa, Jeongyeon buscó explicaciones con su padre. Necesitaba entender todo lo que ocurrió, necesitaba respuestas.

— ¿Hace cuánto tiempo estoy comprometida y por qué no me lo dijiste antes?

— Hija, todo pasó tan rápido, yo no me esperaba que esto sucediera pero...

— Pero pasó ¿cómo?

— Fue la condición que puso el señor Park para firmar la alianza.

— ¿Sin compromiso no hay alianza?

— Lo lamento, hija, yo no lo pensé en ese momento, si tú me lo pides iré y terminaré con esto, no quiero que cargues con algo que no te corresponde. — Aquel hombre tenía lágrimas en sus ojos, se notaba su arrepentimiento, y aunque les cueste, volverían a empezar de nuevo.

— No, yo lo entiendo. — Ella intentó consolar a su padre, desde que era una niña había admirado a aquel hombre, como se levantaba todas las mañanas y ponía el lomo al fuego por sus sueños, como se ponía de pié innumerables veces luego de tantos golpes. Ella sabía cuanto había peleado para estar donde estaba, y no se permitiría volver a verlo caer. — Si eso es lo que quiere él lo haré papá, no te preocupes.

— Jeongyeon...

— Haremos que esto funcione, siempre lo hacemos. — Le dedicó la más brillante de sus sonrisas y se retiró.

   Aquella noche la vida de ambos había dado un giro de 180°, sin embargo la cara que pondrían hacia aquello sería totalmente diferente. Jeongyeon estaba decidida a hacer que las cosas funcionen para su padre, sin embargo Jimin haría lo posible para evitar aquel matrimonio.

Marriage is a Farce. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora