Evasión.

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   Así pasó algún tiempo,  ambos con un sentimiento de miseria en su interior,  eso los consumía poco a poco.  Pero lo que hacía aún más incómoda la situación es que ambos ponían muy poco de su parte para poder llevarse bien,  en especial Jimin.

    Aquel jóven solo trabajaba,  trabajaba y trabajaba. Era verdad que odiaba modelar para su padre,  detestaba tener que esforzarse en mantener una figura perfecta, y cuando por fin lo lograba,  tener que repetirlo mil veces más,  sin embargo, odiaba aún más vivir con Jeongyeon.

   Ella, por su parte, sólamente estudiaba.  Con ayuda de Bokhee, con quien había formado un lazo de confianza,  pudo remodelar una habitación de la mansión en donde trabajaba en sus proyectos,  diseñaba futuras prendas y marcaba moldes. Aquella actividad,  aunque aveces era tediosa,  la distraía de su realidad,  en todo lo que pensaba cuando estaba allí adentro era en cuanto le gustaría trabajar con su padre y su hermana en aquel oficio una vez que se gradúe. 

   Pero, por mucho que intentaran evitarlo, finalmente ambos volvían al mundo real,  volvían a estar casados sin siquiera conocerse,  volvían a encerrarse en sus habitaciones a llorar y a sentir pena por si mismos. 

   Dentro de la mansión hasta podían sentirse las malas energías,  muy pocas veces se sentaban a la mesa al mismo tiempo para comer juntos,  y cuando lo hacían era puro silencio,  solamente se oía el ruido de los cubiertos de plata chocar contra la porcelana fina. 

— ¿Por qué no intenta hablar con él,  señora Jeongyeon? — Habló Bokhee una vez que aquel jóven había partido para dirigirse a su trabajo,  sin terminar su desayuno y sin despedirse,  como ya le era costumbre. 

— Sí lo he intentado, Bokhee,  pero tú ya lo viste,  es imposible tratar de sacarle algo a ese hombre,  es imposible. — Soltó con furia,  no tenía idea de por qué era ella quien debía esforzarse si nada de aquello era su culpa.  — De todas forma es absurdo intentarlo,  él jamás cambiará. 

— Lo comprendo, señora Jeongyeon,  pero yo creo que...

— Sabes,  Bokhee,  debo prepararme para mis clases,  se me hace tarde. — Interrumpió la azabache mientras se levantaban de la mesa para dirigirse a su habitación. 

    Aquella mujer solo se quedó observando hacia su dirección, con un semblante de tristeza,  pues era ella quien le daba más pena. 

   Jimin por fin había llegado al estudio,  ese día debía tomar fotos para una importante campaña,  sería un día demasiado largo. 

— Buen día, Park. — Saludó una jóven conocida mientras se acercaba al rubio. — ¿Qué es ese milagro de llegar temprano ultimamente?  — Abrió un estuche de maquillaje mientras él tomaba asiento frente a un gran espejo y se preparaba para ser arreglado.

— Créeme que no me hace para nada felíz venir,  Ryujin,  sin embargo es la única forma que tengo de escapar de mi tediosa "esposa". — Dijo mientras agregaba comillas con sus dedos.

— Vamos,  no puede ser tan mala,  la he visto aveces con su padre en eventos y siempre fue muy linda. — Soltó la jóven.  Ambos eran amigos desde pequeños y ella conocía la actitud de Park ante la gente. 

— Intenta tú estar casado con ella,  es insoportable. 

— Bien,  dime qué hace.

— ¿De qué hablas? 

— ¿Qué es lo que hace ella que te resulta tan insoportable? — Cuestionó la jóven mientras detenía su acción y ponía atención a la respuesta. 

    Jimin se quedó en silencio,  no tenía un argumento claro que dar,  lo cierto era que Jeongyeon jamás le había hecho nada para fastidiarlo,  sin embargo la detestaba. 

— Su simple presencia lo es.  — Soltó finalmente,  luego de unos segundos. 

— Jimin,  ella está tan atrapada como tú en esta situación,  a ella también la forzaron a casarse y debió aceptar,  ¿crees que se siente felíz?

— Pero ella pudo oponerse y no lo hizo.

— Tú también pudiste,  pero le temes a tu padre y no lo hiciste. — A ese punto Jimin estaba más que estresado,  no tenía ganas de hablar de aquello. — ¿Al menos intentaste hablar con ella de eso? 

— No lo haré,  Ryujin,  sólamente seguiré haciendo las cosas como ahora,  la ignoraré y trataré de solucionar todo con Hyesun,  es ella quien realmente me importa ahora.

— De acuerdo,  avísame cómo te va. — Soltó finalmente mientras guardaba sus materiales en el estuche y se alejaba. 

— ¿Ahora también tú te enfadarás?  — Gritó tratando de que ella oyera,  y aunque sí lo hizo,  solamente lo ignoró.

    El resto del día de ambos fue por demás estresante,  demasiadas obligaciones que preferían adelantar antes de volver a verse las caras.  Pero era algo que ellos mismos decidieron. 

Marriage is a Farce. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora