Bon Voyage.

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   El tiempo parecía pasar muy rápido pero,  a su vez,  muy lento.  París estaba a la vuelta de la esquina y aún así quedaba demasiado trabajo pendiente. Las prendas llevaban,  en sus costuras,  sangre,  sudor y lágrimas. En el taller el estrés era casi palpable. Todos estaban dando lo mejor de sí en la colección,  pues comprendían la magnitud del evento y de lo que podría hacer por la marca. 

   En el matrimonio Park había un gran contraste de emociones; Jeongyeon estaba estresada, sin embargo, también inquieta y enormemente emocionada por conocer París en la semana de la moda, ese era su sueño.  Jimin,  al contrario,  estaba triste.  Él prefería no pensar tanto en ese viaje. Modelar para su padre al rededor de diseñadores estresados y miles de fotógrafos disparando flashes infinitos en su rostro no era precisamente la idea de "Viaje soñado" que tenía en mente.  No le disgustaba conocer París,  para nada,  pero sabía que no podría disfrutarla como le gustaría. 

   Pero, a pesar de todo,  los meses pasaron y el viaje finalmente había llegado.  De la estadía en aquella ciudad se encargaría el señor Park.  Jimin y Jeongyeon no se opusieron a esto,  simplemente lo dejaron en sus manos y se encargaron de sus respectivos trabajos. 

   Era lunes, 7 am;Todos se reunieron en el aeropuerto que los llevaría a la tan ansiada ciudad europea.  En el lugar se respiraba la ansiedad,  muy pocos habían podido dormir y Jeongyeon no era uno de ellos. 

   El llamado al vuelo se hizo oír y todos subieron al avión,  ya estaba hecho.  Las horas arriba fueron un enorme infierno,  parecían no acabar jamás.  Jeongyeon estaba segura de que su corazón podría explotar en cualquier momento. 

   Pero la espera ya había acabado,  finalmente estaban en París.  Todo era tan hermoso como habían imaginado,  hasta Jimin parecía estar felíz. Sin embargo el trabajo no acabó en Corea del Sur,  aún habían detalles por terminar y cosas por pulir.  Primero debían dirigirse al hotel,  descansar un poco,  y volver a poner manos a la obra. 

   Una vez en el hotel,  el señor Park,  en un perfecto francés,  pidió las llaves de las habitaciones de cada uno. 
   Jimin estaba demasiado cansado y,  además,  no hablaba francés,  por lo que aquellas palabras eran simplemente eco en sus oídos.  Sin embargo su esposa sí había entendido claramente lo dicho. 

   Ambos eran una pareja. Eran marido y mujer a los ojos de todos,  por lo que,  lógicamente,  debían compartir cuarto... y también cama.  El señor Park había pedido una habitación matrimonial para ellos. 

   Ellos nunca habían dormido en la misma habitación,  menos en la misma cama, pero ahora debían hacerlo. 

Merci beaucoup — Dijo el señor Park, hacia la recepcionista, mientras entregaba las llaves al matrimonio,  sólo un juego de llaves.  En ese instante Jimin también había comprendido lo que significaba.

   Ambos se dirigieron hacia su cuarto con una prudente distancia el uno del otro.

— No será tan malo — Dijo Jeongyeon,  intentando romper el hielo — Será por unos días,  tal vez tenga tanto trabajo que me quede hasta tarde en el taller.

— Sí... Sí,  no significa nada,  no es nada malo...

— Por supuesto que no. 

   Esa tarde fue demasiado incómoda para ambos,  al estar despiertos.  Para su suerte,  la cama era amplia y podían estar alejados.  El verdadero problema comenzó cuando Jimin se durmió.  Jeongyeon aún estaba despierta cuando sintió que alguien rodó por el colchón y abrazó su cuerpo. Sí, Jimin abrazaba dormido.

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   Perdón por escribir capítulos tan cortos! No es lo mío escribir 1000 palabras pero me esfuerzo,  lo juro.

Marriage is a Farce. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora