Nadie iba a imaginar que la vida de todas esas personas acabaría en un mundo apocalíptico donde tienes que luchar para salvarte, correr para huir, y amar para sobrevivir...
No fue culpa de ellos el haberse enamorado, sabiendo las consecuencias que...
La adrenalina lograba recorrer cada centímetro de mi cuerpo, mi visión no era buena ni mi fuerza tampoco, en cualquier momento iba a colapsar, de eso no tenía duda.
La sangre que bajaba gota por gota desde un costado de mi frente me daba señales de que el golpe lo hacía todo peor, pero mis piernas no dejaron de correr.
El pasillo iluminado hacia que mi cabeza quisiera explotar mientras me sostenía de las paredes tratando de no chocar contra ellas en un intento de escapar de los guardias que a cada segundo se acercaban más.
Una vez que cruzará por esa puerta dejarían de seguirme por sabrían que mi destino era seguro, yo iba a morir.
Era inevitable que las lágrimas de dolor cayeran, el golpe se sentía terrible, básicamente estaba muriendo lentamente.
Una vez llegue a la enorme puerta, la abrí con fuerza y entre en ella, quedando en una completa oscuridad.
Jadeaba sosteniendo la herida en mi frente y del otro lado asegurándome de no perder el suero que tenía en las manos. Varios segundos más tarde, puse el código en la puerta y comencé a correr de nuevo.
Una sensación de rareza que mi cuerpo jamás había experimentado de apoderó de mi ser, provocando una extraña tensión.
Reduje la velocidad caminando a rastras luchando por no caer al suelo, no recordaba el camino y sabía que dentro de poco dejaría de recordar mi nombre, así que me apresure a lo que debía hacer.
Levante el suero en mis manos y lo inyecte con fuerza en mi pierna, tratando de callar aquel sufrimiento que se hacía presente en mis cuerdas vocales.
Ya no podía seguir, lo único que quedaba era el completo silencio de los enormes pasillos de piedra, la brisa lijera que soplaba en los cabellos que caían de mi rostro como cascadas, el sonido de las enredaderas largas impuestas en la pared mientras se movían con lentitud.
En una lucha por intentar que mis ojos no se cerrarán, los vagos recuerdos que quedaban en mi mente se volvían cada vez más invisibles y mi cerebro dejaba de estar del todo consiente.
Sabía lo que me pasaba, el antídoto estaba haciendo su trabajo, eliminar todo aquel rastro de mi en mi cerebro, pero tenía la esperanza de que mi plan pudiera funcionar, pero la única frase que pude seguir recordando en mi mente también comenzaba a irse.
"Juro que voy a salvarte...te lo prometí"
Y finalmente...todo se torno en una profunda oscuridad, cerré los ojos.
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