Capítulo Nueve

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La primera vez que entre en una Iglesia todo me pareció extraño pero luego se volvió costumbre. Gabriel me había llevado al lugar que le daba paz a él y a mi, ciertamente, me transmitía lo mismo. Él y yo cada vez nos acercabamos más, me enseñaba cosas sobre la Biblia y yo disfrutaba pasar el tiempo aprendiendo con él.

Cada vez que nos despedimos esperaba ansiosamente a que las horas pasaran para poder encontrarnos de nuevo. Mis padres estaban tan ocupados con la recuperación de Grecia, quien ya había recibido un transplante, que ni siquiera se percataron de mi existencia y eso era bueno.

Estaba animada, tanto que por primera vez en muchos meses tuve el impulso de escribir. Me encantaba plasmar mis sentimientos sobre hojas de papel e inventarme historias de todo tipo. Esa era la manera en la que mejor me expresaba, era la manera en la que le contaba al mundo las cosas que callaba.

—¿Qué tanto escribes?—preguntó sentándose junto a mi en aquel banco de madera y tratando de leer lo que ponía en mi cuaderno.

—No es nada—cerré mi cuaderno rojo para evitar que leyera algo—Son tonterías mías—conteste para restarle importancia al asunto pero Gabriel no estaba dispuesto a ceder.

—Ahora tengo más curiosidad.

—Es una historia que se me ocurrió—comenté encogiéndome de hombros.

—Pues quiero oírla.

Buscando mi sonrisa [Sonrisas Parte I] [Cristiana]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora