Capítulo veinte: "Las puertas del paraíso"
El mundo es un lugar aterrador para las personas pasionales.
Siempre me he considerado una chica pasional. Todo en mí son sentimientos. Siento de más, pienso de más, soy afectada de más. He intentado varias veces evitarlo, pero no puedo. Está en mí y es algo con lo que tendré que lidiar hasta que muera. Suerte que no queda mucho para eso.
Por favor, si existe la posibilidad de salvarme, no lo hagáis. Soy consciente del dolor que voy a provocar a mi familia y a las personas cercanas que me aprecian, pero no puedo más. He tomado la decisión de irme y espero que respetéis eso.
De alguna manera he sabido durante mucho tiempo que este iba a ser mi final. Siempre he sido una persona introvertida y muy cerrada, hasta tal punto que ni mis padres ni mis hermanos están al tanto de lo que se me pasa por la cabeza. He lidiado con periodos severos de depresión, un trastorno alimenticio y ansiedad, pero siempre es más fácil sonreír y decir que todo está bien en lugar de abrirte a otros y pedir ayuda.
Y es que me importa demasiado lo que los demás piensan de mí. Joder, ojalá pudiese apretar un botón y hacer que esa conducta desaparezca, pero es imposible. No quiero que otros me vean y me juzguen con la mirada. No quiero que sean tan crueles como mis compañeros de instituto. No quiero seguir sufriendo por ser una chica callada que no hace daño a nadie y deja que otros le hagan daño a ella. Estoy cansada de ser débil, de sentirme inferior, de no poder hacer nada para dejar de sentirme así, de pretender que no pasa nada.
Todos estos sentimientos los plasmé en el primer libro que escribí, Eclipse. Por ese tiempo tenía casi dieciséis años y creé un mundo en el que todos los personajes estaban tan rotos como yo. Redville, así como su ambientación y sus habitantes, es una alegoría de mi mente y mis pensamientos destructivos. De ahí el estilo tétrico de la novela.
Mi hermano Connor sabía que escribía y me alentaba a hacerlo. Tenemos una relación complicada, pero nunca hemos dejado de mostrarnos apoyo el uno al otro. Él es el escritor en la familia, por eso le dejé leer la primera versión del libro. Sentí como si me desnudase ante él y todos mis secretos quedasen expuestos, pero le gustó tanto que asumió que era simple ficción y producto de mucha creatividad.
Connor propuso mandar el manuscrito a una editorial. Él ya había mandado varios suyos, por lo que sabía cómo funcionaba. Yo me desentendí del tema y le di vía libre para que hiciera lo que quisiese. Total, sabía que ninguna editorial se iba a interesar por mi historia. Jamás nadie fuera de mi familia me había prestado atención, no veía por qué eso iba a cambiar de repente.
Pero lo hizo. Melting adoró el manuscrito y nos propusieron publicar el libro. No entraba en mis planes convertirme en una autora publicada y mucho menos ser conocida. Me da pánico solo pensarlo. Apenas salgo de casa, soy lo peor para socializar y las multitudes son mi mayor miedo. La vida del escritor famoso no es para mí.
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Apetito [✔]
Ficción GeneralSpencer sabía que Connor era su perdición. Lo supo desde que lo conoció, y aun así se dejó arrastrar por él. Porque, en el fondo, necesitaba sentir algo. Lo que fuese.