3. La verdad

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-Em, si, Isa, hablamos horita- dije a mi celular y colgué

-¿Isa?- preguntó mi madre -¿Crees que me voy a creer esa mentira?- extendió su mano -Dame el celular

-¿Qué?- la miré sin entender que pretendía hacer

-Dame el celular Alejandra Collins y no me hagas repetírtelo.- su mano permanecía extendida

-Pero, ¿porqué? ¡No tienes ningún derecho!- le reclamé muy enojada y con mi voz quebrándose

-¡SOY TU MADRE!

Me importa poco darle mi teléfono, claro, si no tuviera la llamada de Leo.

-¡DAME EL CELULAR Y NO ME HAGAS REPETIRLO UNA VEZ MÁ..- su celular sonó

¡GRACIAS DIOS, ÁNGELES, Y A TODOS LOS QUE ME HAYAN SALVADO DE LUCIFER!

-¿Sí?- contestó mamá -Ay, hola Diana, ¿cómo estás?- se volteó y salió de mi habitación como si la discusión de hace segundos no hubiera ocurrido

Mi mente comenzó a trabajar en el segundo que ella salió. ¡Ugh! ¿Porqué ya no cumplía los dieciocho para largarme de aquí y no tener que verla jamás? Ese día lo esperaba con demasiadas ansias.

Agarré mi teléfono.

Leo: Mañana a las 11 a.m.

¿Que iba a decirle? Bueno... ¿Qué es la vida sin un poco de riesgo?

Alejandra: Te espero en Starbucks de South Beach. Hasta mañana.

Coloqué mi teléfono a mi lado y todo se volvió negro al cerrar mis ojos.

(...)

-Alejandra, Ale, despierta...- abrí mis ojos y vi a mamá

-¿Qué quieres?- le pregunté lo más seca posible

-Te vas con tu papá. Lo llamé y te buscará, te hará bien pasar lo que resta de verano con él- dijo con una sonrisa de satisfacción en su rostro

-¿Qué? ¿Porqué hiciste eso?

-Porque soy tu madre y si quiero que te vayas con tu padre, te vas... Anda, levántate, haz un bulto y tu padre pasará por ti a las once en punto...

-Pero...

-Pero nada Alejandra. Ya te dije.

Tenía que ser una broma. Mi vida estaba definitivamente arruinada. ¿Como podía disfrutar de la desgracia de su hija?

Me levanté muy enojada de la cama y comencé a preparar un bulto con mucha ropa, con demasiada. Empaqué ropa interior, pantalones, camisas, tenis, sandalias, accesorios, todo lo necesario para estar allí lo que restaba de verano. Ella quería deshacerse de mí, entonces iba a saber de que Alejandra Collins era capaz...

Mi padre vive en Tampa. Tiene una bonita casa, pero NUNCA se encuentra en ella. Viviría encerrada, literalmente.

Mi celular vibró.

Leo: ¿A las 11?

Hay no... Leo. Se me había olvidado completamente decirle que no iba a poder ir, pero, ¿que excusa me inventaba? Esto de la mentira me estaba costando demasiado caro... Ahora todo era mentira, tras mentira, tras mentira.

Alejandra: Lo siento, se me presentó una emergencia. Otro día, ¿si? Buen día.

Ignoraría cualquier otro mensaje que me enviara.

(...)

Miraba por la ventanilla del auto mientras dejaba atrás a Miami, dirigiéndome hacia Tampa, para pasar el resto de mis vacaciones, en la divertida casa de mi padre. Nótese el sarcasmo.

Lo mejor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora