7. A prueba de fuego

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La luz del día penetró por las claras cortinas que cubrían las ventanas de mi habitación. Mis ojos se negaban a abrirse y mi cuerpo estaba demasiado tieso. Hace ya unas dos semanas que Leo estaba de alta del hospital, y cada día que lo veía, se veía mucho mejor. Su recuperación ha sido rápida y exitosa, siento que cada día me espera una nueva aventura junto a él.

Mamá me pidió disculpas por sus pasadas actitudes y de verdad sentía que nada podría arruinarme la vida de ahora en adelante. Mi amistad con Leo crecía cada día y sinceramente, me sentía llena. Mi vida definitivamente estaba yendo por buen camino...

Decidí finalmente levantarme de la cama y me dirigí a la cocina. Mamá no estaba, mi hermana tampoco. Me acerqué a la mesa del comedor y pude ver una nota:

"Tu hermana y yo fuimos al centro comercial, sabemos que odias ir con nosotras, no nos molestamos en despertarte. En el horno hay panqueques, avisa si sales.

Con amor,
Mamá"

Terminé de leer la nota y abrí el horno en donde habían tres panqueques amontonados, a los cuales les agregué mantequilla y miel. Comí con tranquilidad. Cuando hube terminado, subí a mi habitación y mi teléfono estaba sonando...

-¿Sí? ¿Ale?

-¿Leo?- su voz, la tenía en mi mente

-Sí, escucha, mi celular se me cayó por el inodoro, ¿que crees si te busco y me acompañas a comprar otro?- reí -¿Qué? A lo mejor tenía ganas de hacer número dos...

-Asqueroso- reí nuevamente -De acuerdo, estoy lista en media hora

-Perfecto- colgué

Abrí el armario y elegí unos jeans claros, una camisa azul royal y unas sandalias. Fui directo a la ducha y sin mojarme el cabello, comencé a bañarme. Estaba feliz, completamente feliz. Sabía que nada podía arruinarme la felicidad.

Salí de la ducha y antes de que comenzara a vestirme, mi celular comenzó a sonar de nuevo.

-Hija... ¿Podrías hacerme un favor?

-Sí mamá- contesté

-Tu abuela Eva necesita unas verduras y no me dará tiempo de comprárselas. ¿Crees que podrías ir al supermercado y traerle unas cuántas? Ella las buscará dentro de una hora...

-Sí, pero yo tengo planes, ¿tiene llaves para entrar a la casa?

-Ah, sí hija por eso no te preocupes...

-Bueno, esta bien.

-Si no tienes dinero- continuó mamá -En la tercera gaveta de mi habitación hay treinta dólares, dales buen uso- sonreí

-Está bien, gracias mamá.

-Y mucho cuidado Alejandra.

-Sí- colgué

Me vestí rápidamente para que me diera tiempo de ir a comprar las verduras antes de que Leo llegara a buscarme y bajé. Agarré mi bolso que estaba en la mesa de comedor y salí.

El supermercado quedaba a unos 10 minutos de mi casa caminando, pero ya el camino se me hacía corto. Cuando iba caminando escuché mi nombre.

-¿Alejandra?- era una vos masculina

Me voltee. Era Xavier.

-¿Cómo le haces para estar en cualquier lugar que yo?- preguntó sonriendo

-Creo que a quien le toca hacer esa pregunta es a mí, ¿no crees?- sonreí también -¿Cómo estás?- nos saludamos de mejilla a mejilla

-Estoy bien, ¿vives cerca?- preguntó

Lo mejor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora