Capítulo Veinticinco

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Dania

Me he puesto a pensar lo difícil que es acostumbrarse a alguien, a sus bromas, a su risa y a su manera de pensar; pero lo más difícil es cuando te acostumbras a la manera en que te hace sentir porque cuando te alejas de esa persona todos los días se siente como si te hiciera falta algo. Y aveces eso hace que vuelvas sin importar las consecuencias que esa acción traiga consigo. Hace cerca de una hora que llegamos al hotel donde sería nuestra Luna de miel y a pesar de lo que sucedió en la camioneta al llegar al hotel yo me metí a bañar estuve encerrada ahí como una hora y al salir Sebastián entro seguramente entendiendo que yo no estoy lista para hablar, lo que siento por el me tiene muy confundida un instante lo detesto y al siguiente quiero besarlo me hace sentir cosas que jamás pensé que sentiría y no solo referente al sexo me hace reír y llorar, gritar y chillar, pero sobretodo hace que me sienta viva camino al balcón para respirar aire fresco la vista del Jardín del hotel era maravillosa pero yo no podía disfrutarla, al menos no estando sola necesito a Sebastián a mi lado, sea lo que sea que tengamos no quiero perderlo jamás, lo he perdido antes e incluso ahora no estoy segura de tenerlo del todo —¿Por qué tan sola?—me estremecí al escuchar su voz tan cerca un segundo después giró para quedar frente a Sebastián al parecer aún no se había duchado pues aun traía su camisa blanca puesta, tres botones abiertos, podía ver su pecho lo que provocó que me mordiera el labio ¿a caso era estúpida? No podía estar pensando en tener sexo con Sebastián hasta que hablemos de lo que sucede entre nosotros —Sebastián yo...—No sabía que decirle, como explicarle que yo no acostumbraba a tener sexo sin razón aparente o después de discutir, pero era eso justamente lo que había hecho con él, días atrás y también hace algunas horas —Lo sé, no te preocupes Dania no diré nada de lo que ha pasado entre nosotros se que aún no estás lista para hablar sobre ello pero me pregunto ¿Me amas?—para ser muy sincera no me esperaba esa pregunta —nuestro matrimonio no está basado en el amor tú lo sabes Sebastián tú me compraste tú sabes que has invertido una considerable suma de dinero en la constructora, el matrimonio fue un requisito no se a que viene tú pregunta ahora— el no respondió nada y comenzó a acercarse a mi —¿Qué haces Sebastián?— el camino hasta poner sus manos sobre mi cintura yo me estremecí por el toque, trate de alejarme disimuladamente pero la mano firme de Sebastián me lo impidió —¿porque mientes?— negué pero de mi boca no salía palabra alguna —dijiste que me amabas— suspiro y me separo de el —las cosas son complicadas Sebastián lo sabes ¿no?— el asiente —claro que lo sé pero quiero una oportunidad mas solo una— Negué —no voy a darte la oportunidad de romperme de nuevo— respondí firme y regrese mi vista al balcón —Sé que sientes lo mismo Dania tu cuerpo no miente, tiemblas cuando sabes que estoy cerca de ti, ahora eres mi esposa, pero hace mucho que eres mi mujer. Dime que no me amas y olvidaré mi propuesta, dime que ya no sientes lo mismo que yo y me alejaré de ti —me mordí labio, no podía decirle que no lo amaba porque la idea de Sebastián alejándose de mi dolió en lo más profundo de mi corazón sentí como Sebastián se acerco a mi dejo un beso húmedo en mi cuello un beso que hizo estremecer mi cuerpo de pies a cabeza —No puedes resistirme Dania de igual forma yo no puedo resistirme a ti— suspiro entrecortadamente —Por favor déjame ser la persona que tú necesitas—suplica y es todo lo que necesito escuchar para darle una nueva oportunidad supongo que al final somos de quienes se atreven a quedarse a nuestro lado sin importar que tan difícil se vuelva el camino—no me falles Tian—susurre mientras contenía la respiración Sebastián, rodeo mi cintura con sus manos, mientras colocó su cabeza sobre el hueco de mi hombro yo le di espacio, fue involuntario pero no podía negar que deseaba las atenciones de Sebastián en mi cuerpo, el beso el largo de mi cuello haciendo que suspirara, sus manos recorrieron mi cintura hasta posarse sobre mis pechos, movió las manos lentamente sobre ellos por un tiempo, sus dedos desabotonaron uno a uno los botones de la blusa de mi pijama mientras sus labios marcaban un camino por mi cuello hasta el hombro ahora desnudo. Sebastián me guió hacia la cama, temblé cuando sentí mi cuerpo expuesto, las manos expertas de Sebastián recorrieron mi cuerpo haciéndome sentir esas emociones a las que podría convertirse en adicta, los labios de Sebastián sobre mis labios era el paraíso, nunca había estado loca por besar o ser besada, pero sentía la necesidad de fundirme en él. La ropa fue dejada sobre el piso, ambos parecíamos tener insuficiente, mordí mi labio cuando la mano de Sebastián llegó con caricias a mi clitoris involuntariamente aprete las piernas, la sensación de la mano de Sebastián sobre mi clítoris me hizo gemir. Sebastián se estaba tomando su tiempo para atormentar mi cuerpo sus labios recorrieron desde mi mentón hasta que aprisionaron uno de mis pezones, arquee la espalda buscando más contacto con su boca, lo que provocó que el sonriera Sebastián era perfecto, entregado y eso era lo que más disfrutaba de el, no me consideraba una mujer posesiva pero la idea de ser la única mujer que estaría con Sebastián a partir de ahora me volvía loca, lo amo yo de verdad amo a Sebastián y el es solo mío —¡Sebastián! – gemí cuando su lengua jugo con mi ombligo y fue deslizándose hasta llegar a mi pelvis aprete las sabanas entre mis puños, mi cuerpo se arqueo con ímpetu cuando la húmeda lengua de Sebastián toco mi intimidad, definitivamente no estaba preparada para sentir tantas emociones y sensaciones juntas modi mis labios, temía gritar y que todos supieran lo que hacíamos , Sebastián gruño bajo cuando me corrí, el jugo un momento más antes de subir de nuevo hasta mis labios recorriendo mi cuerpo en el proceso, gemí cuando nuestras lenguas se unieron en un feroz beso, mientras él se preparó para irrumpir en mi cuerpo Sebastián con un movimiento certero de caderas se adentró en mi el gemido quedo atrapado entre el beso, salí a su encuentro, moviendo mis caderas al ritmo que Sebastián marcaba podía sentir como mi cuerpo temblaba de placer, mi entrada se apretaba fuerte alrededor del invasor, mis piernas se enroscaron alrededor de la cintura de Sebastián con fiereza haciendo más profunda la penetración mi parte baja se apretó cuando el orgasmo atravesó mi cuerpo por completo—¡Sebastián!!— grite su nombre mientras el se corrió en mi interior.
Mi cuerpo estaba satisfecho mi corazón bombeaba fuerte dentro de mi pecho, mis piernas estaban enredadas con las de Sebastián, había perdido la cuenta de las veces que hicimos el amor me recuesto en su pecho sintiéndome cansada y con ganas de dormir —Te amo, te amo—dijo después de mucho silencio —¿porque haces eso siempre?—Sebastian me miro como no entendiendo mi pregunta —¿porque siempre dices te amo dos veces?— sonríe —una vez para tu corazón y dos veces para dejar huella— sonrió por su respuesta me inclino un poco y beso sus labios —Te amo, te amo— le digo pues hoy se que sin importar lo que el decida hacer voy a amarlo hasta el fin del tiempo.

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