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»»Kim Taehyung era un buen hijo, un buen estudiante y un buen chico en general. Sus padres lo habían criado como un joven de bien, dentro de los valores éticos y morales que se practicaban en la familia, además de una crianza devotamente religiosa. O, al menos, eso creían ellos.

—Hmm... debería bajarme ya, o papá saldrá a ver qué hace un carro tan lujoso aparcado frente a la casa. —se despidió el chico, con una sonrisa traviesa, incapaz de despegarse de los labios del hombre con el que llevaba diez minutos dándose el lote.

—Tienes razón, pero te dejaré a la vuelta, para evitar que nos vea —decidió, conduciendo un poco más adelante. —Ten —le metió un fajo de billetes en el bolsillo del pantalón de uniforme, capturando sus labios una vez más, sin ganas de despedirse de aquel chiquillo entusiasta. —Para que te compres tus cosas... de esas que me gustan tanto —el hombre apretó entre sus manos la lencería que previamente le había quitado al chico, para luego llevarla a su nariz y olfatear con placer.

—Lo haré, papi —se despidió, finalmente, bajando del auto de lujo y caminando con una sonrisa a su casa. El roce de la tela de los pantalones sobre sus partes desnudas, se sentía extraño, pero a esas alturas, él ya estaba acostumbrado.

Le importaba un carajo lo que sus padres fueran a decir, cuando acabara la escuela y se marchara con el hombre con el que salía hace meses, a vivir la vida de ensueño que le tenía prometida, una vez siendo mayor de edad. Taehyung aspiraba a ser un idol reconocido, y Kim Seokjin le garantizaba el éxito en sus planes futuros. El hombre de treinta y dos años, empresario de renombre, con una gran compañía a cargo, le había conocido en una exposición que se realizó en la escuela del menor, antes de las vacaciones de invierno, para quienes querían incursionar en el mundo de los negocios, ofreciendo pasantías de dos semanas a los jóvenes estudiantes.

A Taehyung no le interesaba en absoluto esa área en específico, sin embargo, se detuvo a preguntar tanto como pudo, sólo para hablar con Seokjin, quien se presentó personalmente para el evento. El hombre cayó automáticamente ante el encanto natural del chico y, arriesgándose a un brutal rechazo, pidió su número de teléfono, con la excusa de entregarle mayor información respecto a las pasantías. Taehyung asistió al lugar, con la bendición de sus padres, quienes creyeron ciegamente en la historia que su hijo les contó, detrás del ofrecimiento de un amable empresario, con las esperanzas puestas en que el menor se convirtiera también en un hombre de negocios, dándole un motivo más para enorgullecerse de él.

Ese mismo día, Taehyung le propuso a Seokjin, con descaro, que salieran. Seokjin no tuvo ningún reparo en llenarlo de regalos y besos desde entonces. El chico no lo consideraba su sugar daddy, pero para el caso, era prácticamente lo mismo.

Un mes después, Taehyung perdió su virginidad con él, y concluyó que lo amaba profundamente. Seokjin prometió que, en cuanto fuera legal, se casarían en Estados Unidos y nadie los separaría jamás. El adolescente agradecía profundamente que el hombre, con su edad y su gran atractivo físico, además de su buena posición económica, aun se hallara soltero.

Ya con cuatro meses saliendo, Taehyung había comprado un computador portátil, mintiéndole a sus padres, diciendo que era el premio por sus buenas calificaciones, y por participar en un curso avanzado de informática. Ellos solían creer en cada cosa que les decía, pues no entendían mucho la tecnología, y el chico siempre destacó en la escuela. También, la mitad de su armario contaba con ropa de marcas lujosas, sus zapatos y algunos bolsos. Tenía también joyas y muchos obsequios que el hombre le había dado para cuando cumplían meses de noviazgo. Era como salir con papá Noel, pero guapo.

Incluso, les decía a sus padres que pasaría el fin de semana en algún retiro juvenil cristiano, yéndose de viaje con Seokjin fuera de la ciudad, a la cabaña que poseía, junto a un hermoso lago. El chico tenía la vida más envidiable y retorcida, a espaldas de sus progenitores, y ellos ni siquiera sospechaban.

¡Ups! - JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora