#14

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Con los días corriendo rápido, y acomodado en su nueva escuela, Taehyung decidió que, el siguiente paso que debía dar, en el camino al estrellado deseado, era presentarse a tantas audiciones como le fuera posible.

Sabía que no sería nada fácil ser seleccionado, entre los cientos de chicos que esperaban por una oportunidad, al igual que él, portando un número en su pecho, haciendo una fila enorme. ¿Qué lo hacía diferente de esos postulantes? ¿Tendría él un talento real, o sólo era la percepción que tenía de sí mismo? ¿Serviría de algo haber pertenecido al coro de su iglesia por tantos años? Taehyung rogaba que sí.

Sin embargo, en cada audición a la que se presentó, los jueces lo miraron con expresión dura e inescrutable, sin dejarle saber de antemano si les estaba gustando lo que oían, o sólo contaban los segundos para que desapareciera de sus vistas. Era frustrante y quería arrancarse el cabello a tirones, mientras los días pasaban sin una llamada.

—¿Cuántas van ya? —quiso saber Seokjin, con Taehyung en su regazo, una tarde en su oficina. El rubio se mecía al ritmo que Jin dirigía, soltando pequeños suspiros, en la curva de su cuello, para no llamar demasiado la atención.

—Hm~ como diez —jadeó, relamiendo sus labios, dejando algunos besos sobre la piel del empresario. Jin acarició con sus manos, los muslos del chico, paseándolos hasta envolver en éstas, el trasero de Taehyung, apretando y enrojeciendo la piel bajo sus palmas. Aceleró un poco más el ritmo, dando certeramente en la próstata del rubio. —Hng~—gimoteó. —Pero... aun no me... llaman de ninguna.

—Tranquilo, bebé —ronroneó, buscando sus labios, para besarlo, un poco desprolijo y húmedo. —Veré qué puedo hacer por ti... —prometió. —Dije que te ayudaría a cumplir todos tus sueños.

—Ah, papi~ —gimió alto.

Seokjin lo cogió por la nuca, sumiéndolo en un beso para silenciarlo, sin dejar de clavarse profundamente en el interior de Taehyung, con movimientos rápidos y violentos, hasta que lo sintió derramarse entre ellos, antes de conseguirlo él también, percibiendo su semen escurrir entre los glúteos de Tae, humedeciendo sus propias piernas.

—¿Te sientes menos tenso ahora, papi? —quiso saber el rubio, recordando por qué es que habían terminado teniendo sexo en la oficina del empresario. —O, ¿todavía estás estresado con ese papeleo?

—Tengo estrés acumulado —le siguió el juego. —Creo que necesito otra sesión de relajo, para liberar mi tensión —añadió, levantándose con el menor enganchado a sus caderas, llevándolo hacia el baño de la oficina. —Pero, antes... vamos a limpiarnos... —ordenó. —Y después, te voy a follar sobre mi escritorio, hasta que no puedas caminar y te haya llenado completamente tu hermoso culo con mi semen.

Al menor le brillaron los ojos de felicidad y excitación. Amaba lo sucio y dominante que se portaba Seokjin en el sexo.

Más tarde, mientras aprovechaban la hora de almuerzo de Jin, en un bello restaurante, el empresario habló.

—Como es sábado, y sólo trabajo hasta las cuatro... ¿Te parece si nos vamos de viaje? —propuso, disfrutando de la libertad que ahora tenían, para pasar tiempo juntos de la manera que quisieran.

—Sí, sí... me encantaría —se entusiasmó el menor.

—¿Dónde quieres ir, bebé? No puede ser muy lejos, porque sólo será hoy y mañana —le recordó.

—Diría que, a la playa, pero todavía está muy frío el clima para eso —frunció sus labios, pensándolo. —¿Qué tal, si vamos a tu cabaña?

¡Ups! - JinTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora