¡Ups! - JinTae

#11

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Kim Taehyung era un mentiroso excepcional, podía llorar a voluntad, fingir desmayos, y si la situación lo ameritaba, ponerse enfermo y provocarse fiebre. Llevaba años desarrollando sus habilidades, perfeccionando sus técnicas; sin embargo, nada lo preparó para enfrentar a un par de padres desesperados y alterados, que buscaban a su hijo, quien llevaba sin aparecer desde el viernes por la noche.

—Señora Kim, él estuvo sólo de paso por aquí —aseguró, poniendo especial cuidado en mostrarse sorprendido y angustiado, en partes iguales. Después de todo, era su mejor amigo quien desapareció repentinamente. Él no podía estar ni muy tranquilo, ni tampoco hacer más escándalo que los padres de Namjoon. —¿Cierto, mamá?

—Sí, hermana —la aludida se acercó más a la mujer, con un vaso de agua para ayudar en algo al estado de nervios en que se encontraba. —Namjoonie vino a preguntar por un libro y no fueron más de dos minutos que estuvo hablando con Taehyungie.

—Pe-Pero él... no dijo nada sospechoso... una pista de dónde estaría... lo que sea —balbuceó el señor Kim, con sus ojos brillantes en lágrimas que se negaba a derramar.

—Cualquier dato puede ser clave en esto —se sumó la madre del chico. —La policía ya está iniciando la investigación.

—La verdad es que, yo lo vi normal... jamás sospeché nada —descartó, ante la mirada de los adultos.

Y, aunque, para cualquiera hubiera sido bastante convincente, y los señores Kim se marcharan conformes, su madre permaneció con la mirada atenta en su hijo. Había algo que no le terminaba de cerrar en ese cuento, pero no estaba segura de lo que estaba mal. Taehyung asistió, junto a toda su familia, al servicio del domingo, después de una semana en que Namjoon no dio señales de vida. Diferente de los demás, el chico lloraba, pero no expresaba real preocupación como se esperaría de su mejor amigo.

El pastor dedicó una larga oración a Kim Namjoon, con la idea que el joven había sido secuestrado o asaltado en algún lugar cercano, rogando porque pudiera retornar a su hogar, junto a sus padres, tan pronto como pudiera, sin mayores daños, y pidiendo que la bendición del Señor lo protegiera de todo mal. La congregación se sumó a las plegarias y, en medio de más llantos y condolencias precipitadas, la familia Kim regresó a casa.

—¿Taehyung? —llamó su madre, desde la sala, al ver que el adolescente se escabullía a las escaleras.

—¿Sí, madre? —mantuvo el pie pisando el primer escalón, volteando a verla.

—Ven aquí —ordenó y el chico, con un nudo en el vientre, obedeció. —Hace días que quiero preguntarte algo, pero... —la mujer hizo una pausa, tomando aire. —Mira, cariño... yo entiendo que, cuando tienes un amigo, como lo era Namjoon para ti, que se conocieron desde pequeños en la iglesia, creas un lazo especial... y si él te pidiera que le guardes un secreto, tú lo harías porque eres muy leal...

—Mamá... yo no se dónde está —se adelantó a las suposiciones de su madre.

—Ya has dicho eso, pero... no lo sé, tengo el presentimiento que... algo sabes —confesó. —Quizás, no sepas dónde está, pero sí hay algo que estás callando... Taehyung, mentir y omitir, es pecado... mucho más en esta situación tan angustiante... —dijo, enfática. —Nuestros hermanos en la fe, están sufriendo mucho por culpa de Namjoon... así que, te pido que, si realmente tienes información, no mientas.

—Seré un amigo leal, pero no soy un mentiroso, mamá —se hizo el ofendido, poniendo un par de tentativas lágrimas en las esquinas de sus ojos. —Sé lo grave que sería mentir, cuando la vida y seguridad de Namjoonie hyung está en juego... y si algo supiera, lo hubiera dicho desde el día que él vino aquí —su madre suspiró, queriendo creer en sus palabras. —Igual... Namjoon ya es mayor de edad... si él decidió escapar de casa o hacer su vida en otro sitio, lo cual no podemos saber... sus padres no pueden hacer mucho, es decisión de él.