Episodio I

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Algo extraño estaba sucediendo en la mente de Miawyn. Un pequeño punzón crecía en sus sienes, haciéndola sentir incómoda e inquieta.

En el árbol más frondoso y fuerte,

una hoja se mece, es su suerte.

El río a su lado ruge constante,

arrastrando sueños, lejos del alcance.


Pequeña hojita, verde y brillante,

se aferra a su rama, resistente y amante.

El viento la tienta con su melodía,

más ella lucha, no quiere irse todavía.


El río se lleva todo a su paso,

cuentos olvidados, en un abrazo.

Pero la hoja lucha con valentía,

en su rama desea pasar sus días.


Abrió los ojos de golpe y su corazón se aceleró. Se sobresaltó al darse cuenta de que estaba a bordo de una aeronave, sentada en la cabina trasera junto a Luk y Oscar, viajando por aire a más de cien metros de altura. La nave estaba tranquila; solo se podía escuchar el zumbido del motor.

—¿Dónde estoy? —suelta, alarmada—. ¡Suéltenme!

—Mia, cálmate —susurra Luk.

—¡Duele!

—Todo está bien —Oscar se acerca, agachándose frente a ella, sujetándole cuidadosamente la cabeza con ambas manos—. Soy Oscar, tu hermano.

Mia sintió como si estuviera sumergida en la tenebrosidad, con imágenes inundando sus pensamientos: personas corriendo sin rumbo fijo entre edificios incendiados, ella misma cubierta de ceniza y sangre negra...

—¡Mia, contrólalo! —dice Oscar con voz tranquila—. Puedes superarlo. No sientas...

Ella sacudió la cabeza débilmente, jadeando.

—No... ¡No puedo!

—Claro que puedes —sisea—. Mírame. No sientas...

—¡Sáquenlo de mi cabeza!

—Concéntrate en tu respiración. Estoy aquí contigo...

Hay demasiado ruido en sus oídos, siente como algo se adueña de ella, queriendo salir por cada poro de su cuerpo. Teme que lo haga y perder el control. Sus sentidos ya no le pertenecen, la engañan. Su mente solo es esclava de un monstruo interno. No deja de llorar, pero no cae ninguna lágrima. Luchar contra las emociones es difícil, pero no quedan más opciones.

Asintió lentamente sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos.

—Déjame limpiarte ese sudor —añadió Luk mientras acariciaba su frente. Deja que ella apoyara su cabeza en su pecho fuerte, soltando un largo suspiro.

—Llegando a la aldea sanaré mejor tus heridas —comenta Oscar, entusiasmado, con una sonrisa tranquila en el rostro—. ¡Casi lo olvido! ¡Pasaremos por los pilares de la paz!

La misión fue regularizar un brote de monstruos a gran escala en una de las "zonas de concentración xelfo". Luk y Mia son soldados militares y Oscar es médico de combate. Habían estado luchando durante medio día contra hordas, pero a pesar de sus habilidades, parecía que no había fin al número creciente de bestias. Un brote puede provocarse por la histeria colectiva de los xelfos, y no hay vuelta atrás tras la transformación; solo queda matar.

Cazador de DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora