- Adelaide ya ha acabado tu turno, puedes marcharte y recuerda tener cuidado al volver a casa- dijo mi jefe, Marc, la frase que me repetía todas las noches.
Habían pasado tres días desde que el príncipe Adrien había pisado el bar, des de, cito textualmente: "Te mandaré instrucciones pronto". Aquellos días los pasé alerta en todo momento, rebuscaba entre la ropa sucia, miraba el buzón medio roto de casa, pasaba la mano por todas las mesas de la taberna en busca de algo, pero nada.
No le había contado nada a Marc, aunque él había insistido en saber que había ocurrido y yo le había insistido en que le había dicho que simplemente era una camarera y el príncipe al final había dado por hecho que se había equivocado de dirección. Aunque a Marc le costó creerme, al final se dio por vencido y me creyó comentando que me conocía desde los catorce y que jamás le mentiría.
Lo siento, jefe.
Me descordé el delantal negro de la cintura y avancé entre los hombres fornidos los cuales estaban sucios y sudosos de acabar de llegar de su jornada de trabajo durante horas, para beber sin descanso hasta la mañana siguiente para volver a su trabajo y así seguir con la rutina.
Dejé colgado el delantal en su lugar y fui hacia la salida.
La noche había llegado al reino envolviéndola entre las oscuras sombras, apreté el paso para llegar lo antes posible a mi hogar. Las calles estaban abandonadas, los farolillos que iluminaban lo que podían habían disminuido consideradamente desde hace un mes, la gente prefería robarlos y llevarlos a sus casas por lo cual las calles quedaban oscuras.
Giré en una de las esquinas que estaban a dos calles más arriba de la mía, pero entonces...
Una mano se posó en mi boca ahogando mis gritos mientras la otra me arrastraba a uno de los oscuros callejones sin salida donde estaban los cubos de basura. Mordí la mano de la persona que me agarraba, pero esta no daba indicios de que le hubiese afectado. Me empujó contra la pared y entonces pude ver la silueta del hombre, este vestía todo de negro y llevaba un trozo de tela que llevaba alrededor del cuello impidiendo ver algo más que no fuesen sus ojos.
- Noticias del príncipe Adrien.
Y aunque sonara estúpido, respire más tranquila al saber que eran las instrucciones que tanto había esperado.
Asentí repetidas veces y me soltó.
- El príncipe me ha pedido que le comunique sus futuras acciones, usted trabajara como una de las sirvientas del palacio, no se comunicara con él si no es necesario, él la buscara y ante todo discreción. Hay muchos trabajadores en palacio y no se fijarán en usted, desde ahora estos documentos le pertenecen, se hará pasar por- me extendió unos documentos sellados en un sobre- Catrina.
Fui a abrir la boca para preguntarle algo, pero no me dejo porque siguió con su monologo.
- También dispone de los horarios, entradas y todo lo necesario para estar por palacio en el sobre. Aquí han acabado las instrucciones del príncipe Adrien.
Y se marchó.
Se marcho sin dejarme preguntarle o asimilar lo que me había explicado.
Seguí mi camino con el sobre en mano y con unos nervios horribles. ¿Qué haría ahora? Yo ya tenía un trabajo, pero esta era una gran oportunidad además no podía decir que no. Marc se quedaría solo durante más horas de las que no había estado desde hace mucho tiempo en la taberna.
Cuando vi a lo lejos mi pequeña casa me relajé y abrí la pequeña puerta de madera, a la cual se le escapaban algunos tablones de madera. Las luces estaban encendidas en la planta de abajo así que cuando entré en casa, alcé la voz informando de que ya había llegado.
Saludé a mi madre y subí las escaleras corriendo a la planta de arriba para llegar a mi habitación.
Había vivido toda mi vida en la parte pobre del reino, mi casa podría haberse considerado en el pasado como un bonito hogar para una familia de clase media, pero esta había sido tan poco cuidada que cuando mi padre murió dejándonos solo con esta casa esta se iba desmoronando cada vez y había perdido todo su encanto, camuflándose con las casas pobres.
Me lancé encima de la cama y saqué del sobre todos los documentos, pero lo que me sorprendió fue encontrar un collar entre todo el desastre. Mis dedos acariciaron el hierro que formaba unos cuernos de ciervo que se rencontraban en la parte superior volviéndolo una circunferencia.
Ojeé entre los documentos encontrando el horario en el que debía estar a la mañana siguiente en el castillo, los documentos de mi nueva identidad dentro, los cuales estudiaría después de cenar y una pequeña nota.
"No soy una persona que este a favor de la caza,
pero como me la juegues Adelaide,
te convertirás en mi futura presa.
-Adrien"
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Espero que os este gustando, porque yo estoy amando escribirla. Tengo ganas de que aparezcan ya los dos príncipes que nos quedan por conocer <3
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La caída real
FantasiUna monarquía desastrosa con una familia catastrófica en ella. En Faller no aguantan más a la familia monárquica que ostenta el poder desde hace cientos de años. Una chica joven criada en los peores lugares del reino espera su momento, después de v...