Capítulo 10

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En mi mano llevaba las bambas mientras que corría de puntillas por el amplio balcón de los aposentos del príncipe Adrien. El viento soplaba con fuerza sumándose a la oscuridad que empezaba a reinar, y las campanas fueron golpeadas nueve veces propagando el sonido por todo Faller.

El sol ya estaba a punto de abandonar nuestras tierras.

Abrí las puertas de cristal del balcón y entré a la estancia, nada había cambiado y el orden de todo seguía impoluto. Como Adrien no estaba allí, me deslicé por la habitación rebuscando entre sus cosas sin encontrar nada que llamase mi atención, al final me senté en su cama y esperé a su llegada.

Diez minutos después, él entró por la puerta.

- Te estaba esperando- me levanté acercándome a él.

Adrien empezó a desabrocharse los puños de su camisa y arremangarlos.

- Tenía que dejar que me prepararan- contestó sin más.

- ¿Qué tienes pensado hacer?

La música de la fiesta que se estaba empezando a despertar en la parte de abajo del palacio, me recordó que estaba allí para saber cuál era el motivo de la visita de la princesa de Solstitium.

Una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.

Oh no.

- Hay que vestirte para la ocasión y como nadie puede saber tu identidad bajo la máscara que llevarás, he tenido que traer las cosas aquí para prepararte yo mismo- en su voz había cierta gracia.

Ni de broma.

- ¿Cómo? No- contesté a la defensiva.

Se acercó a mi lentamente hasta que estuvimos uno en frente del otro.

- Adelaide..., Adelaide..., Adelaide...- suspiró divertido mientras alzaba la mano para apartarme un mechón de pelo de la cara, y antes de que lo hiciera le golpeé en la mano.

- Ni se te ocurra.

- Vamos, mientras más protestes, más tardaras en bajar ahí abajo en busca de tu preciada información.

Estaba ahí por algo y de ahí saldría con ello. Al no decir nada entendió con mi silencio que empezásemos ya con aquello. Adrien se acercó a su armario y de ahí sacó el vestido envuelto en una funda y una bolsa, las puso encima de la cama y se apartó.

Agarré la bolsa y miré lo que había dentro, luego alcé la funda y miré detalladamente el vestido. Mis labios sin poder detenerse dibujaron una sonrisa, me giré a verlo y vi su débil sonrisa traviesa.

- ¿Quieres llamar la atención por lo alto, no?

- Como no tienes ni idea- respondió él.

- Me parece perfecto. ¿Pero no esperaras que llamé solamente yo la atención, no?

Fui hacía su escritorio y cogí de ahí, su americana negra. Me acerqué a él y Adrien me miró expectante viendo mi siguiente movimiento. Empecé a desabrochar los botones de su camisa mientras lo miraba a los ojos.

- Alguien se va a enfadar mucho- dije.

- Mmh- dijo mientras me miraba fijamente.

- Kenneth se morirá de rabia al ver que serás el centro de atención.

Deslicé la camisa por sus hombros, haciéndola caer y dejando su abdomen expuesto. Sus tatuajes siempre lograban llamar mi atención. Le extendí la americana negra y él se la puso, dejando su pecho al descubierto. Para terminar, cogí la caja de joyas de su escritorio y senté a Adrien.

La caída realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora