Caos

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Marinette despertó solo gracias a que tenía una alarma pre-programada. Al ver la hora, el alma se le vino a los pies: se había quedado dormida y ahora tendría que sobrevivir otro día con la ansiedad que le provocaba ocultarle a Chat Noir ese beso. Como cereza del pastel, el chico debía de haberse transformado solo para encontrarla dormida. Se sentía terrible, hasta el punto que estuvo tentada a fingir estar enferma para quedarse todo el día en la cama. Pero finalmente, decidió no hacerlo; probablemente la ansiedad sería peor si se quedaba todo el día haciendo nada. De mala gana, se puso de pie.

Mientras se arreglaba, descubrió que Chat Noir había dejado una nota sobre su escritorio, en la que decía que se veía tan bonita dormida que no había sido capaz de despertarla. La nota la hizo sonreír un poco, aunque inmediatamente después, sintió una punzada de culpa.

Como de costumbre, salió rumbo a la escuela bastante temprano, cuando las calles aún se encontraban casi desiertas. Le gustaba ese pequeño momento en la mañana, cuando la soledad no parecía tan pesada, sino que era casi placentera. Llevaba los auriculares puestos, pues la música hacía que su ansiedad fuera más llevadera. Cuando llegó, se dirigió a su asiento al fondo del salón y se dispuso a trabajar en uno de los diseños para la colección de Gabriel. Estaba tan distraída que ni siquiera notó cuando Adrien llegó, hasta que este le avisó discretamente que la clase estaba por comenzar.

Durante la primera jornada, en clase de literatura, revisaron una obra de Albert Camus, L'Étranger. Adrien pudo notar que varios de sus compañeros usaban el celular en lugar de concentrarse en la clase; no era del todo raro; Camus era algo difícil de digerir para la mayoría de los alumnos de preparatoria. Pero no tardó en notar que algunos alumnos comenzaron a cuchichear, llegando al punto de perder todo el disimulo, haciendo que la profesora los regañara varias veces, e incluso amenazara con retirar los celulares. Habían varias miradas clavadas en Marinette, y eso no le dio buena espina; por fortuna, ella estaba tan abstraída en la lectura que no se había dado cuenta. Instintivamente, buscó con la mirada a Lila, al frente del salón. La italiana era la única persona, a demás de Marinette, que lucía tranquila. Como si fuera un ente ajeno al escenario, una mera espectadora. Al estar tan preocupado por la peliazul, no se dio cuenta de que ella no era la única a la que sus compañeros miraban.

La situación era terriblemente familiar; pero esta vez, estaba decidido a no creer cualquiera de las mentiras que Lila (porque en ese punto, estaba seguro de que Lila estaba detrás de todo eso) hubiera inventado; incluso trataría de desmentirla. Su mente se encontraba vagando por los posibles escenarios cuando el sonido de su teléfono lo trajo de vuelta a la realidad. Al ver el nombre del contacto, se sintió, si es que era posible, aún peor: La única razón por la que Nathalie interrumpiría una de sus clases sin que eso estuviera previamente agendado, era que el asunto se tratara de una emergencia. Con el corazón acelerado, pidió permiso para dejar el salón y contestar la llamada.

- ¿Hola? ¿Nathalie? - Respondió, tratando de disimular el miedo en su voz.

- Adrien. - La voz de la aludida carecía de su compostura habitual. Apenas era perceptible, pero para el joven, que la conocía desde niño, era evidente que algo la estaba alterando. - Supongo que no estás enterado, debido a que la nota salió hace quince minutos, pero esto es grave. Les potins sacó una especie de reportaje sumamente escandaloso en el que tú y una amiga tuya están involucrados.

- ¿Un reportaje? - Adrien no tenía idea de qué podía tener que ver con alguno de los artículos de Les Potins, una revista virtual conocida por publicar información tergiversada para aumentar el impacto, principalmente, chismes sobre las celebridades de Francia. La revista era bastante famosa, a pesar de las demandas que había recibido en numerosas ocasiones y que varias de sus notas habían sido desmentidas en más de una ocasión. Pero a pesar de todo, era increíblemente popular. Las notas regularmente hablaban de adulterios, drogas, secretos oscuros de las estrellas... Y justo por eso, no sabía qué demonios hacía su nombre en esa revista, pues el mantenía un perfil bastante bajo en el mundo de los espectáculos. Por un momento barajó la posibilidad de que su identidad hubiera sido revelada, pero lo descartó de inmediato, pues de ser así Alya estaría sobre él en ese momento. Aún así, no podía ser algo bueno.

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