Caída libre

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AN: ¡Hola! Acabo de quedar temporalmente libre de proyectos y exámenes. Para celebrar mis (sorprendentemente) buenas calificaciones y que por fin voy a tener unos días de paz mental, les dejo un capítulo adelantado.


Chat Noir estudiaba a cierta distancia al akuma, tratando de trazar una buena estrategia. Aka-Bagu, su compañera provisional, moría en ganas de entrar a la acción de una buena vez, pero se contuvo; por lo que el héroe le había explicado, era de vital importancia que su ataque estuviera perfectamente coordinado con el mirage de Fennec, pues nadie debía saber que Ladybug se encontraba temporalmente fuera de servicio.

Mientras Dame de Vérité hacía de detective y juez, el héroe gatuno había recorrido medio París tratando de encontrar a sus aliados; no podía arriesgarse a darle uno de los miraculous más poderosos a alguien al azar o indigno de su confianza, a demás de que el plan requería de absoluta discreción. Cuando encontró a Wayhem, el chico se encontraba viendo la transmisión en donde Lila confesaba sus crímenes; escucharla le revolvió el estómago, pero le produjo cierta satisfacción saber que la mentirosa había sido expuesta ante todo mundo. A demás, Dame de Vérité anunció su ubicación, cosa que les facilitaba bastante el trabajo.

Y aunque hasta el momento las cosas habían salido relativamente bien, para Chat Noir, la situación era sumamente estresante; a pesar de que Kagami y Wayhem no le habían pedido demasiadas explicaciones respecto a su plan, sabía que la japonesa era bastante avispada, y tal vez podría atar los cabos sueltos que la llevarían a descifrar la identidad de Ladybug ahora que se había corrido la voz el intento de suicidio de Marinette. Pero era un riesgo que tenía que correr; alguien debía usar el miraculous de la Catarina, haciéndose pasar por su Lady, o podrían levantarse muchas sospechas públicas y quien mejor que una heroína experimentada con habilidades sobresalientes de combate.

Al rededor de la torre Eiffel se habían reunido reporteros de distintos medios, dispuestos a captar el rescate o la ejecución de Lila Rossi; sabía que cualquiera de las dos opciones sería bien recibida mientras atrajera la atención de la audiencia. La única razón por la que Rossi aún seguía viva, es que Dame de Vérité había decidido montar una pantomima en la que volvía a recitar los cargos de los que se le acusaba, a demás de darle la oportunidad a la Italiana de decir unas últimas palabras. Lila, en un intento desesperado por aplazar su ejecución hasta que los héroes la rescataran, estaba dando un discurso larguísimo, en el que se despedía de sus padres, tíos, abuelos, primos y varios parientes que inventaba en el momento en búsqueda de tiempo. La castaña podía permanecer horas de esa forma si eso salvaba su pellejo, pero era evidente que Dame de Vérité estaba al borde de perder la paciencia; el tiempo se les estaba agotando.

Por un momento, Chat Noir pensó en la posibilidad de esperar a que la tiraran de la torre antes de neutralizar al akuma. Aunque fuera algo vergonzoso de admitir en voz alta, la idea le resultaba sumamente tentadora... Pero la desechó rápidamente; su Lady no se lo perdonaría. A pesar de que la italiana era la responsable de todas sus desgracias, estaba segura de que el enorme corazón de Marinette elegiría salvarla.

No era momento de pensar en venganza; debía concentrarse. Su intuición, que era lo que los guiaba la mayoría de las veces a adivinar donde se alojaba el akuma, apuntaba hacia las gafas. Tenían solo una oportunidad para aprovechar el factor sorpresa, pues el akuma podía volar, a demás de que, si le daban oportunidad de hacer uso de sus poderes sobre ellos, los resultados serían desastrosos, pues podía obligarlo a revelar su identidad; no debían darle un chance de defenderse.

Decidió que lo mejor sería atacar en el momento exacto en que Dame de Vérité arrojara a Lila de la torre; así podrían tomarla con la guardia baja. Aka-Bagu se encargaría de evitar que Lila terminara embarrada contra el pavimento, mientras él usaba su poder para destruir la diadema. A demás, la idea de permitir que, por un momento, Lila experimentara el terror de saber que iba a morir le provocaba cierta satisfacción sádica.

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