Un amigo

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A pesar de que Marinette estaba muerta de cansancio, sabía que ella no era la única que había tenido un día pesado; suponía que su compañero debía sentirse de manera similar a ella... Bueno, no creía que su vida personal estuviera atravesando una crisis tan dura como la que ella misma estaba experimentando, pero todo eso de ser superhéroes ya era sobrecogedor por sí mismo. Así que a pesar de sentir que apenas podía con su alma, invitó al héroe de París a compartir la cena.

Al ver el aspecto demacrado de la chica, Chat Noir se arrepintió por un momento de su visita, pensando que tal vez lo mejor sería dejarla descansar, pero la propuesta parecía bastante sincera y quería cerciorarse de que la Marinette estuviera bien, o por lo menos, estable. Él mismo se sentía bastante culpable por lo de Aurore y los otros heridos, pero estaba tratando de convencerse de que eso no era culpa suya, sino de Hawk Moth, por haber utilizado a un chico mentalmente inestable para sus perversos planes. Después de asegurarse de que el joven fuera trasladado al hospital psiquiátrico, Adrien había corrido a casa de su padre para dar una excusa bastante similar a la de Marinette. Gabriel Agreste lo había dejado retirarse sin mayor ceremonia al asegurarse de que se encontraba bien; no podía regañarlo por esconderse hasta que terminara el ataque, pues arriesgarse a salir a la calle en medio de todo ese caos hubiese sido bastante estúpido. Así que en cuanto estuvo solo en su habitación dejó un enorme pedazo de camembert a disposición de su kwami y corrió a darse una ducha rápida antes de transformarse y salir disparado a la casa de su Lady.

Ambos salieron al balcón, se sentaron uno al lado del otro y comenzaron a comer en silencio, disfrutando de la tranquilidad de esa madrugada. Gracias a los poderes de Ladybug, cualquiera que no hubiera sido testigo de ello creería imposible que esa misma ciudad hubiera estado casi devastada unas horas antes.

- Vaya día, Marinette.

- Ni lo digas. Me siento capaz de dormir una semana completa. Gracias al cielo el alcalde ordenó una suspensión de clases en todas las escuelas de París.

- ¿De verdad?

- Sí. Parece que lo anunció en el noticiero hace unas horas.

- Qué alivio. Apenas he podido descansar últimamente. - Al escuchar esto último, Marinette se sonrojó violentamente. ¿Acaso era su culpa? Chat Noir había estado visitándola hasta altas horas de la noche los últimos dos días, y aunque disfrutaba de su compañía, nunca se le ocurrió pensar que el chico también debía ir a la escuela temprano. Claro, ella no sufría por la falta de sueño ya que ahora que su vida social estaba extinta se la pasaba durmiendo toda la tarde.

- Perdón. Fue culpa mía el que te desvelaras estos últimos días.

- No digas eso, princesa. Ha sido culpa de Hawk Moth, por enviar tantos ataques seguidos. Además, como civil mi agenda ya es bastante agotante. - Y con una sonrisa cansada, añadió. - Pasar tiempo contigo es de las pocas cosas que hago por gusto. A demás, me relaja.

- Vaya vaya. El chico más despreocupado de París en realidad es un hombre ocupado. Quién lo diría.

- Bueno, es extraño, pero con la máscara puedes darte el lujo de ser alguien completamente distinto.

- Suena lógico. - Respondió la chica, mientras pensaba en como ella misma era una de las persona más amadas de París y al mismo tiempo una paria. Después de unos minutos de silencio, por fin se atrevió a formular una pregunta que llevaba días carcomiéndole la cabeza. - Chat... Si te gusta pasar tiempo conmigo, ¿por qué no habías venido a verme en meses?

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