Disculpas

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La habitación del hospital frente a la que Chat Noir se encontraba era la de Marinette, de eso estaba seguro. El recorrido que había dado con la enfermera tras el caos de la tarde anterior era algo que había quedado grabado con fuego en su memoria. Se había colado sigilosamente al hospital, evitando enfermeras, médicos y cámaras de vigilancia. Aún así, dudaba de entrar. Tenía miedo de la conversación que lo esperaba al otro lado.

Lo irónico de la situación, era que, a pesar de ser consciente de implicaciones de la revelación de identidades, como la posibilidad de que ambos perdieran sus miraculous o el enorme riesgo que corrían en caso contrario, lo que más lo angustiaba en ese momento era la posibilidad de que ella lo odiara. ¿Dejar de ser Chat Noir? Sería doloroso despedirse de la sensación de libertad que solo poseía como su alterego, despedirse de Plagg, ver como alguien más ocupaba su lugar... Pero podría soportarlo. En cambio, no sabía como podría vivir sin Marinette, sin su Lady, especialmente ahora que sabía lo que era ser correspondido.

Finalmente, juntó el valor necesario para abrir la puerta. La luz estaba apagada, pero aún así, podía ver claramente que Marinette estaba semi-recostada con los ojos cerrados. Tenía el brazo izquierdo cubierto de vendajes, cosa que no debería haberlo sorprendido, pues un cirujano vascular había tenido que reconstruir algunas venas del brazo. Estaba muy pálida, pero no tan pálida como cuando la había encontrado en la bañera, flotando en agua rojiza.

- Hola - Murmuró tímidamente, pues si estaba dormida, no quería despertarla.

- Hola - Respondió de vuelta la chica, aún con los ojos cerrados.

- ¿Estás bien? - Inmediatamente después de hacer la pregunta, Chat Noir se sintió un grandísimo idiota. Era obvio que no estaba bien.

- Sí. - Respondió la chica, a pesar de que no era realmente cierto. - En la tarde tuve valoración psiquiátrica. Al parecer tendré que tomar antidepresivos, pero supongo que no está tan mal. A demás, en cuanto salga del hospital comenzaré a ir a terapia familiar con mis padres.

- Me alegra oír eso. - Contestó Chat con honestidad. - Por cierto, hay alguien que quiere verte.

Antes de terminar de hablar, el chico ya había abierto la cajita donde estaban los aretes moteados. Una luz rosa los deslumbró por unos segundos, mientras Tikki se materializaba. Al ver a su portadora, la pequeña kwami gritó su nombre y se lanzó a ella, con los ojos anegados de lágrimas. Al ver a su kwami, Marinette también rompió en llanto.

- ¡Tikki! Lo siento mucho. No debía hacer algo como eso. Fui muy egoísta y...

- No digas eso, Marinette. Yo debí hacer algo más para ayudarte.

El héroe contempló el intercambio durante unos minutos en silencio, sin atreverse a interrumpir, hasta que la misma Tikki se apartó un poco, diciendo que seguramente ella y su compañero tenían mucho de que hablar.

Suponiendo que no tenía sentido seguir bajo la máscara, Adrien dijo las palabras necesarias para destransformarse. A pesar de que Marinette ya sabía quién se encontraba bajo en antifaz, verlo con sus propios ojos fue una nueva sorpresa. La luz verde se esfumó, y donde unos segundos antes estaba Chat Noir, ahora solo estaba Adrien.

- ¿La hemos hecho enorme, no? - Preguntó Marinette con una sonrisa que no le llegó a los ojos. - Se supone que nuestras identidades eran secretas, y ahora la sabemos nosotros, mis padres, y quien sabe si a éste punto no lo sospecha medio París.

- No te preocupes por eso. Hubo un akuma, pero usé el miraculous del zorro para que pareciera que te presentaste en la batalla. - Se apresuró a explicar Adrien.

- Oh... Bueno, una cosa menos de que preocuparse.

- Supongo que tengo mucho que contarte pero... Imagino que no fue por eso por lo que me llamaste. -

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