¿Quién miente?

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Cuando Adrien abrió los ojos, no vio nada más que oscuridad; debió haberse quedado dormido en alta momento. Sin tener la mente despejada todavía, buscó a tientas su teléfono para iluminar un poco el entorno. Lo encontró, y el brillo de la pantalla lo cegó por unos segundos. Aún eran las cuatro de la mañana; trató de conciliar el sueño nuevamente, pero simplemente no podía; cada que cerraba los ojos, recordaba a Ladybug/Marinette; su destransformación, la camiseta empapada de sangre, su rostro cubierto de lágrimas, aquella piel cubierta de laceraciones...

Resignándose a no volver a dormir, volvió a desbloquear su celular. Dudativo, comenzó a buscar entre los mensajes antiguos el audio de la discordia. Cuando por fin logró localizarlo, seleccionó la opción de reproducir.

No puedo creer que logré sobrevivir a otro día rodeada de esos perdedores, teniendo que fingir que estamos al mismo nivel. Pero bueno, de alguna forma tengo que sobrevivir, y mientras siga en esta escuela, puedo seguir utilizando la ingenuidad de esa bola de estúpidos para mí propio beneficio. Claro, cuando triunfe en el mundo de la moda, las cosas serán como deben ser; cada uno en su nivel. De verdad, no me explico como esta gente puede ser tan sosa; a excepción de Chloe, claro; ella simplemente es una perra, pero la entiendo, es realmente difícil mantener la compostura en este ambiente.

Puso pausa. La primera vez que había escuchado ese audio fue en el salón de clases. El primero en reproducirlo había sido Nino, siempre con los audífonos a la mano. Su rostro se había vuelto más y más inexpresivo a los ojos de Adrien. Cuando terminó, simplemente desconectó los audífonos, y con voz gélida, preguntó; ¿Puedes explicar esto, Marinette? Antes de subir el volumen del dispositivo al máximo y reanudar la reproducción. Recordó como él mismo se había sentido asqueado mientras las palabras fluían; en definitiva era la voz de Marinette, de eso no había duda, pero esa crueldad y cinismo eran propios de una desconocida. Adrien notó que en algún momento Plagg se había despertado y ahora se encontraba levitando a unos centímetros de él, sin decir una palabra. Tomó aire, sabiendo que lo que seguía era la peor parte y reanudó la reproducción.

La única persona de la que llegué a tener expectativas era Adrien; siendo modelo y el hijo de un prestigiado diseñador, esperaba que tuviera más carácter, pero el pobre parece tan necesitado de aceptación que se rebaja al mismo nivel que los demás. Es bastante patético, pero relacionarme con él puede ayudarme a conseguir la fama y fortuna que deseo. Del resto, no sé quién me resulta más insoportable, si la loca de Alya, hablando de la estúpida Ladybug en su estúpido Ladyblog todo el tiempo, el perro faldero que tiene por novio, el rarito de Nathaniel (ugh, juro que sentí escalofríos cuando me enteré de que le gustaba), la mustia de Rose, el insoportable Kim, o Juleka. Agh, esta última me da más asco en particular desde que salió del clóset. Menos mal no se me ha insinuado, porque no tengo idea de cómo reaccionaría. Tampoco tolero a Lila, pero eso es porque cada que pienso en la interesante vida que lleva, muero de envidia. Sí tan solo no fuese la estúpida hija de un par de panaderos, las cosas podrían ser diferentes, pero ellos no entienden mis ambiciones y tratan de inculcarme esas patrañas de humildad que sólo permiten que los débiles sean pisoteados. Lo más frustrante es saber que tengo que soportar esto otros dos años, hasta poder largarme por mi cuenta. Espero que todo esto no sea del todo inútil; tal vez algún día pueda sacar algún provecho de esto. Por ejemplo, la estúpida de Alya pueda ayudarme a ser conocida; tiene el don de hipnotizar idiotas.

Evidentemente, aquella mañana Marinette había tratado de negar todo, pero nadie la escuchaba; solamente le dirigían miradas de decepción y desprecio. Marinette, ¿cómo pudiste? Musitó Rose. Ella trató de balbucear una respuesta, pero fue interrumpida por Alya. Entonces, soy la loca de Alya, ¿no? Marinette, con lágrimas en los ojos, trató de explicarse, pero Alya le soltó una sonora bofetada para luego tomar sus cosas y dirigirse al asiento vacío junto a Lila. Esa fue la primera vez que la peliazul se sentó sola, y así había sido desde ese momento. Cuando llegó, la señorita Bustier no preguntó que estaba pasando; también había recibido el archivo.

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