Capítulo 8

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Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

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Wisconsin, Estados Unidos 🇺🇲

—Mucho gusto señora Luisa, me llamo Amelia Smith —le dije sonriendo.

—Te regalo el señora, aquí donde me ves no paso de los veinte años —me respondió divertida, yo me reí.

—Oh que bien —le dije riéndome.

—Me imagino que vives aquí en el conjunto.

—Si señora, digo Luisa, vivo aquí más o menos hace seis años —le dije.

—Que bien.

—Me imagino que usted es nueva por aquí, ya que no la había visto antes.

—No querida, no vivo aquí, solo vine para el matrimonio de mi hijo, pero ya mañana me regreso con mi esposo, yo vivo en Londres —me dijo tomando su bolsa de compras —oye querida me encanto conocerte, hablamos luego.

—Claro que sí, también me gusto conocerte —le dije, ella me sonrió y empezó a caminar, me dirigí a Don Genaro y escuché un...

—Tía, espérame —me volteé y vi a David, ellos se saludaron y empezaron a caminar, respire tranquila ya que él no me vio.

—Aquí tienes la salsa de tomate, perdóname la demora, pero es que la tuve que sacar de la caja y no la encontraba —me dijo mientras me la pasaba.

—No sé preocupe, muchas gracias —le pagué y me acordé de David así entre por la otra parte y subí por el otro ascensor.

Mientras subía recordé el...

Tía, espérame.

O sea que es la mamá de Edward y también recordé las palabras de Luisa.

No querida, no vivo aquí, solo vine para el matrimonio de mi hijo, pero ya mañana me regreso con mi esposo, yo vivo en Londres.

Pues claro, Luisa vino al matrimonio de Edward y Susan, ella se ve que es una mujer muy amable y la verdad me cayó muy bien, aunque solo compartí tres palabras con ella, el ascensor se abrió, yo comencé a caminar hasta el apartamento, pero justamente en el pasillo...

—¿Amelia? —me volteé y me encontré con David.

Me quedé estática, yo no quería que David me viera y me lo encuentro justamente en el pasillo, de verdad que todo está en mi contra.

—Hola David —le sonreí, él se me acercó.

—¿Cuándo volviste? —me pregunto.

—Hoy —le dije, él me iba a responder, pero...

—Oh David, ya conociste a Amelia —le dijo Luisa, él asintió.

—Permiso me retiro —les dije y caminé hasta el apartamento.

—Si quieres ahora más tarde nos tomamos un café —me dijo Luisa, le iba a responder, pero vi que David le hizo unas señas a ella que tanto Luisa como yo entendimos.

Amelia, quédate conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora