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 Jimin se giró sobre sus talones y en el mismo instante en que quedó frente a su amigo deseó no estar ahí. Las cejas alzadas y la sonrisa divertida que bailaba en los labios de Taehyung fue el indicio claro de que iba a lamentar su pequeño buen acto del día.

Una simple oración fue dicha.

– Con que ahora regalamos libros – su sonrisa se ensanchó y él solo rodó sus ojos.

 Había pasado una semana de aquello, pero el pelicastaño no perdía oportunidad de recordarle día tras día su interacción con aquel ardiente moreno, como había decidido apodarle a pesar de escuchar claramente su nombre.

 En cierto sentido, entendía la emoción e insistencia de su amigo para con el tema, su vida amorosa no era más interesante que tenderse en el suelo y observar la hierba crecer, y con el paso del tiempo no repuntaba. Como aclaración, no es que no quisiese formar una relación con alguien, es que simplemente no tenía tiempo. Entre atender la librería y asistir a la universidad, apenas y le alcanzaba para dormir, comer y repasar los temas vistos en clases. Definitivamente, el amor y sus derivados no estaban dentro de sus prioridades.

 Probablemente deba adoptar un gato sopesó mientras suspiraba para sus adentros.

 Agitando su cabeza para disipar el hilo de sus pensamientos bajó del ascensor y se encaminó al vestíbulo del edificio en el que vivía cruzándolo con tanta rapidez como se lo permitían sus piernas. Hoy la librería no abría y debía estar en la universidad en 30 minutos para la entrega de un trabajo. Se encontraba tan centrado en su objetivo que al acercarse a las grandes puertas dobles de la entrada no captó el movimiento que hacían estas deslizándose hacia el interior, por lo que terminó levantando una mano a su dolorida frente luego del golpe que se dio contra el grueso vidrio.

– ¡Oh por Dios! ¿Estás bien? Lo siento mucho, no te vi, es que el reflejo– Podía ver a la chica en frente suyo gesticular con nerviosismo explicándole porqué lo había golpeado con la puerta.

– No te preocupes – le entregó una sonrisa tranquilizadora – En realidad fue mi culpa, iba muy apurado y no vi que venías. En todo caso estoy bien, muchas gracias.

– Te va a sadid un buevo de da cabeza – Esa voz.

– ¡Sunny! – ¿Eh? – No digas esas cosas, es descortés.

¿Sunny? – O era mucha coincidencia o ese nombre estaba muy de moda entre los niños. Pero al mirar hacia abajo y encontrarse nuevamente con esos ojos avellana mientras una manita se apuntaba entre sus cejas, la reconoció. La niña de la librería. Entonces, esa era su...

– Lo siento, mami –

 Jimin con disimulado asombro y curiosidad miró a la chica que estaba frente a él. No aparentaba más allá de unos veinticinco años, alta, de contextura delgada y cabello pelirrojo enmarcando su delicado rostro con un flequillo. Definitivamente la persona frente a él era preciosa.

 Suspiró.

 No sabía de dónde provenía, pero repentinamente un pequeño pinchazo de envidia y quizá algo parecido a la... ¿decepción? Cruzó por su cerebro. Era obvio para él que su encuentro con aquel ardien– Jungkook no había sido nada más que algo fortuito, pero su vena romántica y la insistencia de su amigo habían logrado que en alguna parte de su mente se albergara una pequeñita esperanza, un rayito de sol que significara que, a pesar de su ajetreada vida, alguien –por fin– había conseguido verlo. Pero no era así.

 Ahora sabía que aquel moreno de sonrisa encantadora tenía familia. No solo lo había pensado en aquel momento, sino también cada vez que Tae traía a colación el tema. Sin embargo, en la foto mental que ambos habían trabajado inconscientemente jamás habían vislumbrado la posible existencia de aquella chica frente a él. Y se sintió tonto por eso.

 Quizá es padre soltero o viudo – Había dicho su amigo en una de sus tantas pláticas – No vi ningún anillo en sus dedos.

 Sacudió su mente para despejar sus pensamientos y miró una vez más frente a él, recordando de pronto lo que debía hacer ese día y que no contaba con mucho tiempo.

– Lo siento si sueno descortés, debo irme, voy un poco tarde –

– Oh, si, no hay problema – dijo apresuradamente – lo siento de nuevo por...– señaló su frente con timidez para luego inclinarse en una leve reverencia en forma de despedida.

 Con una leve sonrisa y una reverencia salió por fin del edificio en el que vivía. El conjunto de apartamentos no era demasiado grande ni lujoso. Sin embargo, había algunas diferencias entre cada piso. Él, por ejemplo, residía en el tercer piso y su apartamento era más un estudio, un solo ambiente, con un sofá, un televisor mediano que rara vez encendía, una cama y un pequeño escritorio junto a una ventana. Pero también sabía que en pisos superiores los apartamentos tenían más habitaciones y eran más espaciosos. En todo caso, no se quejaba, no es como que necesitara más para estar cómodo, si de todas formas vivía solo y pasaba muy poco en casa.

 Repentinamente una duda lo asaltó y su corazón se agitó levemente.

 Si aquella chica y su hija se encontraban en aquel lugar era porque o iban de visita o residían ahí, y si vivían ahí eso significaba que...

Oh no

 Un latido, luego otro. Y al alzar la mirada logró verlo justo cuando éste pasaba a su lado sin siquiera notarlo. Lo siguió disimuladamente con la mirada hasta que su espalda se perdió entre las puertas de vidrio.

Jeon Jungkook vivía en su mismo edificio.

Blueberry Skies ~KOOKMIN~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora