-Valentín-

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 —Maka.

—Es la segunda vez que me interrumpes. Más vale que sea importante, Soul —se quejó ella.

Maka leía un libro, bastante concentrada y furiosa porque su compañero le sacaba de sus páginas, de nuevo. Estaban muy juntos, sentados en el suelo de la sala de estar, entre el sofá y la mesita auxiliar. Un domingo cualquiera, en el que dedicaban su tiempo libre a sus respectivos hobbies: él a los videojuegos y ella, a la lectura. Salvo que sólo uno de ellos parecía estar disfrutando de verdad.

—Lo es.

—Eso espero.

Se oían los botones del mando de Soul ser aporreados sin parar ni piedad alguna mientras jugaba, y de paso, propinaba varios codazos sin querer en los brazos durante el proceso a Maka, que terminó cerrando el libro, desesperada.

Dio un suspiro con hastío, poniendo el grueso ejemplar de tapas duras en sus rodillas.

—¿Qué quieres?

Soul pausó momentáneamente el juego para coger un palito de galleta recubierto de chocolate de la caja de Pocky's abierta que tenían a su vera.

—¿Vas a seguir fingiendo que no pasó nada? —le preguntó, cuando terminó de masticar.

Maka lo ignoró por completo, regresando a las páginas de su libro.

—No sé a qué te refieres.

—Cojonudo —bufó Soul, en desacuerdo, también volviendo al juego—. No quieres hablar del tema. Pero que sepas que lo llevas escrito en la cara, pecho plano.

—No lo llevo escrito en ningún sitio porque no ha pasado nada. Déjame en paz, Soul.

Maka cogió varios palitos de galleta como represalia y Soul la imitó, ambos sin dirigirse la palabra, ni una sola mirada; ella, tratando de concentrarse en el libro, y él, en la combinación de los botones del mando de la consola.

—Aunque no fuese así, los pasillos de Shibusen hablan, y no precisamente bajo. Ya lo sabes —insistió Soul al rato.

Por primera vez, Maka resopló.

—Claro que lo sé. No soy estúpida. Paso más tiempo allí que tú. En serio, ¿quieres dejarme leer tranquila?

¿Qué mosca le había picado? ¿Por qué no dejaba de insistir con el dichoso tema? Sólo quería leer, olvidar lo que había ocurrido horas atrás en aquel pasillo, y ya está. ¿Tan difícil era, de verdad?

Para Soul, al parecer, sí.

¿Por qué no la respetaba como siempre solía hacer? "Calla y vete a tu habitación, Soul", le hubiera gustado decirle. Pero no le salían las palabras. Habría sido demasiado dura. Y en el fondo no quería quedarse sola. No tanto. No en el día de San Valentín. Sería demasiado patético, para más inri. Sabía que Soul no la veía de esa manera, pero era su compañero. Lo más cercano que tenía a alguien que le importaba. Y le quería muchísimo. Eso jamás lo dudaba. Últimamente, quizás... más de lo que debiera.

El sentimiento no despertó de repente. Ya estaba ahí, desde siempre. Es decir, era una chispita que crecía sin que pudiera evitarlo, sin que supiese cómo lo hacía. Y que, actualmente, tenía la simple corazonada de que se trataba de eso. Aunque no estaba del todo segura.

Porque sería una auténtica locura.

Porque tal vez estuviera equivocada.

Porque tendrías ser solamente un exceso de confianza y punto.

SoMa Love MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora