Era la primera vez en su vida que había tenido que huir, tan lejos como pudo, para hacer lo que realmente quería. Sin tener que soportar las miradas, los reproches, en resumen: todos y cada uno de los infinitos dedos acusadores señalando en su maldita dirección, impidiendo así que estuviera donde estuviese.
Que fuese feliz.
También, era la primera vez que se recogía el largo cabello rubio en su totalidad en un simple moño sin adorno alguno. Bueno, dejando libre un mechón que rozaba de vez en cuando su frente, al igual que su mejilla bañada por el sol apacible del atardecer. Mecía el mechón, así como la sutil gasa del bajo de su ligero vestido con tirantes blanco, provocándole cosquillas en los tobillos.
Maka, jugando con la brisa, también se balanceaba con lentitud en el columpio de madera, a la sombra de un enorme y torcido árbol. Los pies descalzos flotaban en el aire. Sus ojos esmeraldas se perdían en las cercanas olas de la orilla del mar, que rompían suaves.
¿Había hecho lo correcto? Es decir, lo quería, con cada fibra de su ser. Era imposible que aquello fuese un error. Entonces, ¿por qué sentía esa opresión en el pecho? ¿Sólo nervios que más tarde pasarían? Quizás. Pero... en el fondo, intuía que podía tratarse de otra cosa. De algo contra lo que había estado luchando desde que llegó a ése sitio. Desde que quiso ponerle punto y final a ése maldito momento.
Suspiró, y varios pétalos del ramo que yacía inexpresivo en su mano, de la misma condición, cayeron sobre la fina arena, a su espalda, bajo el columpio.
De pronto, sin saber el motivo, sintió unas ganas tremendas de llorar. ¿No se suponía que debía ser el día más feliz de su vida?
Y, fusionados con el sonido de las olas, escuchó uno demasiado familiar que le hizo sonreír de inmediato; enjugarse las primeras lágrimas que empezaron a salir. Detener incluso el columpio, en cuanto notó el motor justo a su lado, para luego apagarse y quedar durante unos segundos todo en silencio.
—Sabes que trae mala suerte, ¿no? —dijo Maka al cabo, observando aún el mar.
Porque sabía que estaba ahí, tras ella. Sentir su presencia era ya tan natural como el aire que respiraba.
Lo oyó reír por lo bajo.
—No te estoy mirando, tranquila —contestó para su asombro—. Sé cómo os ponéis las tías con esas mierdas. Sólo vi un puntito blanco desde la carretera, y me acerqué lo justo y necesario.
Atraída por la curiosidad, giró levemente la cabeza y comprobó que no mentía: Soul estaba de espaldas a ella, apoyado en la Harley. Vestía un pantalón de pinza largo y negro, y una camisa roja, que se remangaba en ése instante hasta los codos con toda la calma del universo.
—Y seguro que tú, no lo estás respetando ahora mismo —bromeó Soul, dejando escapar otra risa.
Maka se ruborizó enseguida, volviendo a girar la cabeza hacia el mar, avergonzada. "Cazador, cazado".
—Ahora en serio —continuó Soul—, ¿por eso no te has presentado? ¿Porque crees en la mala suerte de repente? ¿O... es por algo más?
Maka quedó paralizada. Había la suficiente confianza con Soul para responder sin problemas a esa y a cualquier pregunta. Sin embargo, no conseguía que saliese ninguna palabra de su boca. Estaban atascadas en la garganta, y seguía con ganas de llorar, pese a tenerlo cerca.
Apretó la cadena del columpio con la mano libre, y respondió, sacando fuerzas de dónde pudo.
—No lo sé —admitió, con un nudo en el estómago—. Realmente no lo sé, Soul.
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SoMa Love Moments
Fanfiction[Recopilación de Oneshots SoMa, únicamente de género romántico.] * Los personajes de Soul Eater son propiedad del gran Atsushi Ōkubo. * Las historias que forman "SoMa Love Moments" me pertenecen. * Siempre por y para fans. Sin ánimo de lucro. * El F...