-Agua-

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Recuerdo que, de pequeña, me encantaba el agua. Y cómo les costaba a mis padres sacarme de ella, ya fuera la de la bañera, o la piscina hinchable que sacaban al jardín delantero de casa todos los veranos en la que cabíamos los tres. Pero ahora es ligeramente distinto. Me sigue atrayendo su color, tan azul que hasta duele al mirarla; incluso su sonido, cada vez que alguien chapotea dentro de ella, o se queda en calma. Sin embargo, la pasión se ha esfumado. Ése impulso de lanzarme hacia ella como antaño... Se ha convertido en un recuerdo. Un amargo recuerdo que convive con un aluvión de sentimientos encontrados, en especial, cuando vuelvo a poner un pie dentro de la bañera llena (que ya casi nunca uso), o en otra piscina, igual que en ése preciso instante.

—¡Una piscina en Shibusen!

—¿No es emocionante?

—¡Si alguien se lanza antes que yo...!

—Sí, ya lo sabemos, Black Star: lamentaremos el resto de nuestra vida haber adelantado a un Dios.

—¡Pues eso! ¡Ni se os ocurra!

—¿Puedo inflar el flotador con cabeza de cisne ya? Por fa, por faaaa.

—¿Os parece bien éste sitio?

—Es perfecto.

—¡Eh, Maka! ¿Vas a quedarte en la entrada todo el día?

Kid me había insistido tanto durante la semana entera con la inauguración de la nueva piscina, que fui incapaz de negarme. Como el resto, al parecer.

Sacudí la cabeza y sonreí al grupo, que me aguardaba junto a un par de sombrillas de paja, a unos metros de la enorme piscina. Tsubaki y Liz ya extendían las toallas sobre el césped artificial, mientras Patty hinchaba su flotador a todo pulmón. Black Star no había perdido un segundo y ya se lanzaba directo, y de cabeza, al agua.

—¡Oye, que antes hay que ducharse! —lo reprendió Kid al borde de la piscina.

—¡No seas muermo, estirado, que estamos sólo nosotros! —replicó Black Star, una vez regresó del fondo—. ¡Deja de comportarte como el jefazo y diviértete un rato!

Liz se echó a reír.

—Ya. Cuando lo consigas, avísame. Sería un placer grabarlo.

Kid le dedicó una dura mirada a Liz, que siguió echándose crema protectora en los brazos como si nada.

—Bueno, que no lo hagas tú, no significa que no lo hagamos nosotros —agregó, antes de soltar la crema en la toalla y lanzarse también a la piscina de forma elegante.

A Kid se le empezaba a desencajar la mandíbula. Patty terminó de colocarse el flotador en las caderas y corrió hasta el borde de la piscina.

—¡Allá voooooy! —exclamó súper feliz, haciendo una bomba y salpicando agua por todas partes, empapando a Kid.

Hubo una carcajada general en la que sólo participé con una sonrisa. Esos pequeños momentos eran los que me hacían soportable estar en sitios como aquel. Aproveché para unirme a Tsubaki bajo una de las sombrillas y abrí mi toalla, que puse junto a la suya; luego me senté a observar a los nadadores.

Daba envidia, en cierto modo, que ninguno tuviera 'problemas' con el elemento en sí. Disfrutaban con una simple guerrilla de agua, hasta que Liz sugirió una montados a caballito, por lo que Kid se vio medianamente obligado a descender por la escalerilla de metal hasta la piscina. Tal vez debería armarme de valor, más aún, y probar todas esas cosas de una vez por todas.

Me desprendí del caftán corto de algodón blanco, con hilo de lamé y mangas anchas, para colgarlo bajo la sombrilla.

—Tsk -escuché gruñir a Soul unos metros a mi espalda—. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda —agregó, mientras ajustaba los tirantes de mi recién adquirido bikini negro—. Ya deberías saberlo, pecho plano.

Giré sobre mis talones y lo vi al pie de la escalerilla, con su bañador negro y las gafas de sol del mismo color, puestas, pese a que el día estaba un poco nublado.

—¡Eh, Soul! Venga, ¿tú tampoco te duchas? —protestó Kid.

Soul bufó de nuevo por lo bajo, y regresó a la zona de las toallas buscando algo que, al parecer, no encontró. Luego sonrió.

—Cojo prestada las tuyas. No te importa, ¿verdad Maka?

Sin esperar respuesta, se adueñó de mis sandalias y fue hacia las duchas, donde lo miré, perpleja. ¡Tanta confianza daba asco!

—¡Eh, molan tus gafas, tío! ¿No las dejas por si se estropean?

Black Star se acercó al borde de la piscina y Soul amplió la sonrisa, metiéndose sin preocupaciones en la piscina; dejando mis sandalias de cualquier manera en el césped.

—Qué va. Si te quieres bañar, que sea con estilo —dijo, clavando su mirada en mí.

Aquello era el colmo. ¿Se zambullía con mi aspecto sin tener razón y encima, alardeaba del suyo? ¿Quién se creía que era, James Dean?

Me levanté como una exhalación y fui hasta dónde estaba para asestarle un buen golpe en la cabeza con el libro de bolsillo que había llevado ése día. Se quejó como siempre, atravesándome con la mirada. Esta vez, puse una mano sobre su cabeza y empujé con ganas, haciendo que se lo tragase la dichosa piscina.

—Así aprendes a bucear también con estilo. Idiota —mascullé, cuando salió tosiendo del agua, sin las gafas de sol.

Recuperé las sandalias y volví a la toalla, donde Tsubaki me sonreía. Me regocijé con las risas del grupo, entretanto abría el libro para comenzar a leer.

SoMa Love MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora