Capítulo 2

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Olivia

Ah, sh*t here we go again.

Amelie ha decidido que debemos mudarnos. Ella era la esposa de mi papá que se quedó a mi cargo hasta que sea mayor de edad después de que mi padre falleciera en un operativo anti-drogas, pero no vine aquí a hablar de eso, me estoy quejando porque siempre que suelo ser más social y empiezo a hacer amigos nos tenemos que mudar.

Tengo 17 años y en el último año me he mudado 7 veces.

Acabamos de llegar a un nuevo pueblo del que ni siquiera sé el nombre, ¿para qué? Igual nos vamos a mudar. La casa es estilo minimalista, la fachada es de un color blanco grisáceo, no es muy grande, pero se ve muy vacía cuando solo viven dos personas.

Son las 4 de la mañana y la mudanza acaba de irse y con ella nuestra idea de pasar desapercibidas pues hemos despertado a todo el vecindario. Los primeros en acercarse son los vecinos de al lado.

Veo acercarse a dos chicos que pueden tener mi edad ambos miden metro ochenta y cinco más o menos, uno viste una sudadera negra y vaqueros del mismo color, tiene su cabello desordenado como si se hubiera pasado las manos sobre él constantemente y unos ojos azules que idiotizan a cualquiera, pero no a mí. Y como si fueran polos opuestos el otro tiene cabello rubio igual de desordenado, ojos claros casi verdes y viste una franela blanca y jean roto. Ambos parecen sacados de Pinterest.

-¿Les ayudamos en algo?- pregunta el rubio.

-No gracias- me apresuro a decir, mientras los examino con los ojos.

-No seas maleducada- me regaña Amelie – Si nos pueden ayudar a guardar estas cajas en el garaje estaría genial- dice- Ella es Livie mi hijastra y yo soy Amelie.

-Olivia- corrijo

-Él es Gael es su vecino vive en la casa de al lado- señala al pelinegro- Y yo soy Luca vivo cruzando la calle- explica

Guardamos las cajas en tiempo récord gracias a la ayuda extra y Amelie se ofrece a servirles algo para beber, pero se niegan con la excusa de que tienen que volver, les agradecemos y los veo marcharse.

Me adentro a la casa y empiezo a desempacar las cosas básicas, encuentro la caja con mis libros y saco mi lectura actual. Pasan las 5 de la mañana cuando decido irme a dormir un par de horas antes de ir a la nueva escuela. ¡Qué emoción! Nótese el sarcasmo.

Un adiós no es un hasta prontoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora