Gael
Estoy con Olivia en mi habitación, por algún motivo creí que era buena idea invitarla. Ella pasea su mirada por mis estanterías, hace el ademán de tomar un libro, pero su mano se frena y deja todo como está, va caminando y mirando a su alrededor sin tocar nada, observa detenidamente cada uno de los pósters en mis paredes con el ceño fruncido y luego devuelve su vista hacia mí, su cara se relaja y me sonríe.
-Bonita habitación, pingüino
Genial, me ha llamado por el apodo, pienso. Me quedé con el apodo de pingüino desde nuestra pelea en los pasillos de la escuela.
-Pareces sorprendida Livie, ¿por qué?- me acerco lentamente hacia ella
Veo como al mencionar ese nombre hace una mueca. Si ella me llama pingüino, yo la seguiría llamando Livie.
-Deja. De. Decirme. Livie.- masculla entre dientes, pronunciando lentamente cada palabra.
-No tengo ningún interés en dejar de hacerlo- digo divertido mientras me continúo acercando y veo como se estremece en su lugar.
Ya no era tan valiente, eh.
Su postura cambia drásticamente, como si se volviera a armar de valor. Su actitud me sorprende y enarco una ceja, ella me mira con el ceño fruncido.
-¿Qué?- digo imitando su postura, confundido.
-So- replica y me echo a reír a carcajadas, ella solo sonríe divertida.
-Vaya, eres muy impredecible Olivia Mills.
-Lo soy, no tienes idea- dice irónica.
Ignoro su tono y vuelvo a preguntar.
-¿Por qué lucías sorprendida?
-No lo sé- se voltea y vuelve a pasearse por la habitación pasan algunos segundos y vuelve su mirada a mí- Tu estilo es muy- parece buscar la palabra adecuada- oscuro y tu habitación es diferente a como me imaginé- dice finalmente mirándome de arriba abajo.
Ella tiene razón, me gusta vestir con ropa en tonos oscuros, pero mi habitación era diferente. Tenía las paredes blancas, la cama estaba junto a la ventana, que daba a la casa de Olivia, no estaba muy seguro, pero posiblemente tenía en frente su habitación, había pósters en la pared de la cabecera de la cama, al frente tenía un escritorio con estanterías llenas de libros encima y su clóset que quedaba frente a la ventana.
Me encojo de hombros y la miro. Vuelvo a acercarme a ella, ahora estamos más cerca que antes, estamos a centímetros del otro, tanto que, aunque ella aparenta estar bien, siento su irregular respiración.
Acerco mi cabeza aún más a la suya, nuestros labios casi rozándose.
-Así que, imaginaste mi habitación
Trato de sonar divertido y confiado pero mi respiración sale igual de irregular que la suya. Veo como el rojo se apodera de sus mejillas y no puedo evitar sonreír por el efecto que he causado en ella.
Se recompone rápido, hace el ademán de decir algo, pero no la dejo. Llevo una de mis manos a sus rosados labios y los toco con mi pulgar, ella cierra sus ojos disfrutando mi tacto, la estoy torturando y me estoy torturando a mí mismo.
Ella abre sus ojos lentamente y el verde de su mirada se conecta con el azul de la mía.
-Gael- dice en susurro entrecortado.
Aquello es mi detonante. Sin poder aguantar más con mi otra mano tomo su nuca y la acerco a mi boca, uno sus suaves labios con los míos. Sus labios se abren instintivamente, dándole paso a mi boca para disfrutar de la suya, su lengua juguetea con la mía, siento su aliento ligeramente a menta, el beso al principio es lento disfrutando el sabor del otro, luego de unos segundos se vuelve más brusco, en un intento por reclamar los labios del otro, pareciera que mi boca fue hecha solo para besarla a ella y la de ella solo para mí.
Nos separamos unos segundos después tomando aire, tenemos las respiraciones entrecortadas, mi frente está unida a la suya. Abro mis ojos y segundos después veo a ella abrir los suyos. Sus labios se han tornado rojizos, los míos deben estar igual, mantenemos el contacto visual durante un tiempo y luego me animo a hablar.
-Maldita sea, Olivia- digo entre jadeos de frustración, pero aún con una sonrisa, ella imita mi gesto.
- ¿Ya no me llamarás Livie?- pregunta con diversión. Sonrío más si es que eso es posible.
-¿Y tú no me llamarás pingüino?- le sigo el juego y la observo reír.
Al final Luca tenía razón y si eran apodos cariñosos.
Tenerla tan cerca es una tentación, vuelvo a besarla bruscamente, mordiendo suavemente de su labio inferior, ella hace lo mismo tirando un poco del mío, ella coloca sus manos en mi cuello y empieza a masajear mi cabello, bajo mis manos hasta su cintura y la acerco más a mí, abandono su boca y comienzo a repartir besos húmedos por su mandíbula, trazo una línea de besos que llegan hasta su clavícula, mis manos se adentran en su blusa, tocando su suave piel y ella empieza a levantar mi camiseta, haciéndome estremecer en el acto. Esto va a suceder. Ambos lo queremos...
-¡GAEEEEL! – escucho una voz lejana.
Me despierto de golpe. Su grito me cae como un balde de agua fría hacia la realidad.
Estoy en mi habitación, Olivia no está conmigo.
-¿Qué pasa mamá?- pregunto en gritos aún adormilado.
-¡¿Que qué pasa?! Pasa que es martes en la mañana y aún no te has levantado para ir a clases, eso pasa- grita furiosa al otro lado de la puerta.
-Ya voy- respondo sentándome en la cama en un intento por despertarme. Pasan los minutos y continuo con sueño, así que con fuerzas que saco de no sé dónde me pongo de pie y encamino hacia el baño.
Me pongo bajo la regadera y dejo que el agua fría espabile mi sueño. Salgo minutos después y me coloco lo primero que encuentro.
Me siento sobre mi cama y es ahí cuando por fin caigo en cuenta.
Mierda.
Acababa de soñar con Olivia.
Peor aún.
Acaba de soñar que la besaba.
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Holaa. No me maten JAJJAJ
¿Qué les pareció el capítulo?
Ya sé que no es domingo pero, el capítulo me pareció listo y ¿para que hacerlos sufrir? Por cierto estoy por salir a vacaciones de verano y eso significa más tiempo libre, así que es posible que empiece a actualizar dos veces por semana.
Si les gustó no olviden dejarme su voto y recomendando mi historia. En Instagram me encuentran como: whoismrassley.
Nos leemos luego, los quiero <3
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Un adiós no es un hasta pronto
Novela Juvenil[Sin corregir] Olivia Mills es una chica de 17 años con problemas y poca vida social debido a sus mudanzas. Gael Fox es un chico de 18 años que siempre ha vivido en el mismo lugar. Ella llega una madrugada a cambiar totalmente la vida de Gael. Ambos...